Riad al Khouri
Miembro del Consejo Internacional de Questscope en Jordania y Senior Fellow del William Davidson Institute, University of Michigan. [+ DEL AUTOR]

Demografía, mercado laboral y emigración

Las economías árabes están experimentando un crecimiento histórico que afecta en mayor o menor medida a casi todos los que se encuentran en la zona, incluyendo a la juventud. Sin embargo, continúe o no esta relativa prosperidad, una cuestión clave será la capacidad que tengan estas economías de generar trabajo para millones de jóvenes en busca de empleo.

En todos los países de la zona, la mano de obra está creciendo en torno a un 4% anual y las economías árabes tendrán que crear unos 60 millones de empleos en la próxima década para bajar la tasa de desempleo hasta la tasa normal mundial. Pero la experiencia de los últimos tiempos demuestra que esto será un gran desafío, a pesar de la reciente aparición de algunos indicadores positivos.

Como resultado del crecimiento económico, en los últimos cinco años el desempleo en el mundo árabe ha descendido hasta una media regional de aproximadamente un 11%. A pesar de que tras esta cifra se oculten grandes diferencias entre países –ya que los Estados del Golfo Pérsico, ricos en petróleo, disfrutan de las cifras de desempleo más bajas, mientras que las zonas en conflicto tienen altas tasas de paro–, desde 2004 existe una tendencia a la reducción de la proporción de población activa sin empleo. El siguiente cuadro ilustra claramente este fenómeno en Palestina, una zona en conflicto con una tasa de desempleo alta que sin embargo ha caído en los últimos años.

La tasa de desempleo en el conjunto de la región entre los jóvenes de 5 a 24 años es superior al 25%, casi el doble de la media mundial

Una brecha económica creciente entre el mundo árabe y los países industrializados, y en particular la vecina Europa, impulsaría la migración transfronteriza, contribuyendo a los problemas con y entre los países de la Unión Europea

Sin embargo, la tasa de desempleo en el conjunto de la región entre los jóvenes de 15 a 24 años es superior al 25%, casi el doble de la media mundial, es decir, una proporción similar a las cifras de desempleo de zonas en conflicto como Palestina. Una complicación adicional es que en algunos países, especialmente en los emiratos más pequeños del Golfo, la mayoría de los empleos de nueva creación han sido ocupados por extranjeros. No obstante, este fenómeno no se limita a los países ricos productores de petróleo: en Jordania, por ejemplo, muchos empleos nuevos son ocupados por los no nacionales, especialmente por los trabajadores de los sectores de confección textil y doméstico del sur y este asiático, así como la mano de obra procedente de Siria y Egipto empleada en la agricultura y la construcción. De hecho, los trabajadores extranjeros en Jordania predominan en el sector privado –del que se espera sea una mayor fuente de empleo en el futuro–, mientras que los jordanos son mayoría en el sector público. Este fenómeno se reproduce en cierta medida en Líbano, teniendo como válvula de escape la tendencia libanesa a la emigración juvenil. Pero incluso allí muchos jóvenes se quedan en el país y agravan la situación de desempleo.

“JUGAR A LA LOTERÍA”

Una explicación de esta complicación de los mercados de trabajo de los países árabes más pobres es que “los jóvenes con formación en realidad juegan a la lotería”, según la expresión acuñada por Marcus Noland y Howard Pack en su reciente artículo “Arab economies at a tipping point” (Las economías árabes en un punto de no retorno). Esta situación consiste en la decisión de estos jóvenes de permanecer en el paro en sus países de origen a la espera de obtener un empleo bien remunerado en un Estado petrolífero o un visado que les permita emigrar a Occidente. El hecho de que libaneses, jordanos y otros árabes no estén dispuestos a ocupar puestos de trabajo menos atractivos en sus propios países, aún arriesgándose a quedarse en paro, hace subir el desempleo e incita a la importación de mano de obra. A la vez, continúa la fuga de cerebros de la región, aunque la inversión de esa tendencia podría ser beneficiosa para las economías árabes, ya que los retornados que han sido formados o han obtenido experiencia laboral en el extranjero representan un vínculo potencial entre los mercados locales y las oportunidades que presenta la economía global.

