Sociedad civil y democracia. Evolución histórica
En su influyente ensayo sobre la construcción teórica y filosófica de la idea de sociedad civil y su desarrollo histórico, Charles Taylor (1990: 102-119) propone tres “modelos” de sociedad civil definidos dentro de la modernidad occidental. En términos generales, la sociedad civil existe allí donde “existen asociaciones libres, no tuteladas por el poder del Estado”. Pero esta definición supone un enfoque limitado y minimalista de la sociedad civil. En el segundo modelo, sin embargo, la sociedad civil ya se percibe política y éticamente como parte integral de una buena sociedad. En este modelo se considera que la sociedad civil existe “dondequiera que la sociedad como conjunto pueda estructurarse por sí misma y coordinar sus acciones a través de dichas asociaciones libres sin estar sometidas a la tutela del Estado” con miras a una buena sociedad. Esta definición cargada de contenido político y ético implica que la vida social de cualquier país se puede organizar independientemente, sin participación del Estado, y coordinar sus actividades a través de organizaciones voluntarias y transmitir sus necesidades a la esfera política a través de dichas organizaciones. Este modelo es el que se encuentra en los movimientos democratizadores que tuvieron lugar en Europa Central y del Este en la década de los noventa y en América Latina durante los años ochenta. Fue la sociedad civil la que dio sentido a la transición a la democracia desde gobiernos militares o regímenes autoritarios.
Aunque presente cierta continuidad con su pasado otomano, el nacimiento de Turquía supuso una ruptura con su pasado en la medida en que se hizo a imagen de una élite burocrática culta y cualificada
El tercer modelo concibe a la sociedad civil como “una alternativa o complemento del segundo sentido” y se refiere al “conjunto de asociaciones (sin la tutela del Estado) que pueden determinar o modelar significativamente el curso de la política estatal” (Taylor 1990: 104). Al asociar la sociedad civil con la consolidación de la democracia es esta tercera línea de pensamiento la que proporciona el marco conceptual apropiado para explorar la forma en la que la sociedad civil y la consolidación democrática se articulan entre sí. Al emplear algunos aspectos del primer y del segundo modelo, el tercer enfoque intenta vincular la sociedad civil como vida asociativa al concepto más amplio de una gobernanza buena y democrática de la sociedad. Así, este modelo (1) considera a la sociedad civil como un instrumento eficaz para resolver problemas sociales; (2) destaca que la sociedad civil puede cooperar con el Estado y con los actores políticos para solucionar dichos problemas; (3) se rebela contra el uso de la sociedad civil por parte del Estado y de los actores políticos como un factor para legitimar su posición y sostiene que la sociedad civil debe ser un actor principal en los esfuerzos encaminados a proporcionar efectividad, eficacia y transparencia al Estado; (4) sugiere que la sociedad civil juega un papel importante para garantizar que la sociedad se organiza a partir de una “ciudadanía activa”, desde asuntos locales o micronivel a un nivel nacional o macronivel; (5) añade que la sociedad civil también es importante para fundamentar las relaciones entre diferentes identidades, actores sociales y sectores de la sociedad sobre bases democráticas; y (6) concluye que, en el mundo actual, la sociedad civil es clave para asegurar un reparto democrático y justo de los derechos y responsabilidades por parte del Estado, de la sociedad y de los individuos así como por diferentes identidades. Este modo de concebir la sociedad civil deriva de los recientes debates sobre democracia, modernidad y globalización, situándola fuera de la sociedad política y económica, y la percibe como un tercer espacio en el que la vida civil se articula en asociaciones y en el que se inicia el debate público en busca de una sociedad mejor (Keyman y Içduygu 2005).
La historia de la Turquía moderna ha sido, y continúa siendo, un proceso de modernización que implica una referencia importante a la cuestión de la democratización
Durante el periodo 1923-1950, no hubo ningún avance en la sociedad civil que condujese a una mayor participación de los grupos sociales en la política
A continuación expondré un breve análisis de la historia moderna de Turquía desde la perspectiva de la sociedad civil y de la democracia. Esto nos permitirá ejemplificar el desarrollo histórico de la sociedad civil pasando de ser simplemente una vida asociativa bajo la tutela del Estado a ser un tercer espacio formado por un conjunto de asociaciones que tienen el potencial de contribuir a una gobernanza buena y democrática de la sociedad. Esta interpretación también mostrará cómo la sociedad civil y la democracia se han ido articulando entre sí durante los últimos años.
