Irán. 30 aniversario de la revolución
La revista culturas dedica este número de manera monográfica al treinta aniversario de la revolución en Irán, sin duda uno de los acontecimientos trascendentales del siglo XX. Las consecuencias de este evento no solo han impactado de manera rotunda en la evolución y desarrollo de la sociedad iraní. Igualmente, han trascendido las fronteras territoriales de ese Estado para conformar un modelo concreto de relaciones políticas en el conjunto de los países que componen el Próximo Oriente. Aunque resulta imposible analizar en una publicación de estas características todos los aspectos de interés que presenta la revolución iraní, hemos intentado reflejar al menos las principales dimensiones que ha tenido esta en el plano político, social y cultural.
La desaparición en 1979 del antiguo régimen del Sha Reza Pahlavi abrió el camino a un inédito modelo institucional. En efecto, con la República Islámica se inauguró un diseño político donde la democracia formal, basada en elecciones populares de los dirigentes del Estado, convive con una serie de filtros en manos de las instituciones y autoridades encargadas de velar por la conservación de los principios religiosos que impulsaron también el proceso revolucionario. Aunque carente de partidos políticos, durante todo este tiempo se ha puesto de manifiesto un cierto pluralismo interno entre las diferentes corrientes que apoyan al régimen. De este modo, se han ido sucediendo gobiernos entre los cuales existen diferencias significativas sobre el modo de entender y aplicar aquellos principios político-religiosos. En todo caso, la unión en una misma esfera de poder de la clase política y el clero musulmán será la principal característica de esta forma de Estado.
Asimismo, Irán se ha mostrado estos últimos años como una de las sociedades más dinámicas en el conjunto de los países musulmanes. Seguramente tiene mucho que ver en este impulso económico y cultural el esfuerzo realizado a favor de una alfabetización general de todos los sectores sociales, incluidos los ubicados en zonas rurales; al igual que la incorporación de la mujer a amplias esferas de la vida pública. No obstante, y a pesar de los progresos alcanzados en algunos ámbitos, la composición demográfica de la República Islámica podría plantear algunos desafíos a medio plazo. La media de edad de 26,4 años significa que una mayoría de la población es más joven que la revolución que protagonizaron sus padres y muchos no se reconocen necesariamente en los valores que la inspiraron. Sirva como ejemplo el hecho de que los patrones que configuran las relaciones sociales en esta parte tan importante de la población están empezando a experimentar algunas modificaciones gracias al uso de las nuevas tecnologías.
En otro orden de cosas, el carácter multi-étnico y, en menor medida, multi-confesional, representa otro elemento destacable de la sociedad iraní. Junto a los azeríes (24% de la población) y los kurdos (7%), minorías religiosas judías, cristianas o zoroastrianas, constituyen elementos de referencia que no pueden ser obviados en cualquier análisis a la hora de intentar definir la identidad cultural del país. Esta heterogeneidad étnica y religiosa ha constituido un factor de enriquecimiento sociocultural significativo.
Todo lo anterior proporciona base suficiente para desechar los estereotipos fáciles que incurren en lo superficial a la hora de aproximarse al estudio de la República Islámica de Irán. Este tercer número de culturas está dedicado a analizar los efectos sociales, políticos y religiosos de una revolución que, hace ahora treinta años, cambiaría de manera radical la naturaleza de un determinado sistema político, así como el modo en que iba a entenderse a partir de entonces la relación de la sociedad musulmana con el resto del mundo. •