EL CASO DE EGIPTO

Egipto es un caso que se debe analizar si hablamos de juventud, mercados laborales y emigración. Además, siendo el país árabe más poblado, sus problemas demográficos y de empleo pueden repercutir en el resto de la zona y más allá.

La creación de empleo es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta hoy en día Egipto. Al igual que la mayor parte de la región, el país tiene una población joven y gran cantidad de ellos entran en el mercado laboral cada año. Sin embargo, incluso en las épocas de prosperidad, los empleos creados por el crecimiento no han sido suficientes para absorber totalmente a los nuevos participantes del mercado laboral. Los desequilibrios en educación, formación y competencias específicas entre los empleos ofertados y las cualificaciones de los desempleados también han constituido un obstáculo. En otras palabras, los jóvenes siguen prefiriendo recibir una educación superior que a menudo es incompatible con los empleos menos sofisticados que se ofertan, optando por quedarse ociosos mientras esperan “ganar la lotería” para emigrar a Occidente o a un rico Estado petrolífero.

Este patrón se puede observar desde hace unas tres décadas: desde que en los años 70 Egipto adoptara una política económica más liberal, el desempleo aumentó a pesar de un crecimiento sólido. Entre los jóvenes y personas de mayor nivel de formación subió el paro cuando el gobierno restringió el empleo garantizado, que dejó de existir definitivamente a finales de los 80. Desde entonces, la tasa de desempleo en Egipto se mantiene obstinadamente alta, llegando hasta un 11%, y el desempleo juvenil empezó a manifestarse con fuerza, considerándose la emigración como una vía de escape.

Sin embargo, las perspectivas recientes son algo más boyantes, ya que a raíz de una reforma económica iniciada por el gobierno a mediados de 2004 y con la ayuda de factores externos favorables, desde 2005 se está produciendo un repunte del crecimiento. Este auge ha redundado en una mayor tasa de empleo general, ya que el crecimiento se sustenta en una base más amplia y con mayor proporción de empleo. Según estadísticas oficiales egipcias, el desempleo bajó del 10,5% al 9% en el período 2004-2007. Aún así, el problema del desempleo juvenil persiste. Actualmente se calcula que hay 2 millones de egipcios sin empleo, con una alta proporción de desempleo juvenil y de subempleo.

LOS COSTES DE LA ESCLUSIÓN JUVENIL

A pesar de los efectos positivos del crecimiento económico y las reformas, uno de los desafíos cruciales a los que se enfrenta tanto Egipto como el resto del mundo árabe sigue siendo responder a la necesidad de empleo de los numerosos jóvenes que entran a formar parte del mercado laboral cada año. Si la prosperidad no conlleva una creación de empleo a una velocidad suficiente, una vez que haya pasado el auge económico la zona se verá atrapada en el círculo vicioso de desempleo, empobrecimiento, descontento, militancia y represión, lo cual impedirá posteriores reformas y crecimiento.

Los riesgos derivados de las repercusiones externas de ese descontento también son evidentes: una brecha económica creciente entre el mundo árabe y los países industrializados, y en particular la vecina Europa, impulsaría la migración transfronteriza, en su mayor parte ilegal según las leyes actuales, y contribuiría a los problemas con y entre los países de la Unión Europea. La recién lanzada Unión para el Mediterráneo tendrá que hacer frente a esta cuestión cuanto antes. De lo contrario, la relación entre el mundo árabe y Europa estará marcada por la tensión en lugar de la prosperidad.

