Creación y emigración
Desde los objetivos de esta institución la visión de la cultura tiene dos vertientes claras. Por un lado, como instrumento a través del cual acercar posturas y romper estereotipos; en definitiva, conocer al “otro”, para rescatarlo de esa incómoda y ficticia posición que suponen los clichés y convertirlo en alguien con una presencia en la sociedad, cuya contribución a la misma supone además un valor añadido. Y por otro, la cultura como manifestación del ser humano, como riqueza que generan los pueblos y las personas en todas las épocas, como evolución de sus tradiciones y sus señas identitarias, y a la postre, como suma de conceptos e hitos en un proceso de evolución histórica inevitable.
Ya desde una revisión ligera ambas perspectivas confluyen y se solapan, siendo difícil hacer una separación de las mismas desde cualquier análisis que abordemos. El mundo hoy en día está profundamente globalizado y, desde tiempos históricos, el Mediterráneo y sus habitantes han estado siempre en contacto, de manera que es imposible examinar el fenómeno cultural sin tener en cuenta el mestizaje y la influencia de las distintas manifestaciones artísticas, ya sea en arquitectura, pintura, literatura o cine. Por mucho que intentemos encajonar la cultura o circunscribirla a determinadas comunidades, países o regiones, sus propias expresiones rebasan estas fronteras de género. Y siempre ha sido así. Sirva de paradigma para ilustrar este rasgo la influencia de la arquitectura árabe medieval, patente incluso en América a través del mudejarismo americano; así como de la misma forma no entenderíamos la esencia europea sin la aportación del pensamiento árabe o judío medieval. Subrayar, trazar y descubrir dichos puentes es una de las tareas que nos planteamos en el proyecto Cátedra Al-Andalus de la Fundación Tres Culturas, por ejemplo.
Pero la cultura como tal, y el mestizaje, no viajan solos sino que tienen un vehículo que consideramos importantísimo y al que hemos dedicado numerosos análisis y encuentros a lo largo de estos años de trabajo. Nos referimos al fenómeno de la emigración. Pero, yendo un poco más lejos, no vamos a tratar el fenómeno migratorio desde un punto de vista social o económico, vertientes que muy a menudo llegan a eclipsar otras caras del prisma que constituye la emigración, sino que pretendemos asomarnos a esa relación que se produce entre la emigración y la cultura, precisamente porque muchos de nuestros grandes maestros en diferentes campos del saber son y han sido producto de la emigración, recordemos tan sólo a Picasso o a Francisco Ayala.
Y es que se emigra por diferentes razones. Una puede ser por motivos económicos, y es esa emigración la que a su vez suele generar lástima y repulsa por parte de la sociedad de acogida. Pero también se emigra por otras causas, como la falta de libertad de expresión, motivos políticos, o el simple deseo de conocer, en sentido amplio. En cualquier caso, el emigrante no viaja solo tampoco, sino que trae consigo todo un bagaje cultural, lingüístico y religioso, que se fusiona, cambia o evoluciona de forma individual, constituye su experiencia vital y tiene reflejo en su propia producción cultural, sea ésta de la índole que sea. Y en torno a él se crea un espacio, a veces físico y patente en las ciudades; en otros se constituye, y no de menor importancia, un espacio intelectual, la onda generada por su propia obra y que acaba también influyendo en su entorno, de modo que ni el creador emigrante ni la cultura de la sociedad en la que vive serán ya los mismos. Se ha producido un interesante fenómeno de hibridación cultural del que afloran influencias diversas, que ya no pertenecen a ningún sitio, pues como nos recordaba Juan Goytisolo “el mundo es la casa de los que no la tienen”.
Por todo esto hemos trazado en este número un mapa de la creación y de la emigración, estableciendo un recorrido que nos llevará a conocer las rutas de esa emigración y exilio cultural, desde las obras de artistas, escritores o dibujantes de Oriente Próximo en otros países, al encuentro con otra lengua y lo que supone para un creador emigrado escribir, pensar y sentir en otro idioma distinto al suyo. Conoceremos las razones de los exilios y su reflejo en la producción artística y el resurgir de la música árabe en la sociedad francesa y su irrupción en la industria discográfica internacional, poniendo voz a las historias de la emigración; sin dejar de lado la depuración de los símbolos e imágenes en el arte moderno y la fotografía, o el cine germano-turco.
Como toda historia vital, la realidad de la creación en el exilio o en la emigración no está exenta de dolor, pero tampoco de felices encuentros.