Laryssa Chomiak
Directora del Centre d’Etudes Maghrebines de Túnez (CEMAT). University of Maryland [+ DEL AUTOR]

Trazando el mapa de la disensión en el Túnez de Ben Ali

Hace aproximadamente 100 años, en 1914, el pintor suizo Paul Klee se embarcó en un viaje a Túnez acompañado por sus contemporáneos Albert Macke y Louis Molliet. El viaje de Klee a Túnez marcó un punto de giro importante en su carrera artística, pasando de bocetos sombríos a las imágenes lúdicas, naif y llenas de color que generalmente asociamos con su obra. La temporada que Klee pasó en el centro turístico de Hammamet, su breve estancia en el idílico pueblo mediterráneo de Sidi Bou Said, y su viaje al corazón religioso de Túnez, Kairuán, despertaron en él una nueva conciencia del color, inspirada por radiantes y terrosos tonos rojizos, turquesas brillantes, casas salpicadas de blanco y una vegetación exuberante. Sin embargo, aquella vibrante representación de Túnez, que en aquel momento estaba bajo el gobierno de Francia, no tiene nada que ver con el Estado policial consolidado por el expresidente Zin al-Abidín Ben Ali, que gobernó el país durante 23 años consecutivos desde 1987 hasta 2011. El 14 de enero de 2011, un movimiento populista en todo el país sentó precedente en el mundo árabe al obligar a Ben Ali a dejar el poder y poner fin a años de dictadura y de corrupción política y económica. Solo unos pocos días antes de la Revolución, los jóvenes tunecinos destruyeron un simbólico culto a la personalidad en forma de carteles y estatuas que durante décadas habían ensombrecido la belleza natural de este país que, en un momento de su historia, inspiró a artistas y escritores. De este modo, los tunecinos consiguieron lo que hasta ese momento había sido inconcebible: la expulsión y destrucción simbólica de un dictador al que se conocía con sorna entre los vecinos norteafricanos de Túnez como el “Pinochet del Mediterráneo”.

El presidente Zin al-Abidín Ben Ali

El presidente Zin al-Abidín Ben Ali (i) visitando a Mohammed Bouazizi en el hospital en el que era atendido tras su intento de suicidio y en el que falleció el 5 de enero, 9 días antes de la huída del presidente. Ben Arous, Túnez, 28 de diciembre de 2010. /EFE

Ben Ali fue restringiendo las libertades individuales y los derechos políticos cada vez más, a la vez que elaboraba un discurso artificial de proteccionismo económico y liberalismo político

Los periodistas y los observadores se afanaron por identificar rápidamente la chispa que había llevado a los tunecinos a tomar las calles en diciembre de 2010

En el primer aniversario de la Revolución de Túnez sigue siendo difícil reconstruir de manera clara cuales fueron los factores que desencadenaron este trascendental evento histórico. Tradicionalmente, las revoluciones se suelen asociar con masas de gente tomando las calles, gritando y exigiendo cambios políticos radicales. Los catalizadores de protestas como estas suelen ser: crisis económica, políticas autoritarias, corrupción entre las élites, incumplimiento o revocación de derechos básicos y políticas deshonestas como la celebración de elecciones falsas o las sanciones a partidos de la oposición por parte del Estado. En Túnez, todos estos factores estaban presentes antes de la Revolución, pero no se prestó mucha atención a cómo podían interactuar entre sí estos distintos elementos para culminar en un movimiento revolucionario que triunfara. La crisis económica global de 2008 afectó a Túnez gravemente a través del turismo, la inversión extranjera y un desempleo que crecía rápidamente. Ben Ali fue restringiendo las libertades individuales y los derechos políticos cada vez más, a la vez que elaboraba un discurso artificial de proteccionismo económico y liberalismo político, incluso de democracia. A pesar de estos corruptos desarrollos socioeconómicos y políticos, había agitación por debajo de las apariencias de la política oficial, y se estaban formando núcleos de resistencia por todo el país, incluso antes de las protestas de diciembre de 2010.