Ahora bien, si se hace frente con éxito al reto del desempleo juvenil en el mundo árabe, la evolución demográfica de la zona podría pasar de ser un riesgo a convertirse en una valiosa oportunidad. Al entrar la nueva generación en sus años más productivos, el mundo árabe podría obtener beneficios de su demografía. Según la hipótesis más positiva, la prosperidad, la confianza y el optimismo podrían servir de base para un movimiento hacia una mayor apertura y tolerancia, siendo la juventud de la población un plus en lugar de un peligro potencial. Con un 65% de la población menor de 29 años, la zona tiene una superabundancia de jóvenes (la llamada “youth bulge”), lo que ofrece un potencial de capital humano que se podría explotar para apoyar el crecimiento económico.

Sin embargo, actualmente muchos jóvenes no tienen la oportunidad de desempeñar un papel productivo en los mercados de la zona. Entre las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes está la de encontrar un empleo adecuado, lo que produce una dependencia que debilita a este segmento de la población, que es potencialmente muy productivo. El resultado es que la región sale perdiendo: en un artículo publicado en mayo de este año, “Los costes de la exclusión juvenil en Oriente Medio”, Jad Chaaban de la Universidad Americana de Beirut concluye que el coste económico del desempleo juvenil y la emigración, entre otros temas relacionados, alcanza los 53.000 millones de dólares en Egipto (el 17% del PIB) y los 1.500 millones en Jordania (el 7% del PIB). Como señala Chaaban, el cálculo numérico de los costes no incluye el amplio impacto social y psicológico de la exclusión juvenil y, por lo tanto, los costes reales de este problema en la zona probablemente sean mucho mayores.

EL TRABAJO INFANTIL

Un joven lleva una bandeja con el tradicional pan árabe en el zoco de Al Hamidiya, uno de los más antiguos del mundo árabe

Un joven lleva una bandeja con el tradicional pan árabe en el zoco de Al Hamidiya, uno de los más antiguos del mundo árabe. Damasco, Siria, 15 de septiembre de 2003. / Jorge Ferrari

Con un 65% de la población menor de 29 años, la zona tiene una superabundancia de jóvenes, lo que ofrece un potencial de capital humano que se podría explotar para apoyar el crecimiento económico

De forma paralela al tema del empleo juvenil se plantea la persistencia del trabajo infantil, que refleja problemas estructurales e institucionales de gran calado en los mercados laborales de los países árabes. A un determinado nivel, la ecuación es sencilla: si todos los niños estuvieran escolarizados, serían más productivos en el futuro, dejando a la vez más oportunidades laborales a los adultos en el presente, lo cual conllevaría menos problemas sociales. En Egipto, por ejemplo, uno de cada diez niños se ve obligado a trabajar, a menudo en condiciones difíciles. La UNICEF calcula que 2,7 millones de egipcios entre los 6 y los 14 años de edad trabajan. Esto incluye alrededor de un millón de niños de edades comprendidas entre los 7 y los 12 años que participan en la cosecha anual del algodón y que trabajan unas once horas diarias. La jornada laboral de estos y muchos otros niños excede con creces el tope de seis horas diarias que establece la ley para el empleo infantil. En un país donde el 20% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y otro 20% apenas por encima, el trabajo infantil es una cruda realidad.

En cuanto a la motivación de los niños mismos, muchos se quejan de malos tratos por parte de los maestros, especialmente en los niveles educativos más bajos, lo que incita a los jóvenes a buscar trabajo y ganar dinero en lugar de ir a la escuela. Algunos viven en casa y su reintegración en la escuela es relativamente fácil, pero los que viven en la calle están tan traumatizados que la prioridad es prestarles ayuda psicológica.

Egipto es signatario del Convenio de Derechos del Niño de 1990, pero esto es algo que se ha ignorado en gran medida, a pesar de ocasionales esfuerzos del gobierno para luchar contra el trabajo infantil, como la campaña lanzada hace dos años llamada “Tarjeta roja al trabajo infantil”, en cooperación con la Organización Internacional del Trabajo.

