Objetivos en política exterior y las relaciones con los Estados Unidos
En la actualidad, la política de la República Islámica de Irán con respecto a los Estados Unidos se sitúa dentro de un espectro resultado de dos concepciones metodológicas: surrealismo anticipatorio y realismo preventivo. Sustentadas ambas en el derecho islámico, estas visiones implican consideraciones antagónicas acerca del poder de los EEUU.
SURREALISMO ANTICIPATORIO
El surrealismo anticipatorio resulta de las necesidades del periodo de fundación del sistema estatal primordial, basado en las personas, en lugar de en un sistema de gobierno democrático, basado en los procesos. El padre fundador de la República Islámica, el Ayatollah Ruhollah Jomeini, afirmaba: “Mientras el Estado de la República Islámica actúe dentro de la línea correcta, y mientras los ideales y los objetivos coránicos nos rijan a nosotros y a este sistema (…) el enfrentamiento con la arrogancia mundial, con los Estados Unidos a su cabeza, proseguirá con toda su fuerza” (Diario Ettelaat, 22 de noviembre de 1993). Encontramos la reproducción atenuada de esta visión en los discursos de Ahmadineyad. Según informa la agencia de noticias Mehr, el actual Presidente de la República atribuye los problemas internacionales al orden existente, con el Occidente hegemónico a la cabeza: “Todo el mundo sabe que la raíz de los problemas actuales es el mal comportamiento de los líderes de los EEUU, y la raíz de los problemas que se producen hoy en Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano, Sudán, Sudamérica, África y Asia está en el comportamiento de los hombres de Estado americanos y, en especial, el asunto nuclear de Irán es también un problema producido por su mal comportamiento. Por supuesto, los estadistas de Inglaterra siguen también la política equivocada de la Casa Blanca” (Agencia Mehr, 23 de marzo de 2007). Los dirigentes que se adhieren al surrealismo anticipatorio están convencidos del declive del imperio estadounidense. Según esta visión, las amenazas injustificadas creadas por los EEUU a la propia existencia de la República Islámica se derivan de los esfuerzos estadounidenses por librarse de un declive inevitable.
El actual Presidente de la República atribuye los problemas internacionales al orden existente, con el Occidente hegemónico a la cabeza
Este enfoque se materializa en acciones de tipo anticipatorio (admoniciones, consejos y denuncias); en el fortalecimiento del espíritu revolucionario; en la abnegación idealista de las fuerzas armadas convencionales y en el autoctonismo o indigenismo nacionalista local. Según opinan expertos como Manuchehr Mohammadi, Viceministro de Investigación y Educación del Ministerio de Asuntos Exteriores, y Hamid Mowlana, Alto Consejero de Seguridad de Ahmadineyad, y tal como expresan los directores políticos de este gobierno (al igual que el cuerpo de los Guardianes de la Revolución), este enfoque puede crear un muro defensivo capaz de proteger a la República Islámica de las inevitables amenazas del entorno, así como de las evitables amenazas de los Estados Unidos.
REALISMO PREVENTIVO
Por el contrario, la concepción realista preventiva reposa sobre una suposición del todo diferente sobre el poder y la importancia de los Estados Unidos. Los dirigentes que operan bajo esta tesis abogan por la cautela en la política exterior hacia Washington. En su opinión, la liberación de la política de eslóganes, la reducción de la tensión en las relaciones con los EEUU y la cooperación con dicho país en el ámbito económico y tecnológico son métodos útiles para, por un lado, dotar a Irán de un freno que prevenga las amenazas estadounidenses y, por otro, incrementar las capacidades del país frente a las inevitables transformaciones geopolíticas que le pudieran ser adversas. En cuanto a los Estados Unidos, como afirma Sariolqalam en Irán y la globalización de los retos y las soluciones: “Nuestra estrategia debe ser: a corto plazo, salir de la crisis; a medio plazo, eliminar tensiones y a largo plazo, crear confianza”.
