Al-Nahda de la persecución al difícil reto de ejercer el poder
El Movimiento al-Nahda (Movimiento del Renacimiento) ganó las elecciones a la Asamblea Constituyente tunecina con una proporción cómoda y unió fuerzas con otros dos partidos que son ideológicamente diferentes a él, concretamente el partido del Congreso por la República, dirigido por Moncef Marzouki, y el Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades (Ettakatol), liderado por Mustafá Ben Yaafar. Según los resultados, al-Nahda logró 89 de los 217 escaños de la Asamblea Nacional Constituyente, seguido por el Congreso por la República (nacionalista de izquierdas), que consiguió 29 escaños, y por el partido de la Petición Popular de Libertad, Justicia y Desarrollo (al-Aridha al-Chaabia, lista independiente) con 26 escaños.
Al-Nahda se presenta como un partido moderno que se propone repetir la experiencia del movimiento islamista en Turquía
Al-Nahda se presenta como un partido moderno que se propone repetir la experiencia del movimiento islamista en Turquía, afirmando que adoptará la democracia como enfoque político y que la defenderá, y también haciendo un llamamiento a la convivencia y al respeto mutuo entre todos los componentes de la comunidad política e ideológica. Al-Nahda, que estuvo sometido a una gran represión durante la era del destituido presidente Ben Ali (1987-2011), se encontró en el poder gracias a una revolución popular llevada a cabo por movimientos sociales, posteriormente gracias a las elecciones que se celebraron el 23 de octubre de 2011, y finalmente mediante el nombramiento de uno de sus líderes, Hammadi Yebali, como jefe de Gobierno.
Al-Nahda persigue lo que denominamos el método de islamización ascendente, al contrario de los movimientos que utilizan el método de islamización desde arriba hacia la base, que implica el uso de la violencia para conseguir el poder.
La creación del Movimiento al-Nahda
En su origen, el movimiento islamista era apoyado implícitamente por el régimen, a fin de enfrentarse conjuntamente a la izquierda, con la que chocaba en las universidades y los sindicatos
El Movimiento al-Nahda está en gran medida vinculado a su fundador, el jeque Rashid Ghannouchi, que dice sobre las circunstancias de la creación del movimiento: “Regresé de Oriente (Siria) a principios de los 70, lleno de ideas sobre la reforma religiosa. Había ido allí a estudiar porque soy uno de los que quedamos del sistema de educación de la Zitouna… Mi trabajo como profesor de secundaria me ayudó a estar en contacto con los jóvenes y a concienciarlos, nuestro trabajo se basaba en la concienciación ideológica. En abril de 1972 celebramos una reunión en Mornag, un suburbio de la capital. En ella participaron 40 personalidades islamistas, que debatieron el estatus de la acción islamista a nivel de la estructura intelectual y organizativa. En esa reunión se eligió también un mando tripartito: Rashid Ghannouchi como emir, Hmida Ennifar como su segundo y Salah Karkar como ayudante de Ennifar. Empecé a trabajar con la prensa, acordé con el jeque Abdul Qadir Slama el lanzamiento de su revista titulada El Conocimiento, a fin de ordenar la introducción de temas islámicos”.
En esta fase, el movimiento islamista era apoyado implícitamente por el régimen, a fin de enfrentarse conjuntamente a la izquierda, con la que chocaba en las universidades y los sindicatos. El movimiento chocó muchas veces con el régimen existente, especialmente en 1987, en el último periodo de la era de Burguiba, y en 1991, ya con el entonces presidente Ben Ali.
Penetración social
Al-Nahda se caracteriza por ser una organización popular. Esto significa que es una organización que transfunde todas las clases sociales. La élite dirigente, por ejemplo, incluye contradicciones claras entre sus miembros, al contar tanto con intelectuales de lengua árabe como francófonos, ingenieros y licenciados, pequeños comerciantes y desempleados, viejos y jóvenes, hombres y mujeres, y todos aquellos que no encontraban su lugar dentro del sistema.