LA MODERNIDAD ESTATOCÉNTRICA Y LA SOCIEDAD CIVIL EN TURQUÍA (1923-1980)
Aunque presente cierta continuidad con su pasado otomano, el nacimiento de Turquía supuso una ruptura con su pasado en la medida en que se hizo a imagen de una élite burocrática culta y cualificada, conocida como élite kemalista, guiada por los intereses del Estado, como un Estado-nación republicano moderno. La élite kemalista se centró en el ideal de “salvar al Estado” y llevó a cabo un empeño de modernización rápida a través de reformas desde las altas esferas del poder con el propósito de, en palabras de Atatürk, “alcanzar el nivel de la civilización occidental”. El proceso de “elaboración” de la República de Turquía incluía el establecimiento de los prerrequisitos políticos, económicos e ideológicos de la modernidad occidental tales como la creación de un Estado-nación independiente, el fomento de la industrialización y la construcción de una identidad nacional laica y moderna. La modernidad occidental se consideraba el camino hacia una Turquía moderna y hacia su existencia como un Estado-nación moderno en su forma más completa.
Los radicales cambios económicos y culturales y la globalización durante los años ochenta motivaron que Turquía fuese testigo de la aparición de la idea de sociedad civil como un área vital para la democratización
Esta “elaboración” de una Turquía moderna sigue siendo un proceso continuo, multidimensional y complejo que ha acarreado, no obstante, una serie de rupturas importantes. La primera ruptura fue la transición a una democracia parlamentaria entre 1945 y 1950. A pesar de varias crisis en el régimen e importantes déficits democráticos, la historia de la Turquía moderna ha sido, y continúa siendo, un proceso de modernización que implica una referencia importante a la cuestión de la democratización. La exposición de Turquía a la globalización durante la década de los ochenta condujo a otra ruptura, y la globalización se convirtió en el contexto histórico global de la transformación de Turquía en una economía de libre mercado altamente integrada en la globalización. También dio lugar a que “lo nacional” se encontrase atrapado entre las fuerzas internacionales y la dinámica local. Por tanto, durante los años ochenta, pero sobre todo desde los noventa, el proceso de modernización turco incluía no solo la democratización del país, sino también su exposición a la globalización. En el año 2000, Turquía se enfrentó a otra ruptura. En diciembre de 1999, durante la cumbre de Helsinki, el Consejo de Europa concedió al país el estatus de candidato para entrar en la UE. Desde entonces, Turquía se ha visto sometida a un proceso de transformación europea que ha afectado a casi todas las áreas del gobierno y a la interacción entre Estado y sociedad/individuos.
Las organizaciones de la sociedad civil fueron extremadamente importantes para introducir en la sociedad turca el lenguaje de los derechos y las libertades, el discurso del individualismo y la idea de una democracia participativa
Durante el proceso de evolución de la modernidad turca, con constantes fases de ruptura, la sociedad civil también ha evolucionado, convirtiéndose en un actor complejo e importante de la democracia y de la buena gobernanza. Se puede afirmar incluso que durante el periodo 1923-1950, el lugar de la sociedad civil turca era inexistente. En este periodo no hubo ningún avance en la sociedad civil que condujese a una mayor participación de los grupos sociales en la política. Ni tampoco existía una sociedad civil independiente del Estado que estuviera preparada para exigir la protección de los derechos y libertades civiles. Sin embargo, decir que la sociedad civil, tal como opera generalmente en el contexto de modernidad, no apareció en la modernidad turca no implica que durante el periodo de resurgimiento y de consolidación de la modernidad no surgiera vida asociativa en el país. Al contrario, tanto la tradición de un Estado fuerte y el desarrollismo nacional atrajeron a una sociedad activa para apoyar el proceso de modernización y contribuir a alcanzar el nivel de civilización contemporáneo. Esta vida asociativa incluía organizaciones profesionales públicas, fundaciones, cooperativas y asociaciones (Içduygu y Keyman, 2005). Estas organizaciones eran las unidades constitutivas de la modernidad estatocéntrica turca, actuaban de acuerdo al principio de “una división del trabajo entre los servicios y los deberes” para la modernización, y estaban destinadas a activar la transformación, desde las escalas más altas a las más bajas, de lo que se consideraba una sociedad atrasada-tradicional en una estructura progresista-moderna. También servían como espacio institucional dentro del cual se reproducía la unión entre el Estado y el modelo republicano de ciudadanía. De hecho, la vida asociativa estaba ligada a una interpretación de la ciudadanía basada en los deberes que operaba concediendo prioridad moral a los servicios prestados al Estado y a la nación sobre los derechos y las libertades.
