La telenovela, baluarte de la cultura Siria
La guerra del Golfo de 1990 supuso un cambio radical en la historia del mundo árabe contemporáneo, alterando las tradicionales alianzas políticas a nivel mundial que habían existido hasta ese momento y consagrando la presencia militar norteamericana en la región, con cambios de imagen en las políticas árabes, teniendo como resultado un gran impulso informativo tras la aparición de las cadenas árabes por satélite, las cuales vinieron a emplazar a la producción cultural tradicional como el teatro o el cine.
La aparición de estas cadenas vía satélite en el mundo árabe supone para Siria un valioso regalo, sobre todo tras permanecer del lado de las fuerzas aliadas dirigidas por EEUU durante la guerra de 1990, a pesar de la ya sabida enemistad entre Siria y este país. A partir de este momento, Siria recibe luz verde para numerosos proyectos televisivos, y en un abrir y cerrar de ojos desaparecen todos los obstáculos para producir, cambiando las normas en cuestión de horas, convirtiéndose el reciente drama sirio en un asunto de seguridad nacional al cual había que apoyar con fuerza. Este nuevo drama no surge por casualidad sino gracias a la labor de grandes artistas sirios que durante años trabajaron en silencio, ganándose finalmente el respeto de la audiencia árabe, que sigue recibiendo con agrado todas las series sirias. Así pues, los trabajos de los veteranos maestros del séptimo arte sirio Dored Laham y Nihad Qali, series como Haret al-Qasr, así como otras antiguas en blanco y negro grabadas en los estudios de la Radio Televisión Siria, siguen emitiéndose en las cadenas árabes por satélite, manteniendo altas cuotas de pantalla aunque hayan transcurrido más de tres décadas desde su producción.
El drama sirio abrió sus puertas de par en par a los escritores que deseaban trabajar y ofreció una valiosa oportunidad a los actores sirios que tantos años llevaban esperando para poder participar en alguna película –la producción cinematográfica siria se reduce a una película por año– o para actuar en obras de teatro –la actividad teatral es prácticamente nula–, o incluso en alguno de los escasos y pobres programas de televisión de poco interés y que no consiguen satisfacer las ansias de cultura y conocimiento de la audiencia siria, o por último, para que se premiara a los artistas que se graduaron en la Escuela de Arte Dramático soñando con un futuro prometedor y que, como suele ocurrir, el gobierno descubre tarde.
Hacía mucho que los grandes productores de la televisión siria esperaban una oportunidad así. Este es el caso también de guionistas que se habían visto afectados por el declive del sector periodístico y cultural sirio de finales de los años 80 del pasado siglo. Lo mismo pasó con actores muy preparados procedentes de la Escuela de Arte Dramático (fundada hace sólo diez años), deseosos de alcanzar el estrellato. Dicha escuela era la envidia del resto de escuelas árabes debido a sus infraestructuras educativas. Entre sus fundadores destacan dos nombres que brillan con luz propia, Saad-Allah Wannus y Fawzi Al-Sajer (este último falleció en 1989 antes de cumplir los 45 años de edad). Por último, recuerdo a los técnicos audiovisuales de gran calidad y entrenados, que durante años esperaban su oportunidad.
La década de los 90 supone el cambio radical que comentaba al principio, con la aparición de los países del Golfo Pérsico como una nueva fuente de producción televisiva inexistente hasta entonces, con grandes inversiones económicas destinadas a programas, concursos… pero sobre todo con una masiva producción de series de drama televisivo, que vendrá a cambiar todo el panorama audiovisual del mundo árabe. Las series sirias producidas en el Golfo comienzan a robar el liderazgo a las series egipcias que siempre habían reinado en solitario, debido a que estas últimas eran muy repetitivas y no ofrecían nada nuevo a un público árabe sediento de temas que trataran la realidad del mundo árabe y los verdaderos problemas de esta sociedad. Así pues, gran parte de las series egipcias producidas desde principios de los 90 no tuvieron la acogida esperada, comprobando cómo muchos telespectadores se decidían por series de otros países árabes, finalizando así la época de monopolio televisivo de los egipcios. Entran en escena muchas series sirias producidas en el Golfo Pérsico que exponen por primera vez en el mundo árabe temas tabú, temas prohibidos que hasta aquel momento no se trataban, dramas sociales, temas de actualidad (droga, homosexualidad, etc.).