La élite dirigente
Los movimientos islamistas normalmente tienen más éxito en las facultades de ciencias que en las de artes y ciencias sociales. Basta con echar un vistazo a los sindicatos de estudiantes para confirmarlo
El estudio de la élite dirigente es de gran relevancia, ya que la élite participa en importantes batallas políticas y toma decisiones cruciales. A pesar de que no disponemos de estadísticas completas sobre los líderes sociales y científicos de al-Nahda, ni en concreto de sus ocupaciones originales, parece que el número de ingenieros y físicos es considerable. También es posible señalar, sin necesidad de verificarlo, que los movimientos islamistas normalmente tienen más éxito en las facultades de ciencias que en las de artes y ciencias sociales. Basta con echar un vistazo a los resultados de las elecciones de los sindicatos de estudiantes para confirmar esta observación. Teniendo en cuenta, además, que este fenómeno afecta a casi todos los países del mundo árabe, y que muchos investigadores lo han afirmado, ¿cómo debemos interpretarlo? Un intelectual marroquí, el Dr. Mohammed Abed al-Jabiri, intentó analizar este fenómeno, culpando al sistema educativo de los países árabes. Explicó que “la naturaleza de la educación dominante aquí en el mundo árabe es o bien una educación técnica totalmente desconectada del significado de esa tecnología, que hace que las personas se vuelvan automáticas o dogmáticas, o bien una educación dedicada a las leyendas y que produce mentes pasivas”.
Estos dos tipos de educación comparten el mismo tronco, que es la ausencia de la duda crítica; nunca se pregunta qué o cómo. Al-Jabiri acusó al “cerebro tecnológico” de ser “una mente que siempre está preparada para recibir “las creencias” con la misma facilidad con la que recibe las leyes científicas. De forma que no es sorprendente que los institutos y las facultades científicas representen uno de los importantes baluartes que atraen a los islamistas activos”.
Al-Nahda puede estar orgulloso de que un buen número de sus militantes son titulares de un doctorado o licenciados universitarios en general
Bruno Etienne, investigador francés en ciencias políticas, está de acuerdo con él en esa misma dirección. Confirma la existencia de muchos argumentos que prueban la verdad de que los islamistas que cumplen la siguiente fórmula: doctorado + barba = “joven dinámico y con educación” son demasiado comunes. Concluye que el movimiento islámico en la actualidad es la secreción del proceso de la “educación pública intensiva” que se produjo en el periodo posterior a la independencia. Añade que los islamistas representan una amplia reunión de grupos socioprofesionales y, aún más que eso, vemos que su liderazgo está cada vez más polarizado en la comunidad académica científica. El francés Gilles Kepel llegó a la misma conclusión tras estudiar el caso egipcio. Olivier Roy también comparte la misma conclusión después de estudiar el caso de Afganistán. Y también el investigador Abdel Qader al-Zaghal, que lo confirma y explica del siguiente modo: “Lo que sorprende en esta cuestión a los positivistas intelectuales o los nuevos positivistas es que el principal motor de este Movimiento, que tiene su origen en lo sagrado en el mundo islámico, no se formó, como podríamos pensar, con estudiantes de facultades de teología y de ciencias religiosas amenazados por el desempleo, sino todo lo contrario, está principalmente compuesto por estudiantes de las facultades científicas y los institutos técnicos.”
Esta observación es totalmente válida en el caso tunecino. En este país, la educación intensiva condujo a la existencia de una categoría socioprofesional, que normalmente es científica, que se alejó de los centros de toma de decisiones a pesar de su superioridad en ciencia y educación, buscó una forma efectiva de protesta y encontró que el movimiento islamista era el más fuerte en polarización y movilización, y el más capaz de competir con la autoridad, así que accedió a él.
Los 700 mil desempleados serán el primer reto al que se enfrentará al-Nahda
Al-Nahda puede estar orgulloso de que un buen número de sus militantes son titulares de un doctorado o licenciados universitarios en general. El problema de esta categoría socioprofesional en Túnez y otros países árabes es que están marginados, especialmente los que deciden oponerse al sistema y ser independientes. La situación llega incluso al punto de que el salario de un profesor universitario en muchos países árabes es inferior al de una bailarina principiante. El profesor universitario ha dedicado muchos años a estudiar, mientras que la bailarina, aun siendo analfabeta o semianalfabeta, está en mejor situación (desde el punto de vista financiero). El capitalismo aleatorio agravó aún más este fenómeno en beneficio de las nuevas clases parasitarias, mientras se empobrecían las élites intelectuales. Además, un gran número de estos licenciados universitarios no tuvieron la oportunidad de tomar decisiones, a pesar de su ventaja científica. Estos licenciados buscaban una solución a su estatus profesional y financiero en el movimiento de protesta representado por el partido al-Nahda.