Mientras el primer enfoque defiende la búsqueda de aliados estratégicos en Oriente Medio, Corea del Norte, África y América Latina, el realismo preventivo contempla su propia política exterior mediante una teoría similar a la teoría de regímenes: el Mundo Islámico como base del pensamiento y solidaridad; el Occidente moderno liderado por los EEUU como socio económico y técnico; el nuevo Oriente dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shangai para defender los intereses bilaterales energéticos y de seguridad frente a las amenazas de Occidente sufridas en común; India y la Conferencia de los No Alineados para la defensa de las necesidades compartidas –entre ellas, la defensa de la legitimidad de la política independiente de la República Islámica.
LOS DOS ENFOQUES EN LA PRÁCTICA
A lo largo del tiempo, y en función de las exigencias coyunturales, estos dos enfoques han alternado sus posiciones en el sistema político. Durante los dieciséis años de gabinetes pragmáticos de Rafsanyani y reformistas de Jatami, la metodología de realismo preventivo fue hegemónica pero ineficaz, mientras que la metodología surrealista anticipatoria seguía ejerciendo un efectivo poder de veto sobre la política exterior de Irán hacia los EEUU. La ineficacia del enfoque realista preventivo deriva de la debilidad del apoyo popular que recibe, mientras que la efectividad del surrealismo anticipatorio se basa en el apoyo formal de la clase de tecnócratas no electos. Las políticas de los EEUU, de modo consciente o no, han contribuido a exacerbar esta ineficacia. El fracaso de Mehdi Bazargan al solicitar a EEUU que no concediera al Sha el permiso de entrada a aquel país en 1979; la impotencia del pragmatismo de Rafsanyani a la hora de impedir los embargos de Clinton en 1993; o la incapacidad del reformismo democrático de Jatami para evitar que Bush colocase el nombre de Irán bajo el epígrafe del Eje del Mal en 2002, han contribuido considerablemente a incrementar la ineficacia del realismo preventivo en la política exterior iraní.
Además de estos dos planteamientos tácticos, entre los islamistas se plantean otros dos enfoques: el idealismo político y el idealismo moral. Estas posiciones se encuadran dentro de las corrientes nacional-religiosa (melli-mazhabi) y del cosmopolitismo patriótico iraní. La óptica nacional-religiosa aspira a establecer algún tipo de relación estratégica con los Estados Unidos que retome el equilibrio negativo de Mossadeq, ajeno a relaciones de tipo patrón-subordinado. La óptica cosmopolita, al negar la oposición nosotros versus otros, busca una política exterior que permita preservar la pluralidad de valores.
En resumen, puede hablarse de cuatro ópticas en relación con la política exterior iraní hacia los EEUU: dos planteamientos tácticos, un planteamiento estratégico (nacional-religioso) y un planteamiento humanista (cosmopolitismo patriótico). Los dos primeros son una realidad en el actual espacio de la política exterior, mientras que los otros dos permanecen en estado latente y fuera del contexto del régimen. El objetivo de los dos enfoques actualmente presentes es conseguir un estatus internacional que permita preservar el Estado islámico.
Las relaciones entre los dos países permanecen enredadas en discursos dialécticos generadores de conflictos estructurales
TRES HIPÓTESIS SOBRE LA POLÍTICA EXTERIOR DE IRÁN
Tres hipótesis sobre la política exterior de la República Islámica ante los Estados Unidos ocupan el espíritu del investigador que escribe estas líneas.
La primera es que, a pesar de las afirmaciones del presidente iraquí, Yalal Talabani, según las cuales “los iraníes están dispuestos a mejorar sus relaciones con los EEUU” (30 de septiembre, en www.gooya.com), las relaciones entre los dos países permanecen enredadas en discursos dialécticos generadores de conflictos estructurales. Esto significa que el nivel de estas relaciones quedará circunscrito, en el mejor de los casos, a la contemporización. De este modo, una evolución de la política exterior iraní hacia los EEUU precisaría una transformación del orden mundial, o una transformación del orden de la República Islámica.
La segunda hipótesis es que, a causa del actual predominio del derecho islámico en la política exterior iraní y la percepción que las élites tienen sobre las relaciones con los EEUU, la política exterior de Irán cobra forma de reacción, más que de iniciativa.
Por último, la República Islámica, más allá de detenerse en el vago objetivo de conservar el sistema de gobierno, se ha aficionado a proclamar su fuerza sin llegar a profundizar en la conservación e incremento de esa fuerza.