En este contexto, están surgiendo algunas iniciativas positivas como las llevadas a cabo por algunas ONG que recogen niños de la calle y los apadrinan. Una de ellas es la organización Questscope, de la que el propio autor es miembro, con sede en el Reino Unido, que trabaja principalmente en Jordania y el norte de Iraq y que está a punto de ampliar sus operaciones a otras zonas de esa región. Questscope considera la educación como un proceso de construcción de la ciudadanía y ha desarrollado un enfoque de la educación que hace que el aprendizaje sea atractivo para niños marginados. La organización ha diseñado un programa educativo basado en la participación y el respeto mutuo entre alumnado y profesorado, cuya culminación es un certificado reconocido oficialmente que da acceso a jóvenes marginados a una formación profesional especializada y a oportunidades empresariales. Esta iniciativa para ayudar a la infancia a ejercer su derecho a la educación y así convertirse en una ciudadanía plenamente cualificada y capacitada ha reunido al Ministerio de Educación de Jordania, a los centros de formación profesional técnica locales y a distintas fuentes de financiación alrededor de un esfuerzo de rehabilitación y reintegración de niños. El contenido y la metodología del programa proporcionan incluso a los niños más marginados la oportunidad de ejercer un papel significativo en la sociedad.

En Egipto, por ejemplo, uno de cada diez niños se ve obligado a trabajar, a menudo en condiciones difíciles. La UNICEF calcula que 2,7 millones de egipcios entre los 6 y los 14 años de edad trabajan

Esto parece ser tan extremadamente necesario en Jordania como en Egipto y el resto de la región: el último estudio oficial jordano sobre trabajo infantil reveló que más de la mitad de los aproximadamente 32.700 niños de 5 a 17 años que trabajan ya no van a la escuela. Casi el 85% dejó la escuela a los 12 años. Más de la mitad de ellos lo achaca a una falta de interés o a un bajo rendimiento escolar, mientras que el 38% menciona las dificultades económicas como causa principal. Las autoridades educativas reconocen el problema, teniendo en cuenta que el año pasado abandonaron el sistema de educación público unos 6.000 alumnos, la mayoría de ellos en el noveno y décimo año de escolarización. Se sospecha que casi la mitad de ellos han engrosado las filas de mano de obra infantil. Los niños citaron factores como las dificultades económicas, conflictos familiares y falta de apoyo para superar sus problemas en casa o en la escuela. El estudio, realizado con ayuda de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por primera vez incluyó a los vendedores ambulantes, así como a niños que trabajan en el sector agrícola. Demostró que unos 10.600 niños (el 33%) trabajaban en la capital, mientras el resto lo hacía en otras partes del país. Alrededor de un 36% trabajaba en la reparación de automóviles, el 27% en la agricultura, el 8% en la construcción y el 4% en hostelería. Un dato interesante que reveló el estudio fue que los niños que trabajan a menudo elijen su actividad directamente en función de la profesión de su padre. En el estudio se constató que los trabajadores infantiles en Jordania trabajan una media de 42 horas por semana y tienen unos ingresos mensuales medios de apenas 115 dólares. Un 56% trabaja durante el día, el 13% de día y de noche y el 16% lo hace después de la escuela.

El problema del abandono escolar requiere estrategias y políticas de intervención del Ministerio de Educación. Hay niños que abandonan la escuela porque son de aprendizaje más lento que la media, pero también intervienen otros factores que hay que afrontar. Estos motivos han salido a la luz en un estudio realizado el año pasado por el Ministerio de Trabajo jordano en el que se examinaba el impacto del entorno escolar, como por ejemplo las políticas educativas, planes de estudio, infraestructuras y comportamiento del profesorado hacia los alumnos y el consiguiente potencial de absentismo. En el estudio se mencionaban la falta de transporte escolar e instalaciones recreativas, maltrato por parte de los profesores y métodos de enseñanza inadecuados como factores desencadenantes del abandono escolar. Alrededor de un 16% de aquellos que habían abandonado o tenían previsto abandonar la escuela dijo que consideraban que sus profesores enseñaban de forma “aburrida”. Otros mencionaron el comportamiento de los profesores –incluyendo castigos físicos, agresión verbal, ignorar a los estudiantes y no tratarlos con respeto– como factores que les desanimaban en los estudios. Aproximadamente un 28% de los niños que han abandonado los estudios y trabajan a tiempo completo consideran que todos sus profesores les han maltratado, mientras que un 85% de los que combinan trabajo y escuela consideran haber sido maltratados.