GLOBALIZACIÓN Y TRANSFORMACIÓN DE LA MODERNIDAD TURCA (1980-2000)
Puede decirse que el modelo de vida asociativa estatocéntrico, que concede prioridad a las obligaciones hacia el Estado sobre los derechos y las libertades de los individuos, y que condujo a una interpretación de la ciudadanía turca basada en estas obligaciones, prevaleció después de la transición a la democracia hasta los años ochenta. Es decir, la transición a un sistema parlamentario multipartido en 1945 no alteró la vida asociativa existente. Aunque la transición a la democracia simbolizó un conjunto de avances en los que la vida política comenzó a articularse a partir de un eje izquierda-derecha y la vida económica ya contaba con un cierto nivel de liberalización, la vida social y cultural no contaba con organizaciones independientes del Estado. Pero fueron los radicales cambios económicos y culturales y su exposición a la globalización durante los años ochenta los que motivaron que Turquía fuese testigo de la aparición de la idea de sociedad civil como un área vital para la democratización y de la aparición de diferentes organizaciones de la sociedad civil como actores de una nueva vida asociativa basada en derechos y libertades civiles.
Tras el golpe de Estado militar de 1980 y la posterior restauración de la democracia, acontecimientos internos como la liberalización económica durante la década de los ochenta y noventa, y acontecimientos internacionales como el fin de la Guerra Fría, la aparición de un “nuevo orden mundial” y la integración europea prepararon el camino para la transformación de la modernidad turca. Durante la década de los ochenta, pero sobre todo durante los noventa, la modernidad turca y su modelo estatocéntrico de gobernar a la sociedad desde el poder se enfrentaron a una grave crisis de legitimidad y representación. Una serie de importantes cambios y transformaciones dieron lugar a esta crisis. En primer lugar, paralelamente a los cambios en la economía mundial que tuvieron lugar durante los años ochenta, enmarcados en el contexto de la aparición y consolidación del discurso neoliberal de la lógica del libre mercado, la ideología del desarrollismo nacional se había vuelto insostenible. El paso de una industrialización fundamentada en la sustitución de importaciones a una industrialización basada en promocionar las exportaciones, y la exposición de la economía turca a la globalización económica disminuyeron considerablemente el poder y la legitimidad del desarrollismo nacional. El Estado ya no podía usar esta ideología como un mecanismo eficaz para dictar las reglas de la esfera económica que regulan la economía. Por el contrario, desde la década de los ochenta, la economía turca se ha ido encuadrando en la lógica del libre mercado. La reglas que regían las relaciones Estado-economía pasaron a ser dictadas por el discurso neoliberal del individualismo, del libre mercado y de una intervención mínima del Estado. Esta transformación también dio lugar a imperativos de los derechos y las libertades individuales, subrayó la importancia de la democratización de las relaciones Estado-sociedad, y creó el marco para la influencia positiva y transformadora del proceso de integración europeo para crear un Estado eficaz y efectivo (Özbudun y Keyman 2002: 303-5).
En los noventa, las cuestiones identitarias reemplazaron a las de la sociedad civil, la seguridad reemplazó a la democracia y el deseo de proteger el régimen republicano reemplazó a la protección y la expansión de los derechos y las libertades
En segundo lugar, durante este periodo surgieron las políticas de identidad/diferencia que han ido ganando relevancia y efectividad hasta hoy día. En este contexto, tanto el resurgimiento del islam como el de la “cuestión kurda” han iniciado, a su manera, un importante reto para la modernidad turca y han contribuido por tanto al proceso de fragmentación de la cultura política en Turquía. El resurgimiento del islam como un actor político, económico y cultural importante rechazaba los fundamentos seculares de la tradición del Estado fuerte. La cuestión kurda, articulada como un lenguaje de diferencias étnicas y como una forma de violencia étnica, ha puesto en tela de juicio la visión orgánica de la sociedad y su supuesto básico de la unidad del Estado y la nación.