A continuación, detallaré estas hipótesis en tres partes diferenciadas. En las dos primeras mostraré la influencia de las circunstancias geopolíticas y de los EEUU. en la aparición de los dos enfoques mencionados al principio. La tercera expondrá el carácter retórico de la actitud de la República Islámica hacia los EEUU.
El espacio vital de la República Islámica y la creación del clima de amenazas en la relación con los EEUU
Los dirigentes de la República Islámica consideran la existencia de unos EEUU liberal-demócratas, su posición hegemónica en la estructura del orden internacional y sus estrategias liberal-secularistas, como una amenaza para la existencia misma de la República y la elite religiosa dominante. De acuerdo con la visión de las elites, la consideración de los EEUU como una amenaza es inevitable por motivos estructurales y culturales. Los dirigentes iraníes saben que un sistema de gobierno de tipo primordial, hecho a sí mismo, paternalista en política interior y revisionista en lo exterior, choca con la estructura individualista del orden internacional hegemónico liderado por los EEUU. Además, los dirigentes saben que la globalización hace más inevitable aún el conflicto estructural-cultural entre los dos sistemas de gobierno y sus políticas interiores y exteriores.
Los conflictos estructurales y culturales y sus amenazas resultantes se plantean en tres niveles: interior, exterior e internacional. Desde el punto de vista interno, Irán posee un sistema neo-tradicional impuesto por valores de orden primordial. Desde el punto de vista exterior, la República Islámica es la valedora del sistema de gobierno islámico frente al sistema político laicista. En el lado contrario, EEUU es el valedor de los sistemas políticos liberales democráticos occidentales y sostén de sistemas laicos autoritarios, como Egipto, y democráticos, como Turquía. Desde el punto de vista internacional, EEUU ostenta una posición de superpotencia hegemónica que trata de fijar las reglas del orden internacional. En el nivel regional, Irán es capaz de ejercer considerable influencia facilitando u obstaculizando las actividades reguladoras de los EEUU. A nivel mundial, Irán desea contribuir a elaborar un modelo revolucionario y revisionista movilizando a los países no alineados, islámicos, revolucionarios y revisionistas que compiten con los Estados Unidos.
A pesar de la complementariedad estratégica de ambos países, que hace inevitable la colaboración, las preferencias ideológicas y políticas de ambos gobiernos producen un costoso enfrentamiento entre ambos.
Es en semejante escenario donde surgen los dos enfoques metodológicos de la política exterior de la República Islámica frente a los EEUU: surrealismo anticipatorio y realismo preventivo. La historia muestra que, tras la derrota de la postura idealista ante los EEUU de Bazargan en 1979, a cuya vigencia política se dio fin definitivamente con la autorización de Carter a la entrada en los Estados Unidos del depuesto Mohammad Reza Pahlavi, la mera propuesta de relaciones con los EEUU se transformó en un tabú intocable durante tres décadas. Cierto es que, en las postrimerías del enfrentamiento electoral de Reagan contra Carter, las negociaciones entre delegados del primero con representantes fundamentalistas islámicos permitieron la apertura de una oficina de relaciones entre Irán y los EEUU, con lo que ambos países se transformaron durante un periodo en “socios silenciosos en tiempos de crisis” y “enemigos nominales en condiciones normales”. Esta fase alcanzó su momento álgido con el viaje inesperado de McFarlane y su comitiva a Teherán, y el más bajo se produjo con el apoyo de los EEUU a Iraq en la guerra impuesta a Irán, así como en una serie de operaciones militares contra las fuerzas navales iraníes, o en el derribo de un avión de pasajeros iraní.