La clase media
En todas las sociedades la clase media incluye múltiples y diversos grupos socioprofesionales. En países no democráticos, los que dependen del Estado para recibir su salario mensualmente normalmente son incapaces de oponerse con fuerza a sus gobiernos porque cualquier oposición seria por su parte los llevaría al desempleo. Por lo tanto, por sus intereses económicos se ven obligados a ser fieles a su gobierno y a no oponerse nunca públicamente. Solo los que son financieramente independientes pueden enfrentarse al gobierno de forma violenta. Esta categoría suele estar personificada en los pequeños y medianos comerciantes, que representan una importante fuente de financiación para al-Nahda, y en este sentido debemos recordar el papel de los comerciantes iraníes en el éxito de la revolución islámica en diciembre y enero de 1979. No obstante, debemos observar que este enorme apoyo no se mantuvo con la misma intensidad en los 70 y los 80, sino que se redujo o incluso dejó de existir tras la derrota del movimiento en 1991. Cuando el aparato de seguridad detuvo a los líderes del movimiento, decidió a la vez acabar con toda su infraestructura y su financiación extranjera y nacional y bloquear a sus partidarios a fin de cortar cualquier apoyo. Esta clase social, que es una clase comercial, evita la violencia y piensa siempre con una lógica de pérdida y beneficio, y cuando le pareció que la apuesta por al-Nahda significaría perder y que el régimen de Ben Ali no solo no había caído, sino que se había fortalecido, dio la espalda a sus anteriores posiciones y apeló a la seguridad hasta la caída del sistema y la huída de Ben Ali el 14 de enero de 2011 para despertarse rápidamente después de haber estado latente.
Al-Nahda es un partido conservador, recibido con los brazos abiertos principalmente en las ciudades del sur y el centro de Túnez
Los marginados
Las personas socialmente marginadas en Túnez, donde hay altos niveles de desempleo, sufren además por la ausencia de un Estado del bienestar. En otras palabras, si uno no trabaja, el Estado no le da apoyo de ningún tipo.
Esta categoría marginada, especialmente formada por jóvenes, es la que empezó la revolución en Sidi Bouzid en diciembre de 2010, cuando Mohammed Bouazizi se inmoló después de que le impidieran realizar su trabajo marginal sin licencia. La misma categoría marginada de jóvenes organizó en 2008 movimientos de protesta similares en la ciudad de Redeyef, en el sur. Estos movimientos sociales no están políticamente estructurados, pero tienen una demanda urgente e inmediata, que es tener empleo. Esta categoría también incluye a licenciados universitarios, así como a jóvenes que no terminaron su educación. Estas personas buscan soluciones a su urgente crisis social, y si algunos de ellos votaron a al-Nahda, ya fuera porque creían en su programa o simplemente por venganza contra el régimen de Ben Ali, no tendrán mucha paciencia con ellos. En otras palabras, si el gobierno de Hammadi Yebali fracasa a la hora de encontrar soluciones urgentes al problema del desempleo, se volverán contra él e intentarán derrocarlo en las primeras elecciones. Los 700.000 desempleados serán el primer reto al que se enfrentará al-Nahda, y los primeros indicios no son muy prometedores, ya que la crisis económica está empeorando día a día debido al déficit sustancial en el sector del turismo, que ha perdido más del 40% de sus ingresos en 2011, así como por la huída de la inversión extranjera debido a la falta de estabilidad social y política y de seguridad en Túnez.