La Escuela de Arte Dramático siria, fundada hace sólo 10 años era la envidia del resto de escuelas árabes debido a sus infraestructuras educativas
Además, tenían otros alicientes como la profesionalidad de los actores sirios, guiones muy elaborados, y sobre todo la salida por primera vez del estudio a la calle. Muchos productores sirios comienzan a ver la importancia de filmar o rodar en la calle entre la gente y su realidad, abandonando el estudio cuando es necesario, siendo el pionero en poner en práctica esta novedad el famoso productor sirio Haytham Haqqi, alejándose del estudio y siendo el primero en usar una cámara portátil para rodar a pie de calle como testigo de los problemas de los sirios.
A principios de los años 90 surgieron dos series sirias muy famosas en el mundo árabe, basadas en novelas del célebre escritor y poeta de la costa siria Hanna Mina. Una de las series se llamó Nihayat Rayul Shuyaa (Los últimos días de un hombre valiente) del productor Najdat Anzur y escrita por el guionista Hassan Youssef. La segunda, del ya citado Haytham Haqqi, fue escrita por el guionista Nihad Seris y se tituló Khan al-Harir (El mercado de la seda). He de señalar la fama que alcanzó Najdat Anzur a su regreso de Jordania tras una larga emigración. Ambas series suponen un antes y un después en el drama sirio y árabe. A partir de ese momento, se sucederán innumerables series sirias producidas gran parte de ellas en los países del Golfo Pérsico. Esto último fue trascendental para el mundo árabe y concretamente para los sirios, pues se consiguió matar varios pájaros de un solo tiro, ya que al producirse tantas series sirias en el Golfo se creaba empleo para muchos sirios residentes allí (Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein…) y además, un gran número de desempleados en Siria fue contratado para trabajar en estos países ricos pero necesitados de personal cualificado que no conseguía trabajar en Siria debido a que dicho país sólo contaba con dos cadenas estatales (una local y otra vía satélite), donde los pocos puestos laborales eran ocupados por personal sin preparación pero con “influencias”, mientras que países tan ricos como Emiratos Árabes Unidos contaban con muchísimas productoras establecidas allí. Al mismo tiempo, Siria se vio liberada de una carga pesada como era el alto nivel de desempleo, que se vio reducido tras la salida del país de este contingente de personal preparado que finalmente había encontrado su oportunidad. Tras varios años de sucesivos éxitos regresaron a Siria numerosos actores, productores, guionistas e incluso técnicos audiovisuales madurados y expertos que el pueblo sirio recibió como auténticos campeones o vencedores tras haber conquistado el corazón de los telespectadores árabes, desbancando al legendario Egipto (siempre en el terreno de series de comedia o drama televisivo y nunca en el terreno cinematográfico que siguió y sigue perteneciendo a los egipcios).
Gracias a esto el gobierno consiguió además convertir a Siria en un destino turístico poco conocido hasta entonces, esto por un lado, y por otro, acallar las protestas, críticas y malestar del pueblo respecto al régimen a través de estas series de drama o comedia, desviando la atención sobre temas culturales sirios realmente importantes y distrayendo a las gentes con series donde se citan dichos malestares y problemas del pueblo. Por último, muchos actores, guionistas… sin ningún talento se beneficiaron de este infinito número de series tanto económica como profesionalmente. Se aniquiló el paro en este sector y todo ello en perjuicio del cine (con salas de cine abandonadas), teatro (cerradas y sin cartel)… hasta el punto de que no sería de extrañar que llegado el momento se celebrase en Siria un festival cinematográfico y teatral homenajeando a actores que nunca se han puesto frente a una cámara de cine o que jamás han pisado el escenario de un teatro.
La situación anterior a la que me refería corresponde a estos últimos años y nunca a las primeras series de principios de los 90, ya que éstas sí eran de gran calidad en guión y reparto, aunque después la cosa cambió comenzando a salir actores de debajo de las piedras y guiones escritos a la ligera, sin ningún argumento especial.
En estos últimos años se ha incrementado el malestar de los artistas más comprometidos ante el problema que acabo de citar. Los verdaderos artistas se enfadan al ver cómo muchos de los nuevos actores y guionistas han ido destrozando los antiguos valores sobre los cuales se construyó el drama sirio de principios de los 90, citando como ejemplo la serie Khan al-Harir que tuvo muy buena acogida tras su emisión en Irán, sin quitar mérito alguno a las series iraníes. Ciertamente, los primeros pasos dados con las series de drama televisivo sirio fueron un éxito tras otro, con guiones muy elaborados, aunque esto no impide que se sigan haciendo algunas series de gran calidad como Al tagriba al-falastinia con un joven pero importante actor y productor como es Harem Ali.