La política estadounidense que alternaba alicientes y sanciones perjudicó tanto al enfoque idealista de Mehdi Bazargan como al realismo preventivo. En realidad, esta alternancia condicionó al gobierno de Rafsanyani así como al del reformista Jatami. En consecuencia, los dos se vieron obligados a adoptar un carácter oscilante, precavido y contemporizador frente a aquella política secretista de cal y arena. Y lo que es peor, Rafsanyani obtuvo como retribución a su política el embargo de Clinton. De hecho, conocedor de la reacción de Clinton hacia el gobierno Rafsanyani, Jatami eliminó tabúes anunciando su doctrina del diálogo de civilizaciones. Tras comprender la amenaza común que suponían los talibanes en Afganistán, el gobierno de Jatami colaboró con los EEUU mediante el envío de Guardianes de la Revolución para derribar el régimen talibán. Pero tal y como había ocurrido con Bazargan y Rafsanyani, tampoco pudo Jatami escapar al palo de la política de sanciones norteamericana y vio su idealismo en las declaraciones y su realismo en la práctica pagado con la inclusión de Irán en el Eje del Mal de Bush en el año 2002. Las políticas de sanciones de Carter, Clinton y Bush introdujeron al clima político iraní en una nueva era de ardores surrealistas y de retórica anti-estadounidense. La ascensión de Ahmadineyad es el resultado de esta evolución del espacio vital de la República, así como de la opinión que sus elites tienen de los EEUU.
En el nivel regional, Irán es capaz de ejercer considerable influencia facilitando u obstaculizando las actividades reguladoras de los EEUU
Actualmente, la política exterior iraní aún alterna los dos enfoques tratados en este artículo, si bien es mayor la eficacia del enfoque surrealista anticipatorio, apoyado por los tecnócratas no electos; mientras que en el plano interior es mayor la eficiencia del enfoque realista preventivo. Gracias a esta situación, los tradicionalistas han podido presentar la inseguridad del régimen como la inseguridad de Irán. También gracias a esto, todas las fuerzas influyentes de la coalición, que en las cuartas elecciones a la cámara legislativa en 1992 no habían sido capaces de obtener siquiera un escaño, no solo se abrieron camino, sino que se apoderaron de la presidencia del octavo Parlamento en 2008.
A diferencia de la política exterior activa e inventiva practicada en las demás regiones, la política exterior iraní es esencialmente pasiva y de reacción. Si actores como China, Rusia, India, los Países No Alineados, Nicaragua, Bolivia y movimientos como Hizbullah o Hamás obtienen de la República Islámica fenomenales beneficios políticos y económicos, se trata de acciones de cooperación decididas por la República Islámica como medidas para protegerse frente a las amenazas de los EEUU. Medidas sufragadas, claro está, gracias a los ingentes ingresos del petróleo.
Tal y como ha mostrado la postura de Ahmadineyad hacia los Estados Unidos, el presidente iraní considera la política desde la politización ideológica o económica de las sociedades. He aquí sus palabras del 23 de octubre de 2006: “Hoy en día, los pueblos del mundo tienen para elegir entre dos culturas y dos modos de comportarse distintos, de los cuales la primera visión y la primera cultura son las de los Estados que toman el camino marcado por los Profetas, y la segunda visión es la que los pueblos de ciertas superpotencias han emprendido para alcanzar sus objetivos por la fuerza y la matanza de personas indefensas de otros pueblos”. A pesar de esta visión, la política exterior de este grupo hacia los EEUU es tanto anticipatoria como surrealista y retórica. La base social de Ahmadineyad se encuentra entre las fuerzas de seguridad y el ejército, si bien no tanto por una voluntad ofensiva en política exterior como por su buena acogida a las políticas surrealistas. El factor decisivo en esta evolución es el miedo que siente la República Islámica. El espacio político iraní se moviliza a gran velocidad para la defensa, pero nunca ha estado preparado para una ofensiva.
Un repaso a la historia de la política exterior iraní respecto de los EEUU muestra que, a lo largo de estas tres décadas, el surrealismo retórico se ha visto reducido a un mero objetivo instrumental y no posee ya su carácter sagrado. En otras palabras, el clima intelectual iraní ha perdido también su inicial unanimidad surrealista. Mientras el primer enfoque insiste, apoyándose en las fuerzas de seguridad y militares, en el poder blando de la retórica de eslóganes así como en la permanencia de las masas en el escenario político, el segundo, sustentado por las fuerzas creadoras de empleo e intelectuales, se centra en el fuerte poder económico y tecnológico y en la desmasificación de la política.