Retos internos
El conflicto que amenaza al partido desde el interior es el desacuerdo entre los líderes que están dentro del país y aquellos que han regresado tras vivir en el exilio
El movimiento al-Nahda se está enfrentando a fuertes conflictos internos que no emergieron suficientemente a la superficie durante las últimas dos décadas bajo la represión de Ben Ali. Pero ahora, con el partido en el poder, estos conflictos saldrán a la luz. Quizás los conflictos más importantes son los que oponen a sus líderes a nivel nacional y a sus colegas del extranjero, así como los conflictos regionales entre miembros del partido en el sur y el centro y los líderes que pertenecen a la región costera. Tanto al-Nahda como su fundador Ghannouchi, que nació en la ciudad de el-Hamma, provienen del sur del país. Representan una reacción contra la dominación histórica de las élites dirigentes originarias de la costa (las ciudades de Monastir, Susa y Mahdia). Al-Nahda es un partido conservador, recibido con los brazos abiertos principalmente en las ciudades del sur y el centro de Túnez, aunque también por personas que se trasladaron a la capital y a las ciudades costeras. Hay una especie de reacción contra la rica y liberal zona costera, con sus hoteles y sus pubs, porque ha monopolizado el poder desde la independencia. Burguiba tuvo cuidado en elegir a sus sucesivos gobiernos de esta región, de modo que el jefe de Estado y los jefes de los siguientes gobiernos y la mayoría de los ministros y ejecutivos del partido dirigente provienen de esta zona. Aunque debemos reconocer que bajo el régimen de Ben Ali la supremacía de la región costera en el Estado y el gobierno fue moderada.
El partido al-Nahda, a fin de eludir un conflicto posiblemente intenso en este sentido, se apresuró a nombrar a Hammadi Yebali, que proviene de la ciudad de Susa, como jefe de Gobierno, a fin de evitar un choque con las élites del antiguo régimen y con el fuerte lobby económico costero en el Estado y la sociedad. Pero este conflicto puede empeorar, tal como advirtió el ex ministro del Interior Farhat Rajhi en una entrevista que causó revuelo, en la que advirtió que en la eventualidad de una victoria de al-Nahda un grupo de la región costera con control del ejército podría derrocar al nuevo gobierno en un golpe militar, a sabiendas de que un comandante del ejército tunecino, el general Rashid Ammar, proviene de Sayada, cerca de la ciudad de Monastir.
El otro conflicto que amenaza al partido desde el interior es el desacuerdo entre los líderes que están dentro del país y aquellos que han regresado tras vivir en el exilio en Londres y Doha. Los líderes que se quedaron en el país fueron juzgados y pasaron mucho tiempo en prisión, algunos de ellos más de una década. También fueron torturados. Entre ellos se encontraban Hammadi Yebali, primer ministro, Ali Larayedh, ministro del Interior o Abd al-Latif al-Makki, ministro de Sanidad. Por otro lado, los líderes que vivían en el extranjero tuvieron una vida tranquila en Londres o en Doha, donde no fueron encarcelados ni torturados. Ese fue el caso del propio Rashid Ghannouchi y sus yernos Rafik Abdessalam y Lotfi Zitoun. Cuando Ghannouchi propuso su nombramiento como ministros de Exteriores y de Asuntos Políticos respectivamente en el gobierno de Yebali, muchas personas hablaran de clientelismo. Muchos observadores consideraron que estos dos nombramientos constituían un mal punto de partida para el gobierno de al-Nahda, ya que parecía que Ghannouchi imponía a sus familiares en los ministerios clave puramente por razones familiares. Otros piensan que lo hizo para mantener una cierta influencia dentro del partido, especialmente porque él mismo no asumió ningún cargo ministerial, y también porque estuvo mucho tiempo como jefe del movimiento.