El caballo dorado, vencedor de tantas carreras en los 90, ha comenzado a sufrir en estos últimos años la fatiga y el agotamiento de sus articulaciones, cosa lógica en nuestro país donde nada se mantiene y todo lo que prospera se acaba desinflando. No hay ninguna empresa, profesión o actividad similar que se lleve a cabo en Siria y que permanezca fuerte siempre, ya que no tarda en entrar en declive. De hecho, en Siria la mejor profesión es el comercio, al no perder nunca los principios sobre los que se construyó, cosa que desgraciadamente no ha ocurrido con el drama, que olvidó en poco tiempo las bases y objetivos que sentaron grandes artistas y maestros del séptimo arte sirio al crear este género, llevándolo en poco tiempo a lo más alto y no sólo por los beneficios económicos sino también con obras de mucha calidad. Tal y como comenté en párrafos anteriores, el drama sirio en esta última etapa se ha convertido en una mina de oro para el gobierno y para muchas personas que viven de esto, por un lado y, por otro, en una forma de tener al pueblo desahogado por su malestar respecto al régimen. Así pues, artistas y gobierno tienen un trato figurado firmado de mutuo acuerdo y con mutuos beneficios. Esto está tan claro como el agua, hasta el punto de que artistas de otros países árabes se extrañan de ese apoyo incondicional del gobierno a los artistas del drama sirio.
Las series sirias producidas en el Golfo exponen por primera vez en el mundo árabe temas tabú que hasta aquel momento no se trataban, dramas sociales, temas de actualidad (droga, homosexualidad, etc.)
Esta situación de complot entre gobierno y artistas ha perjudicado seriamente al drama sirio convirtiéndolo, por lo general, en un sector sin calidad artística, sin ideas nuevas, degeneración…convirtiéndose en la empresa más rentable para el gobierno, con más apoyos económicos y logísticos de los que cualquier otro país árabe pueda dedicar a este sector. Esto, acompañado del deterioro en las relaciones político-económicas de Siria con los países del Golfo, afectó notablemente al drama sirio, el cual vio descender rápidamente sus apariciones en canales de televisión del Golfo. Sin embargo, al ser este drama una empresa rentable, el gobierno sirio decidió comprar todos los trabajos y series a precio de rebaja para seguir disfrutando de sus beneficios sin importarle lo más mínimo la calidad artística y profesional de dichos dramas. Las series comenzaron a entrar en tal declive y degeneración que llegaron a usar temas retrógrados y obsoletos con muchos lobos (gente interesada que de la noche a la mañana se han convertido en actores sin ninguna preparación ni pasión) esperando sacar tajada del pastel.
El drama sirio ha repetido la historia del drama egipcio, pues este último, que con tan buenas series televisivas nos deleitó y nos hizo disfrutar en los años 70, con títulos memorables como Al-Layali al-Helmiya (Noches de sueño) o Arabesque y de la mano de grandes autores como Usama Anwar Akasha, Wahid Hamed, Mahfuz abdul Rahman, entre otros… y que, sin embargo, no impidieron al drama egipcio degenerar. Lo mismo ha ocurrido años más tarde con el drama sirio, que en lugar de buscar nuevas ideas, innovar…ha caído en declive, llegando a crear miles de actores y guionistas de la nada y considerarlos como auténticas estrellas del séptimo arte. Esta situación no cambiará sino que empeorará más si cabe, si sigue habiendo una mayoría de artistas interesados en los beneficios económicos, apostando por resultados seguros sin ninguna calidad y peor aún, mostrando formas de vida falsas y degeneradas, falsa religión…como modelo a seguir para las nuevas generaciones.
Por último, la falta de libertad de expresión en el mundo árabe ha llevado a crear series donde se fija como única salida para las nuevas juventudes la no protesta sobre ningún tema trascendental, la aprobación de toda labor gubernamental, hacer la pelota al gobierno y la autocensura, cuestión especialmente grave teniendo en cuenta la importancia de la libertad de pensamiento y la protesta como bases e instrumentos esenciales para el desarrollo de cualquier nación. En estos últimos años, los maestros precursores del drama en Siria han desistido de ver cualquier cambio positivo, con lo cual han abandonando la escena artística con honor, dejando paso a sus pocos alumnos que han podido presentar escasos pero buenos trabajos bajo la dirección de Al-Layth Hajj o Muthanna Al-Soubh, aunque a la par siguen apareciendo muchos más trabajos y más rentables de la mano de productores analfabetos.