A la hora de sintetizar este apartado ha de mencionarse que, a pesar de las profundas divergencias existentes entre los dos principales enfoques, aún puede constatarse una notable similitud en sus procedimientos. Un estudio histórico de las cuatro tendencias de la República Islámica tras el islamismo liberal-demócrata de los inicios de la revolución (fundamentalismo surrealista de izquierdas, pragmatismo, reformismo y neo-fundamentalismo populista) revela que sus momentos de exaltación en la praxis de gobierno surgen de sentimientos de orgullo nacionalista y no de análisis académicos. Tal y como exigen las radicales transformaciones que sufre la estructura social iraní, vemos cómo el sector más extremista de la sociedad, representado por el noveno gobierno de la República, procede hoy a eliminar tabúes de la política exterior en su relación con los EEUU, aunque siempre a condición de que la necesidad de autoafirmación surrealista encuentre una respuesta apropiada. Esta transformación es descrita por Mohsen Armin, miembro eminente de la organización de los muyahidines de la Revolución Islámica y diputado en el sexto ciclo parlamentario (2000-2004) en los siguientes términos: “En los últimos cuatro años, algunas de las cuestiones que eran presentadas como tabúes intocables por los oponentes de los reformistas, cuya relación con dichas cuestiones chocaba entonces con reacciones exacerbadas, han salido hoy del ámbito del tabú. A modo de ejemplo, cuando nosotros hablábamos sobre relaciones con los Estados Unidos, la fiscalía de Teherán emitía un comunicado de advertencia contra nosotros en el sentido de que, en caso de llevarse a cabo negociaciones, seríamos objeto de persecución judicial. Pero hoy día las negociaciones con los Estados Unidos ya no son tabú y para los extremistas no será fácil asimilar ese tabú”, (página web de Rooz, 28 de septiembre de 2008). No puede pasarse por alto que algunos analistas iraníes, apoyándose en precedentes históricos de relaciones ocultas entre representantes de Reagan (para derrotar a Carter) y los fundamentalistas (para provocar la caída del gobierno islámico liberal), creen en la posibilidad de una relación oculta entre fundamentalistas iraníes (para fortalecer su posición frente a los reformistas y los pragmatistas en Irán) y los neo-conservadores estadounidenses (para imponerse sobre los sectores más liberales en los EEUU).
Jatami tampoco pudo escapar a la política de sanciones norteamericana y vio su realismo en la práctica pagado con la inclusión de Irán en el Eje del Mal de Bush en el año 2002
El intento de eliminar este tabú tiene su origen en la confianza en sí mismos que los dirigentes de la República Islámica han cobrado ante la experiencia de los EEUU en Iraq y Afganistán, del mismo modo que la paz entre Egipto e Israel fue el resultado de la confianza adquirida por Egipto en la guerra de 1973 y el apaciguamiento de la guerra de guerrillas resultó del éxito de Yaser Arafat haciendo aceptar el principio de solución de dos países en un territorio. Queda por ver si esta confianza en sí misma de la República Islámica puede conducir o no a reducir la exaltación retórica de su política exterior.
El enfoque intelectual de la República Islámica y su política exterior hacia los Estados Unidos
Hace años que el liderazgo de la República Islámica ha adoptado los principios de honor, conveniencia y sabiduría como fundamento intelectual de su política exterior. Estos tres principios conducen a que el clima intelectual de todas las facciones esté influido por cuatro particularidades:
1. Una visión general de las cosas equívoca, típica de Irán, que enlaza de modo extraordinario la aspiración a la justicia y el mesianismo islámico (el mito de Siavash y los ritos de la Ashura) con las ambiciones de supremacía. Esta particularidad de la política exterior crea una situación ambivalente respecto a los EEUU.
2. La ausencia de parangón entre la visión neo-tradicional de la República Islámica, en su forma de autoctonismo politizado, y la modernidad de los EEUU, lo que incrementa dicha ambivalencia.
3. La huida o persecución de lo diferente, instaladas en la mentalidad fundamentalista de las élites, lo que lleva a un conflicto frente a las políticas similares originadas por la visión liberal-laicista de los EEUU.
4. La reducción del neo-pragmatismo a tácticas de contemporización y a cierto laxismo, lo que produce numerosos altibajos respecto a Occidente en general y a los EEUU en particular.