Cuando los tunecinos gritaron Ben Ali dégage! (¡Ben Ali, vete!) el 14 de enero al ocupar la avenida principal Habib Burguiba en el centro de la ciudad de Túnez, los periodistas y los observadores se afanaron por identificar rápidamente la chispa o la causa que había llevado a los tunecinos a tomar las calles en diciembre de 2010. Desde entonces, la historia ya se ha consolidado. Mohammed Bouazizi, un joven vendedor de fruta de la ciudad de Sidi Bouzid, en la zona centro-sur del país, se prendió fuego el 17 de diciembre de 2010. Bouazizi estaba protestando porque su mercancía y su licencia habían sido confiscadas, además de por haber sido humillado públicamente por un funcionario de la oficina municipal local. Tras la dramática autoinmolación pública de Bouazizi se desencadenó una ola de protestas que recorrió el sur subdesarrollado de Túnez, culminando finalmente en un movimiento nacional que se convirtió en la Revolución del 14 de enero. Sin embargo, aún hoy sigue sin estar claro si fue la autoinmolación de Bouazizi lo que desencadenó la ola de protestas o si el catalizador fue la orden de Ben Ali a las fuerzas de seguridad para que dispararan con munición, y que dio como resultado la muerte de 200 manifestantes. Aún más importante, ninguna de las dos hipótesis nos permite comprender la bola de nieve que generaron las protestas localizadas para poder llegar a alcanzar una escala nacional. En estas páginas haré un repaso de las políticas dictatoriales del régimen de Ben Ali, y describiré como se fueron formando los núcleos de resistencia a lo largo del tiempo, años antes del incidente de Mohammed Bouazizi.

El país que vivió sofocado por un culto político a la personalidad, sobrecargado de carteles con la imagen del expresidente, se ha renovado con nuevas y fervientes voces y personalidades políticas

Cuando la política choca

Durante el último año Túnez ha cambiado radicalmente de ser un Estado policial, inquietante pero ordenado, a convertirse en un dinámico y vibrante país en transición. El país que vivió sofocado por un culto político a la personalidad, sobrecargado de carteles con la imagen del expresidente así como de estatuas y banderas con el número 7, la fecha en la que Ben Ali accedió al poder en 1987, se ha renovado con nuevas y fervientes voces y personalidades políticas. La política dictatorial de Ben Ali funcionaba como tentáculos que alcanzaban prácticamente cada aspecto de la vida pública y privada. En sus 23 años de mandato, Ben Ali consolidó su poder político a través del ya desaparecido RCD (Rassemblement Constitutionnel Démocratique, Agrupación Constitucional Democrática), controlando la política nacional y local. Para desviar la atención de la tendencia dictatorial de un Estado con un solo partido, Ben Ali organizaba elecciones presidenciales y parlamentarias falsas, a las que él o el RCD se presentaban, en realidad sin ninguna competencia, exceptuando a los siete o nueve partidos de oposición controlados por el Estado que “ganaban” entre el 1 y el 5 por ciento de los escaños del parlamento. Algunos de los partidos más populares, como el islamista ­al-Nahda, se prohibieron solo un año después de que Ben Ali accediera al poder y de que la dirección del partido liderado por Rachid Ghannouchi se autoexiliara en Londres. Otros partidos de oposición, como Ettakatol (Forum Démocratique pour le Travail et les Libertés, FTDL), existía de manera legal bajo Ben Ali, pero eran acosados sistemáticamente y coartados en sus actividades políticas. La inercia política de Túnez quedó de manifiesto de manera más clara en el acoso, encarcelamiento y tortura de los seguidores de partidos de la oposición (especialmente al-Nahda y el Partido Comunista de los Trabajadores Tunecinos de Hamma Hammami), activistas a favor de los derechos humanos y de la libertad en Internet, así como periodistas, escritores y blogueros críticos al régimen.