En tercer lugar, desde los años ochenta ha habido un aumento cuantitativo progresivo de organizaciones de la sociedad civil y de demandas sociales de la tan necesitada democratización de las relaciones Estado-sociedad. A pesar de las medidas de despolitización de la era post años ochenta, la sociedad civil comenzó a prosperar a mediados de dicha década, siendo el movimiento feminista uno de sus precursores. Este movimiento comenzó como un intento de tomar parte a nivel de las creencias y prácticas cotidianas, y como un modo de establecer un vínculo entre la vida cotidiana y la política. Además de contribuir al aumento de determinados elementos de la sociedad civil como las activistas por los derechos de la mujer, ecologistas e islamistas, la liberación económica también dio lugar a la aparición de “una multiplicidad de actores económicos y de grupos de presión económicos” que aceptaron las reglas y las normas de la globalización económica y demandaban una intervención mínima del Estado (Keyman and Içduygu 2005: 7). Durante este periodo, las organizaciones de la sociedad civil fueron extremadamente importantes para introducir en la sociedad turca el lenguaje de los derechos y las libertades, el discurso del individualismo y la idea de una democracia participativa. Además, estas organizaciones han puesto en tela de juicio el dominio del modelo estatocéntrico de la vida asociativa arraigado a la visión orgánica de la sociedad. A diferencia de esta visión, las organizaciones de la sociedad civil han intentado activar la vida social como algo independiente del Estado, han criticado la tradición del Estado fuerte y su gobierno verticalista de la sociedad, y han transformado el diseño de ciudadanía republicano basado en obligaciones en un diseño activo. Este último conllevaba un énfasis democrático en los principios filosóficos de los derechos y libertades que incluían las demandas de autonomía, pluralismo y democracia tanto por parte de grupos como de individuos.
Durante la última década, Turquía ha estado sujeta a procesos históricos que han conducido a las élites-Estado y a los actores políticos a concebir la seguridad, la democracia y la sostenibilidad económica como asuntos interrelacionados
No fue hasta la década de los ochenta y noventa cuando la idea de sociedad civil empezó a adquirir una similitud tanto en su definición como en su institucionalización con el modo en que la sociedad civil funciona en la modernidad, y a constituirse como una vida asociativa independiente del Estado y como un área vital para la democratización. Durante este periodo, sin embargo, el desarrollo cuantitativo de la sociedad civil no alcanzó importancia cualitativa debido en parte a los problemas organizativos y económicos de las organizaciones civiles. Sin embargo, el principal motivo fue la organización del panorama político del país, sobre todo durante los noventa, basado en el conflicto entre la tradición del Estado fuerte y las políticas de identidad/diferencia. Estas políticas, sobre todo durante los noventa, se iniciaron con la cuestión kurda, cuyas actividades iban desde exigir el reconocimiento de sus derechos y libertades culturales a actos terroristas basados en su afirmación étnica, y con el resurgimiento del islam cuyas actividades eran consideradas por el Estado-élite como un grave peligro para los fundamentos seculares de la República Turca. Por tanto, en los noventa, a medida que las cuestiones identitarias, y no la sociedad civil, se convertían en el elemento central de la política turca, la protección de su identidad secular y la protección de su integridad territorial se convirtieron en el motor principal y primero del Estado para gobernar a la sociedad civil. Por consiguiente, las cuestiones identitarias reemplazaron a las de la sociedad civil, la seguridad reemplazó a la democracia y el deseo de proteger el régimen republicano reemplazó a la protección y la expansión de los derechos y las libertades. Cuanto más se ha propuesto el Estado garantizar la integridad territorial y el secularismo del régimen republicano favoreciendo la seguridad sobre la democracia, y cuanto más se han encuadrado las relaciones Estado-sociedad en las políticas de identidad/diferencia, menos se ha apoyado y fomentado a la sociedad civil y a sus organizaciones como un área vital e importante para la democracia y la estabilidad. De hecho, el Estado-élite, los actores políticos y las políticas de identidad/diferencia “abusaron” de la sociedad civil (Keyman y Içduygu 2003, Özbudun y Keyman 2002).