Elementos básicos del espacio intelectual iraní
Los elementos básicos que unen los dos extremos del espectro que va del realismo al idealismo se reparten entre los siguientes siete puntos:
1. Justicia anti-hegemónica.
“La República Islámica ha resistido heroicamente ante la voracidad de los EEUU, Europa, las potencias dominantes y los dueños de las grandes compañías multinacionales y no permitirá intromisiones ni influencias en el Irán islámico” (Revista Mayalle-ye siasat-e jaredch, número 11, otoño de 1997). El padre fundador de la República Islámica expresa la misma posición en otros términos: “Nosotros nos oponemos a la tiranía y a la prepotencia de quien quiera que venga (…). La pretensión de los EEUU de liderar el mundo e inmiscuirse en los asuntos de los demás es tiranía y prepotencia (…). Las potencias arrogantes están llenas de ira por el posicionamiento y las denuncias de la República Islámica” (Diario Keyhan, 20 de abril de 1996). En otra situación, “donde quiera que un oprimido sufra de la injusticia de la arrogancia y se halle en las últimas, nosotros nos pondremos a su lado como podamos” (Diario Keyhan, 25 de julio de 1995). La última manifestación de esta visión aparece en el informe de Ahmadineyad tras su viaje de 2008 a los Estados Unidos: “En el mundo se habían formado dos ídolos llamados Estados Unidos e Israel, nadie era capaz de acercarse a ellos. Pero gracias a Dios y a la resistencia del pueblo de Irán, el liderazgo de estos dos ídolos se ha roto” (Diario Keyhan, 30 de septiembre de 2008).
2. Sensibilidad hacia la unidad del islam y el peligro de la influencia de los Estados Unidos en los países islámicos.
En opinión del padre fundador de la República Islámica, y de acuerdo con la vía alternativa propuesta por ésta frente a la democracia liberal liderada por los EEUU, “los dirigentes de los países islámicos deben enfrentarse con inteligencia a las instigaciones de los enemigos y evitar que surjan problemas derivados de disensiones sectarias entre los musulmanes” (Diario Keyhan, 27 de marzo de 1992). En este aspecto, el mismo asegura que “habrá oposición a la dominación de los Estados Unidos y su penetración en los países islámicos y en todos los países oprimidos” (Diario Keyhan, 26 de marzo de 1994). En cuanto a los casos particulares, anuncia el compromiso de la República Islámica con “los pueblos palestino, bosnio, tayiko, afgano, kachemir, checheno, azerbaiyano y a los demás pueblos oprimidos” (Diario Keyhan, 27 de marzo de 1992).
3. Oposición al apoyo estadounidense al enemigo ideológico, Israel.
A pesar de la aceptación del principio de determinación del destino de Palestina por voto directo de la población, las posiciones encontradas de la República Islámica y los EEUU son de tal naturaleza que mientras no se resuelva pacíficamente el problema entre los árabes islamistas e Israel, la República Islámica no podrá renunciar a criticar la política estadounidense de apoyo a Israel (Diario Ettelaat, 27 de febrero de 1993). En realidad, Israel es la única cuestión candente que mantiene vivo el internacionalismo de la República Islámica.
4. Disensión entre Irán y los Estados Unidos en la definición del terrorismo y el reconocimiento de terroristas.
La República Islámica define su postura en función del terrorismo de los Estados Unidos, y no en términos conceptuales. En opinión del Ayatolá Jamenei, “el terrorismo consiste en actos por los que un grupo, organización o Estado quiera gestionar sus asuntos mediante la creación de terror, asesinatos e inseguridad” (Diario Abrar, 7 de mayo de 1995). En otra ocasión, él mismo niega el carácter terrorista de Hizbullah y Hamás y muestra un posicionamiento más transparente: “Nosotros no apoyamos a ningún terrorista (…). Jamás hemos apoyado ni apoyaremos a nadie que aniquile a gentes inocentes y desamparadas con bombas y con actos terroristas (…). La República Islámica se opone tajantemente al terrorismo y a la muerte de gente inocente y al enfrentamiento con civiles” (Diario Keyhan, 18 de mayo de 1994). En lo referente a Hizbullah y a Hamás, Ahmadineyad expresa así el punto de vista de la República Islámica: “¿Por qué se refieren ustedes a ellos como terroristas? Si alguien ocupase los Estados Unidos y la gente de los Estados Unidos se alzara para defender su patria, ¿llamarían ustedes terroristas a la gente de los Estados Unidos? Yo los llamaría terroristas si dieran comienzo a matanzas de civiles” (Agencia de prensa Mehr, 24 de septiembre de 2006).