Las razones del éxito
Educación
Al-Nahda se benefició enormemente del conflicto violento en Túnez entre el régimen de Burguiba y los movimientos de la izquierda, ya que las autoridades miraron hacia otro lado ante sus actividades, en una alianza tácita para enfrentarse a la izquierda, su rival común. Desde los años 70 se extendieron los primeros grupos de predicadores del islam por las facultades y las universidades, donde los teatros y los polideportivos se convirtieron en lugares de culto y oración. Además, la estrategia funcionó y resultó efectiva en las operaciones de movilización dirigidas a las comunidades académica y escolar. Al-Nahda ha formado un grupo ambicioso y activo en la sociedad, que ha adoptado la nueva ideología de trabajo, especialmente entre los jóvenes que no tienen alternativas sociales. Consiguió propagarse por las universidades y en particular en las facultades científicas, y creó en 1989 el Sindicato General Tunecino de Estudiantes como segundo sindicato organizado en la universidad tunecina para competir con la organización de izquierdas del Sindicato General de Estudiantes Tunecinos, y consiguió muchos escaños en los Consejos Científicos de las facultades. Hasta que sus miembros fueron arrestados por la policía de Ben Ali, en este periodo, los nombres de los líderes de este movimiento eran muy conocidos, como Abd al-Latif al-Makki, ministro de Sanidad del gobierno de Hammadi Yebali, o Abdul Karim Harouni, miembro de la Asamblea Constituyente. Desde 1991 hasta la caída de Ben Ali el 14 de enero de 2011, se produjo la latencia y la desaparición de activistas del movimiento en las universidades e institutos, temiendo la represión de la policía. Al-Nahda apostó mucho por la penetración en las instituciones educativas, y siempre se ha beneficiado de las divisiones organizativas e ideológicas que paralizaron la actividad de la izquierda.
Al-Nahda es la única organización política en Túnez cuyos miembros donan el 5% de sus ingresos mensuales, lo que le facilita unos enormes ingresos
Financiación
Muchos investigadores, incluido el experto de la CIA Graham Fuller, creen en la hipótesis de que los saudíes financian los movimientos islamistas suníes en el mundo árabe en especial y en el mundo musulmán en general. La financiación saudí de estos movimientos se ha intensificado desde principios de los 80 a fin de hacer frente a la emergente revolución iraní, que quería convertirse en la principal referencia en la militancia islámica contemporánea. Una cosa es segura, y es que es difícil para los investigadores probar dichos cargos, pero lo que sí es posible es hacer un seguimiento de los medios de comunicación conectados con Arabia Saudí, especialmente de aquellos que emiten desde Londres, y ver que la mayoría de ellos expresaron simpatía por los movimientos árabes e islamistas y eran claramente críticos con los regímenes existentes. Pero un nuevo acontecimiento cambió la opinión saudí de muchos movimientos islamistas que seguían la ideología de los Hermanos Musulmanes y del Movimiento al-Nahda: la invasión iraquí de Kuwait, que creó una grave división dentro de estos movimientos. Sus líderes, representados por Abdelfattah Mourou, simpatizaban con la postura de los países del Golfo; Rashid Ghannouchi entendía la postura iraquí, mientras que las bases apoyaban directamente a Iraq. Al enfrentarse a una gran presión por parte de la gente, los líderes se vieron obligados a tomar posiciones alineadas con las aspiraciones de las masas. Pero ahora, con el incremento de la importancia del papel de Qatar, tanto en cuanto a la política como en cuanto al panorama de los medios de comunicación, las cosas han cambiado.
La degradación de las condiciones sociales y económicas permitió al Movimiento al-Nahda crear redes de pequeñas mezquitas informales que se multiplicaban fuera del control y la supervisión del Ministerio de Asuntos Religiosos
Arabia Saudí se ha comprometido a apoyar los movimientos wahabíes y salafistas en el contexto de una organización global denominada la Liga del Mundo Árabe, mientras que el Estado de Qatar ha fundado una organización denominada la Unión Internacional de los Ulemas Musulmanes y ha nombrado como presidente a Yusuf al-Qaradawi, un jeque egipcio que recibió la ciudadanía qatarí y proviene de los Hermanos Musulmanes egipcios. El jeque Rashid Ghannouchi, así como su yerno Rafiq Abdessalam y otros líderes, se ha unido a esta organización, que recibe apoyo financiero del gobierno qatarí, que ha recibido un enorme apoyo de Al-Yazira. No obstante, se debe señalar que la financiación externa no representa la principal fuente de ingresos de al-Nahda. El partido depende principalmente de sus propios recursos, ya que logró establecer una red de apoyo que consistía en amplias circunscripciones efectivas que le permitieron conseguir autofinanciación para sus actividades. De hecho, al-Nahda es la única organización política en Túnez cuyos miembros donan el 5% de sus ingresos mensuales, lo que le facilita unos enormes ingresos que le permiten pagar los salarios de un liderazgo contratado a tiempo completo y sus actividades con los medios de comunicación y especialmente sus actividades sociales. Esta diversidad en las fuentes de financiación, que proviene de muchos grupos sociales diferentes, se debe principalmente al éxito del movimiento islamista en Túnez, populista, a la hora de acceder a todas las clases y grupos sociales y de establecer la comunicación con categorías sociales contradictorias, ya sea económica o culturalmente.