 

La política dictatorial de Ben Ali funcionaba como tentáculos que alcanzaban prácticamente cada aspecto de la vida pública y privada

El joven yerno de Ben Ali, Sajer al-Materi, se había convertido en uno de los hombres de negocios más destacados de la región, poniendo en marcha numerosas iniciativas multimillonarias

Económicamente, el régimen de Ben Ali consiguió hacerse con los recursos económicos y las industrias más lucrativas, a través de una pequeña red de familias y élites políticas allegadas a la familia del expresidente y de su esposa Leila Trabelsi. El joven yerno de Ben Ali, Sajer al-Materi, por ejemplo, se había convertido en uno de los hombres de negocios más destacados de la región, poniendo en marcha numerosas iniciativas multimillonarias a través de su brazo económico, Groupe Princess Holding. En los últimos tres años del gobierno de Ben Ali, al-Materi invirtió en un plan de privatización exhaustivo dentro de un marco de lenguaje islámico, probablemente para que la atención no recayera en el apoyo generalizado al islamismo político. Estos planes incluyeron Radio Zitouna, la primera emisora de radio religiosa del país, Banque Zitouna, el primer banco local islámico de Túnez, y fases de inversión agrícola Zitouna que aumentarían la producción de aceituna dirigida a la exportación principalmente. En 2009, Sajer al-Materi se incorporó al comité central del RCD, inmediatamente antes de las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre de 2009, convirtiéndose en la máxima expresión de la difuminada frontera que existía entre economía y política en el Túnez de Ben Ali.

Desempleados se concentran reclamando empleo en las minas

Desempleados se concentran reclamando empleo en las minas ante l a sede de la Compañía de Fosfatos de Gafsa (CPG). Movilizaciones similares en 2008 provocaron graves disturbios que se extendieron entre los estudiantes de todo el país. Metlawi, Túnez, 16 de febrero de 2011. /EFE

En aquellos años, los rumores y las historias sobre los excesos del clan de Ben Ali circulaban entre los tunecinos de manera cotidiana, sin hacer nunca referencia directa al expresidente, su esposa o cualquier otro familiar cercano. Sin embargo, la dicotomía existente entre la vida de derroche de la élite gobernante y la realidad económica a pie de calle ‒un alto nivel de desempleo, acceso limitado a los recursos económicos, pocas perspectivas de desarrollo profesional o de empleo después de completar la educación secundaria o universitaria‒ era algo cotidiano en la vida de los tunecinos. Además, cuando los efectos de la crisis financiera global de 2008 comenzaron a salpicar a Túnez causando un descenso dramático en el turismo procedente de Europa y una disminución de la inversión financiera que redujo aún más las oportunidades de empleo, Ben Ali respondió con un discurso de proteccionismo económico. De acuerdo con la versión oficial, el Estado protegería a Túnez de la crisis económica, ya que el propio régimen crearía puestos de trabajo y se estimularía el turismo a través de viajes organizados con todo incluido a precios que seguían resultando más baratos que la vida cotidiana en Europa.

Con este escenario de corrupción política y económica, un suceso fundamental y a menudo no examinado suficientemente fue la publicación de Wikileaks o “Tunisleaks”, en el otoño de 2010. Un documento oficial que describía la corrupción de Ben Ali fue difundido por primera vez entre los tunecinos que durante años habían vivido asfixiados por un régimen que prometía desarrollo, progreso y nuevas oportunidades. Wikileaks expuso un choque de políticas en el que las injusticias políticas y económicas cotidianas de los tunecinos aparecían yuxtapuestas a los excesos económicos y la política falaz de las élites. Y lo que es más importante, Wikileaks más que exponer confirmó las muchas historias y rumores que llevaban décadas circulando.