5. Independentismo frente a los Estados Unidos.
La visión independentista es herencia de la humillación infligida a Irán por Inglaterra y Rusia en el siglo XIX (bajo la amenaza de desmembramiento del país) y, en el siglo XX, por Inglaterra y los EEUU (mediante el sometimiento a una dependencia en la toma de decisiones). Como es lógico, tras los golpes de Estado llevados a cabo en Irán por Inglaterra y los EEUU, existe entre las élites un miedo general y una cierta susceptibilidad hacia el tipo de relaciones que se establezcan con los EEUU. El padre fundador de la República Islámica exteriorizó así este miedo: “El gran pueblo de Irán (…) no aceptará jamás la tutela de los Estados Unidos y las potencias arrogantes” (Diario Ettelaat, 27 de enero de 1993). En los últimos años, el mutuo enfrentamiento entre la República Islámica y los EEUU se ha centrado en la cuestión nuclear.
6. Enfrentamiento con la democracia liberal y el laicismo, liderados por los Estados Unidos.
Al ser EEUU considerado como portaestandarte de la democracia liberal en el mundo, la lucha contra este “otro” funciona como un factor de legitimación del orden de la República Islámica. En palabras de Ahmadineyad, “este año, mediante el aprovechamiento de este clima mediático, hemos tenido en nuestro programa la puesta en cuestión de los fundamentos de la democracia liberal y la exposición del pensamiento religioso” (Diario Keyhan, martes 30 de septiembre de 2008).
7. La relación con los Estados Unidos.
Las palabras de Elham, portavoz del gobierno, sobre la relación con los EEUU, son elocuentes: “En el pasado, la gente estaba preocupada por traicionar los principios y fundamentos principales de la revolución, y temían que la independencia, la autoridad y la dignidad de la patria islámica se vieran sacrificadas en el proceso de ruptura de tabúes, pero en el noveno gobierno sí confían”, (Agencia de prensa Mehr, 15 de mayo de 2007).
ENFOQUE NEO-PRAGMATISTA: DEL SURREALISMO RETÓRICO ANTICIPATORIO A LA PREVENCIÓN REALISTA
A diferencia de lo que sucedía en la primera fase de la revolución, el carácter del discurso de la República Islámica no es ya surrealista, sino derivado de la herencia del consejo del padre fundador de la República Islámica: “La preservación del orden [político] está entre las más necesarias de las necesidades”. En este aspecto, la República Islámica ha visto conveniente, gracias al honor obtenido ante el reconocimiento por parte de cinco Secretarios de Estado estadounidenses –Kissinger, Baker, Powell, Albright, Christopher–; del atoramiento de los EEUU en Iraq y Afganistán; y frente a la crisis económica de octubre de 2008, que se regule con sabiduría la relación con los Estados Unidos (Diario E’temad-e Melli, 29 de septiembre de 2008). De esta confianza proviene el sentimiento exhibicionista del comandante de las fuerzas navales del ejército regular de la República Islámica: “Nosotros controlamos el Estrecho de Ormuz, y lo podemos cerrar” (Diario E’temad-e Melli, 29 de septiembre de 2008). Según el profesor Hosein Salimi existe la “posibilidad de una apertura en las relaciones entre los dos países”. Sin embargo, “ha de saberse que la cuestión es algo más compleja… Si la tendencia primordial, y la exigencia estructural del orden internacional no condujese a la resolución de las relaciones con Irán, aumentarían las probabilidades de un incremento e, incluso, de un endurecimiento de las presiones ejercidas por los Estados Unidos” (Diario E’temad-e Melli, 30 de septiembre de 2008).