El caballo dorado, vencedor de tantas carreras en los 90, ha comenzado a sufrir la fatiga y el agotamiento de sus articulaciones, cosa lógica en nuestro país donde nada se mantiene y todo lo que prospera se acaba desinflando
Hoy por hoy, la producción televisiva en Siria se ha convertido en un negocio rentable con poca imaginación, ninguna calidad, guiones repetitivos y vacíos de contenido, donde el observador puede presenciar la brecha abierta cada vez más grande entre las primeras producciones de principios de los 90 y las que les siguieron. A todo este desastre han ayudado enormemente los medios de comunicación, presentando como estrellas a gentes analfabetas, de baja calidad artística y todo a favor del capitalismo artístico que reina hoy en el mundo árabe.
Los pocos jóvenes prometedores, al quedarse huérfanos de los veteranos maestros que abandonaron gradualmente la escena artística, se han visto obligados a trabajar al lado de la muchedumbre con pocas esperanzas de éxito y llenándose, por primera vez en Siria, los juzgados con denuncias por la violación de los derechos de autor. Se han perdido los valores primitivos y auténticos, surgiendo, por el contrario, trabajos que gozan del beneplácito de la censura del régimen e incluso del apoyo del Mufti de Siria (la más alta representación eclesiástica musulmana del país), quien debería, dada su condición religiosa, mantenerse al margen del mundo del arte, la televisión…
Un punto importante que se debe reseñar es el hecho de que en esta etapa hemos pasado a ver series producidas por árabes de otras nacionalidades distintas a la siria, obteniendo premios de reconocimiento árabe e internacional como la serie Al-Ijtiyah y otras producidas por marroquíes o tunecinos. A pesar de que la mayoría de técnicos, actores, guionistas y lugares de rodaje son sirios, los premios obtenidos han ido a parar al productor que no suele ser sirio, es decir, gran parte del mérito es de los sirios (sin quitar mérito a los artistas árabes), pero el país que aparece con su nombre en los nuevos anales de la historia de la televisión no es Siria.
Ahora las tornas han cambiado, saliendo los grandes del drama sirio del país con destino a Egipto u otros países árabes y con ellos se van de Siria también los artistas árabes que solían afincarse en este país para trabajar en un mercado que era prometedor y ya no lo es, es decir, que Egipto vuelve a producir algunas series buenas de la mano de excelentes productores sirios (Hatem Ali), con jóvenes promesas sirias (Taym Hasan), con títulos que han triunfado en 2008 como Al-Malek Farouq (El Rey Faruq) y actores de renombre sirios (Yamal Sleman). Y esto no ha hecho mas que empezar porque actuar en Egipto siempre tuvo un aliciente especial (recuerdo que es considerado el Hollywood árabe) para los actores árabes no egipcios y, además, los sueldos en Egipto duplican los sueldos sirios.
Sin duda, la globalización y el mundo abierto sin fronteras en el que nos movemos también han llamado a la puerta del séptimo arte árabe. Ahora los artistas circulan libremente entre países árabes aunque el país más beneficiado ha sido Egipto, ya que ha recibido con los brazos abiertos y ha pagado bien a buenos artistas sirios, saliendo perjudicada Siria en esta cuestión.
El año 2009 pasará a la historia, por desgracia, como el año de la crisis inmobiliaria mundial y aunque los analistas sirios mantengan la opinión de que dicha crisis no afecta a Siria, tenemos que ser realistas y comprobar que el sector de la producción televisiva está sufriendo los efectos devastadores de dicha crisis. Este 2009 contará con 500 horas de rodaje cuando el 2008 se cerró con más del doble. Suponemos que este dato es significativo. Sin embargo, mantengo mi punto de vista claro sobre mí país, pues es idóneo para rodar, con bellos parajes y calidad en muchos de sus artistas que esperan una buena oportunidad de hacer televisión y cine sin pensar sólo en el beneficio económico. Siria es un gran país en muchos sentidos a pesar de todos los problemas citados anteriormente. Es necesario crear una sociedad que defienda los derechos de autor y la libertad de expresión. Asimismo, deseamos que esta crisis mundial termine para ocasionar el menor daño posible.
Finalmente, una pregunta importante que todos deberíamos hacernos, ¿aguantará el drama sirio todas estas tormentas? •