Un suceso fundamental y a menudo no examinado suficientemente fue la publicación de Wikileaks en el otoño de 2010. Un documento oficial que describía la corrupción de Ben Ali fue difundido por primera vez entre los tunecinos

La dicotomía existente entre la vida de derroche de la élite gobernante y la realidad económica a pie de calle era algo cotidiano en la vida de los tunecinos

Arquitectura de la disensión

Bajo Ben Ali, la política tunecina era equivalente sobre todo a un Estado policial robusto, a corrupción y la práctica imposibilidad de disentir políticamente. Sin embargo, las imágenes perpetuadas por periodistas y especialistas no daban fe de los muchos núcleos de disconformidad que existían en todo el país en muy diversos ámbitos. Los tunecinos llevaban años cuestionando los límites de lo permitido de muy variadas maneras, desde consignas contra el régimen gritadas colectivamente en partidos de fútbol, de manera parecida a lo que sucedía en los partidos de fútbol en Egipto bajo el régimen de Mubarak, a la subversión en la prensa escrita parcialmente controlada, las provocadoras viñetas y columnas políticas en la prensa de la oposición, como Ciudadanos y no Súbditos, o el activismo en Internet a través de las redes sociales. Estas circunstancias de disenso ya existentes constituyeron la base de numerosos movimientos de protesta, incluyendo las protestas de diciembre de 2010 que culminaron en la revolución tunecina. Por ejemplo, en 2008, estallaron protestas en la ciudad minera de Gafsa, en el suroeste, y en las poblaciones vecinas de Redeyef y Metlawi. Las protestas callejeras comenzaron en enero y febrero en contra de los procedimientos de contratación injustos de la empresa estatal Gafsa Phosphate Company (CPG). De manera similar a Sidi Bouzid, solo 100 kilómetros al norte de Gafsa, la región padecía una tasa de desempleo extremadamente elevada. Los desempleados en busca de trabajo creían que CPG había llegado a un acuerdo con la oficina local del sindicato Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT) para cubrir los puestos vacantes a través de redes familiares y no basándose en el méritos de los aspirantes.

Los tunecinos llevaban años cuestionando los límites de lo permitido de muy variadas maneras, desde consignas contra el régimen gritadas colectivamente en partidos de fútbol al activismo en Internet

Las protestas callejeras contra la empresa y el sindicato fueron creciendo como una bola de nieve hasta convertirse en un movimiento más amplio que se extendió por toda la región de Gafsa y se rebeló contra el desempleo, la injusticia social, la represión y el descuido del régimen de Ben Ali para con la región. Mineros y sus esposas, maestros locales, jóvenes ignorados e incluso algunos miembros de las agencias sindicales locales se sumaron a las protestas semanales.

Tunisie en Blanc fue algo asombroso, por el hecho de que los jóvenes activistas consiguieron movilizar a miles de tunecinos dentro del país más allá de la capital, además de en París, Montreal o Nueva York

La prensa tunecina controlada por el Estado nunca se hizo eco de la expansión del movimiento de protesta, a pesar de que los periódicos de la oposición informaban sobre las protestas de manera regular, lo cual llevó a tres periodistas a ser encarcelados. Sin embargo, las protestas continuas llamaron la atención de jóvenes activistas, muchos de ellos afiliados al Partido Comunista Tunecino de los Trabajadores (PCOT en sus siglas francesas), en los campus universitarios de las principales ciudades de todo Túnez, así como de la diáspora tunecina en París y Montreal. Estos estudiantes se comprometieron a apoyar la lucha de los trabajadores del empobrecido sur del país organizando una jornada de solidaridad en la ciudad de Túnez el 4 de abril de 2008, formando grupos de solidaridad nacional para los mineros y los manifestantes y difundiendo información sobre las protestas en Facebook. Las manifestaciones de Gafsa/Redeyef se transformaron velozmente; el movimiento de protesta en contra de una empresa local pasó a convertirse en un movimiento político más amplio con unos objetivos concretos. Los manifestantes salían a las calles todas las semanas a exigir explícitamente al gobierno más puestos de trabajo y una mayor justicia social. En respuesta, Ben Ali ordenó a sus fuerzas de seguridad que entraran en Gafsa y sofocaran las protestas, lo cual resultó en la muerte de dos manifestantes en junio. Los activistas de todo el país y en el extranjero continuaron difundiendo la historia de lo sucedido en Gafsa/Redeyef, así como de la violenta reacción ordenada por el Estado, a través de Facebook, ante lo cual Ben Ali clausuró la red social el 18 de agosto de 2008. Se justificó esta medida alegando cuestiones de seguridad nacional y amenazas terroristas, tal y como haría al sofocar las protestas de 2010, pero hubo que reabrir la popular red social el 3 de septiembre en respuesta a una campaña internacional que sumó 1 millón de firmas en contra del bloqueo. Los detalles de las protestas de 2008 son cruciales para comprender las posteriores oleadas de resistencia por tres motivos: (1) los tunecinos estaban dispuestos a tomar las calles y exigir reformas; (2) los activistas avispados ya estaban haciendo uso de redes sociales populares en Internet; y (3) las protestas localizadas tenían potencial para convertirse en movimientos más amplios.