Dentro de este clima de sanciones e incentivos, para encontrar los ejes del enfoque surrealista anticipatorio se puede hacer referencia a las manifestaciones del Presidente Mahmud Ahmadineyad. En el transcurso de su último viaje a la Organización de Naciones Unidas, en septiembre de 2008, Ahmadineyad realizó unas declaraciones de las que se pueden extraer y enumerar las siguientes posiciones:
1. Crítica a la política exterior de EEUU y petición de cambio: “El gobierno americano cortó hace veintiocho años de modo unilateral sus relaciones con Irán, a pesar de que nosotros deseábamos relaciones con todos los pueblos”.
2. Negociaciones sujetas al respeto mutuo en condiciones justas: la idea más significativa de Ahmadineyad en este viaje, repetida en distintas ocasiones, era la disposición de la República Islámica a dialogar con los EEUU. “Nosotros estamos siempre dispuestos para el diálogo, por supuesto en condiciones justas y sobre la base del respeto recíproco (…). Primero ha de aceptarse que las cuestiones mundiales han de resolverse con diálogo y en condiciones justas y, una vez que se acepte esto, las vías quedan abiertas y podremos mantener un diálogo serio”.
3. Requerimiento de un compromiso por parte de los Estados Unidos de aceptar un papel adecuado a nivel mundial para la República Islámica: “En este periodo hemos puesto de nuestra parte para mejorar el clima mundial, por ejemplo, mi carta al presidente Bush suponía abrir una nueva etapa de oportunidades para un diálogo justo y claro (…). Tendremos que esperar y ver qué deciden los próximos dirigentes de los EEUU, qué contestan y, luego, daremos una respuesta apropiada”.
4. Relaciones amistosas con los Estados Unidos fuera del marco de una estructura de hegemonía. Las condiciones previas para unas buenas relaciones son las expresadas en las siguientes declaraciones: “Buenas relaciones (…) sobre la base del respeto mutuo y la justicia. (…). La segunda cosa que debe hacer el nuevo gobierno de los Estados Unidos es mejorar sus relaciones con Irán, porque Irán es un país importante”.
Cierto es que, si bien el enfoque surrealista anticipatorio domina, está obligado a moderarse oficiosamente por influencia de los grupos que apoyan el enfoque realista preventivo. El profesor Zibakalam, de la Universidad de Teherán, compara el doble rasero de los EEUU respecto al uso militar de la energía atómica por India, de una parte, y frente al programa nuclear pacífico de la República Islámica, de otra, y atribuye la responsabilidad en la gestación de esta situación a las ideas derivadas del enfoque surrealista anticipatorio: “¿A nosotros se nos niega todo y se nos pone así entre la espada y la pared? Tal vez el motivo de esta paradoja sea que los indios, a diferencia de nosotros, no se sienten investidos de una misión universal. Misión por la que los indios se verían en la obligación de enfrentarse a las potencias mundiales para acabar con las desigualdades, injusticias y opresiones de todo el mundo” (Diario E’temad-e Melli, 20 de septiembre de 2008).
CONCLUSIÓN
En el presente artículo se han planteado tanto las continuidades ideológicas de la política exterior iraní como las transformaciones originadas por las exigencias del espacio vital de esta y se ha mostrado la flexibilidad retórica y práctica, implícita y explícita, de la misma. Este esbozo ha dejado de manifiesto los límites en el terreno intelectual y de política exterior de los enfoques surrealista anticipatorio y realista preventivo.
El resultado de este análisis muestra que, en lo se refiere a EEUU, el objetivo fundamental de la política exterior iraní es conseguir que se reconozca su importancia en la región. Esta voluntad comprende la búsqueda del cambio en el comportamiento de los Estados Unidos y, por supuesto, la República Islámica está dispuesta a pagar el precio necesario para alcanzar semejante objetivo. Según afirmó Ahmadineyad en Nueva York, en realidad hace tiempo que Irán ha pagado el precio de estas transformaciones buscadas: “Lo que nosotros teníamos que hacer está ya hecho, y hoy ha llegado ya el turno de que los responsables americanos actúen en este sentido, o sea, que yo estoy esperando a ver qué sucede” (Diario E’temad-e Melli, 30 de septiembre de 2008).
Traducido por Manuel Llinás Aguilera