Mujeres marroquíes esperan su turno para ser seleccionadas como trabajadoras temporeras en la campaña de recogida de la fresa en la provincia española de Huelva

Mujeres marroquíes esperan su turno para ser seleccionadas como trabajadoras temporeras en la campaña de recogida de la fresa en la provincia española de Huelva. Mohammedia, Marruecos, 6 de diciembre de 2007. / Khalil Shikaki

LOS OBJETIVOS DEL DESARROLLO DEL MILENIO

Si analizamos esta situación desde una perspectiva más amplia de desarrollo, vemos que estos y otros problemas relacionados en Jordania, Egipto y muchos otros lugares del mundo árabe hacen que la región no progrese como debiera para garantizar su estabilidad y prosperidad. En lo que se refiere a los importantes Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) aprobados en 2000 y reconocidos ahora como referencias universales de desarrollo, la región ha progresado algo, pero claramente no lo suficiente.

Por ejemplo, en lo que se refiere al ODM 1, la erradicación de la pobreza extrema y del hambre, las tendencias en la proporción de personas que viven por debajo de los umbrales de pobreza nacionales demuestran que la región árabe en su totalidad no ha avanzado de forma significativa en la reducción de la pobreza por bajos ingresos. La proporción de la población que vive por debajo de los umbrales de pobreza nacionales solo ha caído ligeramente, un problema claramente exacerbado por constantes niveles de desempleo altos, especialmente entre los jóvenes. La situación es especialmente grave entre las mujeres jóvenes, cuya tasa de desempleo se calcula que es de un tercio. El resultado es que muchos jóvenes árabes recurren a la emigración, lo que lleva a un grave problema de fuga de cerebros. Las prioridades políticas incluyen tratar el tema de la calidad de la educación y adaptar la enseñanza de competencias a las demandas del mercado de trabajo, la participación de los jóvenes en la toma de decisiones, así como mayores esfuerzos gubernamentales para mejorar las instituciones del mercado laboral nacional y para apoyar el desarrollo del sector privado con el objetivo de mejorar su capacidad de absorber mano de obra.

En cuanto al ODM 2, conseguir que la educación primaria sea universal, el mundo árabe en su conjunto ha avanzado de forma significativa, pero no de forma homogénea. Un buen ejemplo de esto es que dos terceras partes de los 7,5 millones de niños no escolarizados de la zona viven en los países menos desarrollados (PMD), que incluyen países tan pobres como Yemen. De hecho, mientras que en el Magreb el número de niños no escolarizados descendió en dos tercios en los últimos años hasta alcanzar la cifra de aproximadamente un millón, en los PMD árabes casi un niño de cada dos seguía sin estar escolarizado. Por añadidura, la tasa de alfabetización juvenil en los PMD árabes aumenta demasiado despacio, ya que casi una persona joven de cada tres en estos países es analfabeta. Además, más del 70% de jóvenes no escolarizados en los PMD árabes son niñas. Todo esto son claramente datos con un fuerte impacto negativo en temas relativos a la juventud, la emigración y los mercados laborales.

Los obstáculos para conseguir una educación primaria universal y una alta tasa de alfabetización en la región árabe son múltiples y diversos. Incluyen la dificultad de obtener una financiación adecuada, especialmente en los PMD, falta de conocimientos de gestión en las escuelas públicas, escasez de profesorado cualificado y de profesorado femenino en las zonas rurales, lo cual redunda en una tasa de escolarización más baja entre las niñas. Lo que es más, la falta de un sistema de motivación adecuado plantea un problema específico. Para padres con ingresos bajos, la combinación del efecto de la pobreza y la percepción de que la educación tiene una baja “rentabilidad” hace que el coste de oportunidad de enviar a un niño al instituto sea alto.