Las manifestaciones de Gafsa se transformaron velozmente; el movimiento de protesta en contra de una empresa local pasó a convertirse en un movimiento político más amplio con unos objetivos concretos

carteles con la imagen del ex presidente Ben Ali

Uno de los omnipresentes carteles con la imagen del ex presidente Ben Ali aparece medio arrancado del lateral de un bloque de viviendas. Ariana, Túnez, 16 de enero de 2011. /EFE

 

El último intento importante de protesta que precedió la Revolución del 14 de enero de 2011 fue una creativa iniciativa en Facebook y Twitter en contra de la censura en Internet puesta en marcha en mayo de 2010 por seis jóvenes activistas tunecinos, entre los cuales se encontraba Slim Amamou o Slim 404. El evento en dos partes, titulado Tunisie en Blanc (Túnez de blanco), convocaba una protesta tradicional delante del Ministerio de Tecnología y Comunicación en el centro de la ciudad de Túnez, así como un discreto flashmob o acción de multitud instantánea. Los participantes en esta segunda acción debían ir vestidos de blanco y simplemente tomarse un café en una de las muchas cafeterías de la avenida Habib Burguiba, el bulevar principal que atraviesa la ciudad y que se convertiría en el escenario principal de la Revolución de enero de 2011. Los organizadores explicaban que una avenida entera vestida de blanco sería algo mucho más efectivo y elocuente que una protesta tradicional. Tunisie en Blanc fue algo asombroso, por el hecho de que los jóvenes activistas consiguieron movilizar a miles de tunecinos dentro del país más allá de la capital, además de en París, Montreal, Nueva York, Accra y otras ciudades de todo el mundo. Apoyándose sobre todo en Facebook, los organizadores de la protesta utilizaron un medio que era poco probable que el gobierno bloqueara después del incidente de 2008. Para garantizar la difusión de la campaña Tunisie en Blanc los activistas lanzaron el evento solo unos pocos días antes de las actividades previstas para el 22 de mayo de 2010. En los días que precedieron a las acciones de protestas planeadas se desencadenó una serie de dinámicas importantes. De los aproximadamente 6.800 invitados a través de Facebook, 1.300 indicaron que no asistirían, 780 aseguraron que acudirían y otros 440 se decantaron por la opción “quizás asista”. En un momento en el que los tunecinos vacilaban a la hora de expresar sentimientos contrarios al régimen en público, resultaba sorprendente la respuesta afirmativa de más del 10% de los que recibieron esta invitación, a la que se rogaba contestar, a un evento público que hacía referencia a una de las principales quejas de los defensores de la democracia y de los derechos de todo el mundo. Además, aquellos que sentían curiosidad por el evento y los que estaban dispuestos a participar entablaron un prolongado debate en el muro del evento en Facebook, reflexionando sobre el significado de la libertad, la participación política y las estrategias de protesta más efectivas. La acción Tunisie en Blanc fue aplastada por las fuerzas de seguridad de Ben Ali el día en que iba a tener lugar, el 22 de mayo de 2010. Los principales organizadores, Slim 404 y Yassine, fueron retenidos en el Ministerio del Interior después de intentar obtener autorización para la manifestación que iba a tener lugar delante del mismo. Según iban congregándose grupos de tunecinos vestidos de blanco en las cafeterías, las fuerzas de seguridad comenzaron a dispersar a todo el que fuera vestido de este color, incluso a personas que no estaban al corriente de la iniciativa. Al igual que sucedió con el movimiento de Gafsa/Redeyef en 2008, una campaña de movilización por Internet se convirtió en una muestra importante de la disposición de los tunecinos y de lo que estaban dispuestos a hacer: (1) los tunecinos, especialmente la generación más joven y experimentada con Internet, estaban más que dispuestos a participar políticamente; (2) estaban dispuestos a expresar su apoyo públicamente en un entorno de férreos controles y censura; (3) muchos se involucraron en un debate de gran carga política sobre los deberes civiles y la ciudadanía, cuestionando el fingido papel de ciudadano obediente a Ben Ali; (4) se generó un debate sobre las técnicas de protesta más efectivas bajo la dictadura; y (5) existía un compromiso extendido a participar en actividades contrarias al régimen.