SOCIEDAD CIVIL, DEMOCRATIZACIÓN Y EUROPEIZACIÓN (2000 HASTA LA FECHA)
Durante la última década, Turquía ha estado sujeta a una serie de procesos históricos importantes que han conducido a las élites-Estado y a los actores políticos a concebir la seguridad, la democracia y la sostenibilidad económica como asuntos interrelacionados, y a percibir a la sociedad civil y a sus organizaciones no de un modo instrumental, sino como actores reales para la democratización. Estos procesos históricos incluyen el gobierno en mayoría del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) desde 2002; la profundización de las relaciones Turquía-UE en forma de negociaciones para una adhesión desde el año 2000, a pesar de los problemas de ambigüedad y confianza que han surgido; la reestructuración institucional de la economía turca desde la crisis económica de febrero de 2001; la creciente visibilidad global del papel fundamental del Estado turco y una política exterior más activa desde los ataques terroristas del 11 de septiembre; y las crecientes demandas nacionales de una Constitución nueva y democrática. A raíz de estos procesos, el Estado fuerte se ha visto sometido a una restructuración radical, situando a la democracia, a la estabilidad económica y a la cohesión social en el centro de la modernidad turca.
La sociedad civil turca se encuentra todavía en una etapa incipiente de desarrollo
Las organizaciones relacionadas con la cuestión de las mujeres, los derechos humanos, el medio ambiente y la reforma educativa parecen ser las más efectivas
En este proceso de transformación, a lo largo de toda la década, el lugar de la sociedad civil se ha ampliado considerablemente. El alcance de los asuntos sobre los que se centran las organizaciones de la sociedad civil se ha multiplicado junto con el incremento cuantitativo del número de asociaciones. Aunque estos procesos históricos, originados a partir de acontecimientos internacionales y nacionales, no hayan tenido necesariamente una influencia directa en el desarrollo de la sociedad civil, sí que la han influenciado en la medida en que destacaron la importancia de la democracia para un Estado política y económicamente estable. También proporcionaron el contexto adecuado para la creciente importancia que tiene –en las mentes de las élites estatales y de los actores políticos y económicos– la sociedad civil para hacer de Turquía un país democrático y económicamente estable.
Sin embargo, una mirada rápida a la naturaleza de estas asociaciones pone de manifiesto que este desarrollo cuantitativo no se corresponde necesariamente con un aumento cualitativo. La mayoría de estas asociaciones voluntarias siguen teniendo grandes dificultades para influenciar las políticas gubernamentales, para mejorar el papel y la internalización de la cultura de una democracia participativa y deliberativa, así como para convertirse en organizaciones sociales efectivas con una capacidad organizativa, económica y de elaboración de políticas sostenible. La dicotomía entre las capacidades cuantitativas y cualitativas de la sociedad civil turca quedó también patente en los resultados del Índice de la Sociedad Civil (ISC), realizado entre 2003-2005, que llevó a cabo una investigación exhaustiva e integral del lugar de la sociedad civil (Bikmen y Meydanoglu 2006). A pesar de su reciente ampliación, el informe del ISC muestra que la sociedad civil turca se encuentra todavía en una etapa incipiente de desarrollo. En particular, la participación de los ciudadanos en la sociedad civil, medida junto a los niveles de afiliación a las organizaciones, sigue siendo bastante baja. No obstante, el porcentaje de participación ciudadana en la sociedad civil parece aumentar cuando no se obtiene en base a la afiliación sino al voluntariado. En este caso, por ejemplo, las organizaciones de mujeres, que cuentan con los porcentajes más bajos de afiliación, son, junto a las organizaciones pro derechos humanos, las que atraen al mayor número de voluntarios.