Marruecos y Yemen han intentado responder a estos problemas, por ejemplo, a través de programas de alimentación en la escuela. Además de esto, mejorar la calidad de los planes de estudio es un instrumento importante para aumentar las motivaciones para que los niños se mantengan escolarizados. La introducción de ideas innovadoras y de un enfoque más orientado hacia la práctica, como lo que se ha hecho con las reformas de planes de estudio en Túnez y Marruecos, también puede tener un efecto positivo en el deseo de aprender de los niños.

En lo que se refiere a los importantes Objetivos de Desarrollo del Milenio, la región ha progresado algo, pero claramente no lo suficiente

Existe una interconexión de factores jurídicos, educativos, sociales y económicos que impiden la inclusión de las mujeres en el mercado laboral, lo que a su vez complica el desarrollo

Los problemas de seguridad son una gran amenaza para la consecución del ODM 2 en países donde hay graves conflictos, como Iraq. Profesores y estudiantes no pueden llegar al colegio debido a la destrucción de las infraestructuras y otros obstáculos para la libertad de movimiento, además de que algunos puedan unirse a una de las partes en conflicto o incluso huir del país. Esta emigración forzada representa el fracaso del desarrollo nacional en su máxima expresión. A menudo esto también crea problemas nuevos en los mercados laborales de los países anfitriones, como ha ocurrido en Jordania y Siria con la llegada de millones de emigrantes forzados, muchos de ellos jóvenes, tras la invasión de 2003 liderada por EEUU.

En cuanto al ODM 3, la promoción de la igualdad entre los géneros y la capacitación de las mujeres, la región ha sido recientemente testigo de una oleada repentina de esfuerzos gubernamentales, de ONG y de organizaciones de la sociedad civil para combatir todas las formas de discriminación contra las mujeres. En el frente educativo, las mujeres árabes están más cerca de la igualdad, ya que el índice de paridad de género, medido en función de la ratio bruta de escolarización niños/niñas, ha aumentado de forma sustancial recientemente.

De todos modos, a pesar de que los PMD han sido los países que han computado el mayor progreso de todas las sub-regiones árabes en lo que se refiere a acceso a la educación primaria, estos todavía tienen mucho camino que recorrer para garantizar la igualdad de acceso a la educación secundaria y terciaria. Esto a su vez complica el encontrar soluciones a los problemas del mercado laboral y la emigración, y es un lastre general para el desarrollo.

De todas maneras, los éxitos cosechados por las mujeres árabes en su acceso a la educación no se han traducido todavía en una mayor participación económica. La proporción de mujeres con empleo remunerado en el sector no agrícola en los últimos años es de un 18% aproximadamente, sin cambios sustanciales respecto a 1990, cuando era de cerca del 19%. De hecho, existe una interconexión de factores jurídicos, educativos, sociales, de comportamiento y económicos que impiden la inclusión de las mujeres árabes en el mercado laboral, incluyendo a las jóvenes, lo que a su vez complica el desarrollo.

En conclusión, está claro que hay una serie de desafíos demográficos y laborales que amenazan el desarrollo del mundo árabe en los próximos años. A la vez, estas cuestiones pueden verse como oportunidades para la región: un uso productivo de las legiones de jóvenes de la famosa “youth bulge” sin duda servirá para estimular el crecimiento de la zona y su desarrollo. Por otra parte, el no hacerlo causará problemas tanto al mundo árabe como a las zonas circundantes. En los últimos años la Unión Europea ha tenido una ganancia neta anual de casi dos millones de personas debido a la migración internacional, en gran parte procedente de esta zona. Esto constituye la mayor parte del crecimiento total de la población en Europa, una tendencia que probablemente se acelere en la próxima década. Por lo tanto, el contribuir a resolver los problemas árabes relativos a la migración, los mercados laborales y la juventud estará en el interés de los ciudadanos de ambas orillas del Mediterráneo.

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