Las redes sociales no constituyen en sí mismas las causas de una revolución, pero el modo en que los activistas tunecinos las utilizaron para sortear el discurso oficial del régimen permitió difundir información sobre eventos violentos reales de manera rápida

Después de 7 meses…

Algunos de los activistas que promovieron Tunisie en Blanc y contribuyeron a formar el grupo de solidaridad nacional del movimiento Gafsa/Redeyef de 2008 pasaron a ser unos de los principales organizadores de las protestas que tuvieron lugar en todo el país y que finalmente hicieron caer a Ben Ali. Para cuando Ben Ali ordenó a las fuerzas de seguridad que reprimieran violentamente las protestas que sucedieron a la autoinmolación de Mohammed Bouazizi, y más tarde ordenó al ejército entrar en las ciudades y poblaciones del sur, los activistas ya habían desarrollado una gran destreza difundiendo información por Facebook, Twitter y Vimeo. Desde luego, las redes sociales no constituyen en sí mismas las causas de una revolución, pero el modo en que los activistas tunecinos utilizaron estos portales para sortear el discurso oficial del régimen de Ben Ali permitió difundir información sobre eventos violentos reales de manera rápida. En diciembre de 2010 y enero de 2011, Ben Ali repitió su error de 2008: exacerbar la furia de ciudadanos de a pie que exigían reformas políticas refiriéndose a sus valientes reacciones como acciones terroristas. De esta manera, sus discursos públicos, en los que proclamaba que comprendía a su pueblo y que crearía puestos de trabajo y eliminaría la censura de Internet (demandas de los dos movimientos de protesta anteriores), se encontraban con cada vez más indignación y resentimiento. Las revoluciones captan el choque inevitable entre la política corrupta de las élites gobernantes y las realidades sociopolíticas a pie de calle. Mientras que la política del régimen de Ben Ali era ilegítima y cada vez más falsa, los que la padecían a diario reaccionaban participando de una realidad política completamente diferente. Esta realidad la configuraba una diversidad de núcleos de disensión, desde protestas tradicionales en zonas mineras y astutas campañas de movilización por Internet a momentos de resistencia a través de consignas lanzadas en partidos de fútbol, subversión en los medios de comunicación e incluso críticas al régimen en las artes escénicas. En todas y cada una de estas situaciones, los tunecinos intentaron activamente entablar un diálogo con una dictadura que había perdido completamente el contacto con su propio pueblo. La Revolución tunecina del 14 de enero de 2011 marcó el fin de la voluntad de los ciudadanos tunecinos de contar con Ben Ali después de años de represión y humillación. El eslogan revolucionario que expresa con más pureza este sentimiento colectivo es el grito final “Game Over!”

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