De hecho, las organizaciones relacionadas con la cuestión de las mujeres, los derechos humanos, el medio ambiente y la reforma educativa parecen ser las más efectivas. A pesar de los graves problemas a los que se enfrentan las mujeres turcas, los avances en la lucha contra la violencia doméstica, las mejoras en la igualdad de género, el inicio de la discriminación positiva para aumentar la inclusión de la mujer en la política, así como la mayor participación de la mujer en la población activa, y la mayor presencia de niñas en la educación primaria y secundaria no se pueden conseguir sin un esfuerzo real y continuo de las organizaciones de mujeres. Del mismo modo, organizaciones pro derechos humanos como la Asociación para los Derechos Humanos (IHD, por sus siglas en turco), la Fundación para los Derechos Humanos de Turquía (TIHV), Asociación para los Derechos Humanos y la Solidaridad con los Oprimidos (Mazlum-Der), la Asamblea de Ciudadanos Helsinki (HYD), la Plataforma Conjunta para los Derechos Humanos (IHOP), Amnistía Internacional Turquía (UAO), Asociación de la Agenda para los Derechos Humanos (IHGD), y el Instituto para los Derechos Humanos de Turquía (TIHAK) se encuentran entre las organizaciones pro derechos humanos más influyentes del país. Además, las organizaciones que se ocupan de cuestiones medioambientales, desde el cambio climático, la lucha contra la construcción de centrales nucleares hasta la protección de la naturaleza oponiéndose a explotaciones mineras, se han multiplicado y ha aumentado su eficacia e influencia. De hecho, en los últimos años, el lugar de la sociedad civil ha empezado a considerarse como un tercer espacio formado por asociaciones que pueden influenciar el curso de la política estatal, si bien con un efecto e influencias todavía limitados. Se promueve como medio para transformar lo que ha sido el principal obstáculo para su desarrollo, a saber, la modernidad estatocéntrica turca y su visión orgánica de la sociedad; también se ensalza como un modo de contribuir a la solución de los problemas de identidad/reconocimiento y de diferencia dentro de una plataforma democrática, y por tanto se espera que actúe como el actor principal de la consolidación democrática. Asimismo, las organizaciones de la sociedad civil como la Iniciativa para la Reforma Educativa, la Fundación Turca para la Educación, la Fundación Sabancı, y otras muchas, han realizado una labor eficaz para mantener la “cuestión de la reforma educativa” en el punto de mira del debate público y han influenciado las propuestas políticas del gobierno.
Sin embargo, cabe destacar que la sociedad civil turca sigue estando sujeta a una serie de problemas y el impacto que las organizaciones de la sociedad civil tienen sobre el curso de las políticas estatales sigue siendo bastante limitado. Paradójicamente, en estos momentos en los que existen grandes expectativas en la sociedad civil en lo que se refiere a su papel positivo en el proceso de transformación de la modernidad turca, es también una época en la que se plantea la necesidad de comenzar un debate crítico y constructivo sobre la sociedad civil. Dicho debate es oportuno y necesario para alcanzar una sociedad civil que exista fuera de la tutela del Estado, que estructure y coordine sus actos a través del conjunto de sus asociaciones, y que influya en el curso de la política estatal conforme a las necesidades de la sociedad como conjunto.
No debemos olvidar que la consolidación de la democracia y el fortalecimiento y la profundización de la sociedad civil son en realidad procesos mutuos y recíprocos
El resurgimiento de la sociedad civil necesita que se desarrolle un “modelo integrador” en el que las asociaciones no solo se centren en sus problemas de organización y económicos, sino que vinculen sus funciones específicas al objetivo más general de contribuir al proceso de democratización a nivel nacional e internacional. La eficacia cualitativa de una sociedad civil con poder transformador depende de la consecución de su doble función, es decir, la sociedad civil como vida asociativa y la sociedad civil como parte integral de una sociedad democrática (a nivel global, nacional y local) y su funcionamiento recíproco y simultáneo. Actualmente, para el desarrollo de una sociedad civil efectiva en Turquía tenemos que tener presente que es de esta presencia simultánea de vida asociativa y sociedad democrática de donde la sociedad civil obtiene su poder transformador.
No debemos olvidar que la consolidación de la democracia y el fortalecimiento y la profundización de la sociedad civil son en realidad procesos mutuos y recíprocos. A medida que la democracia se vaya convirtiendo en la única apuesta, más consolidará la sociedad civil su presencia e importancia en el proceso de democratización, y a la inversa. Una sociedad civil fuerte y activa contribuye a la consolidación democrática, pero a su vez la consolidación democrática ayuda a aumentar la eficacia de la sociedad civil. Una sociedad política autónoma y valorada, con partidos políticos eficaces y representativos, con garantía legal de las libertades de los ciudadanos y una participación activa en la vida política y pública, así como una economía estable e institucionalizada capaz de proporcionar un mínimo de bienestar son claves para la consolidación democrática y la existencia de una sociedad civil activa, que fortalezca la participación en la vida asociativa y produzca unas políticas bien fundamentadas y productivas que se ocupen eficazmente de los problemas de la sociedad con el fin de contribuir a una buena y democrática gobernanza de Turquía.