Propaganda en los medios de comunicación
Al-Nahda no tenía un canal de televisión privado en los años 70 y 80, ni siquiera un canal de radio, ni un influyente grupo de periódicos y revistas, pero fue capaz de movilizar a una amplia categoría social a favor de su discurso adoptando técnicas de comunicación con sede en las mezquitas, sustituyendo así a los medios de comunicación, y emergió no solo como un competidor, sino también como una alternativa creíble e influyente. La degradación de las condiciones sociales y económicas permitió al Movimiento al-Nahda crear redes de pequeñas mezquitas informales que se multiplicaban fuera del control y la supervisión del Ministerio de Asuntos Religiosos. Su estrategia consistía en ocupar la calle, para mantener la movilización de sus activistas y de las masas de simpatizantes, a través de la creación de un espacio de comunicación fijo entre la esfera pública y la mezquita. De ese modo, las mezquitas se convirtieron en lugares sociales en los que se enseñaban las doctrinas y se reclutaba a los activistas, y especialmente en centros de oposición política y social que acusaban al Estado tunecino y sus instituciones. Estas mezquitas lograron un gran éxito cuando suplantaron a los medios de comunicación de masas propiedad del Estado, que hace mucho tiempo que habían perdido toda credibilidad.
En 1991, tras ser aplastado por el régimen, desaparecieron el movimiento y su influencia en las mezquitas. El Estado recuperó el control de estos lugares gracias al Ministerio de Asuntos Religiosos, que despidió a los imanes leales a al-Nahda y los sustituyó por otros afines al régimen. El movimiento desapareció del panorama de los medios de comunicación y solo se comunicaba utilizando Internet gracias a sus activistas en Europa y especialmente en Londres, donde se creó un canal de televisión que no sobrevivió mucho tiempo.
El propio Rashid Ghannouchi declaró que no impondrán el velo, ni impedirán la venta de alcohol, ni se opondrán al turismo
Sin embargo, desde principios del año 2000, el Movimiento consiguió volver a entrar en el panorama de los medios de comunicación utilizando Al-Yazira. Rashid Ghannouchi se convirtió en un invitado permanente en este canal. Además, Azzam Tamimi, una figura muy conocida de los Hermanos Musulmanes, creó en Londres Al-Hiwar, un canal por satélite que contaba con el apoyo de Qatar y que convirtió a Ghannouchi en uno de sus pilares, ya que aparecía constantemente en sus programas. Por consiguiente, el Movimiento logró un enorme apoyo de los medios de comunicación y consiguió comunicarse con sus partidarios en Túnez.
Ciclo histórico de los movimientos islamistas
Los movimientos islamistas están viviendo en la actualidad lo que denominamos su ciclo histórico, al igual que el comunismo vivió su momento de gloria después de la 2ª Guerra Mundial y se extendió en los años 50 y 60 del siglo pasado, y al igual que el movimiento del nacionalismo árabe, con sus dos partes de Nasserismo y Baazismo, experimentó su gloria en los años 60 del siglo pasado, cuando fue muy popular. Los movimientos islamistas también tienen lo que se denomina en la filosofía de la historia un ciclo histórico. Estos movimientos se consideran las víctimas de la tiranía y de regímenes dictatoriales y dependen de eslóganes morales para enfrentarse a la desenfrenada corrupción de los regímenes existentes. Por lo tanto, estos movimientos se presentan como una alternativa moral, política y social a los depravados valores del sistema existente.
Movimientos tácticos
Después de la experiencia del exilio en Londres de sus líderes, al-Nahda empezó a utilizar un nuevo vocabulario y nuevas ideas que eran revolucionarios en comparación con otros movimientos islamistas. Ahora ha declarado que repetirá el modelo turco, que consiste en una convivencia pacífica entre laicos e islamistas bajo las normas de un Estado democrático. El propio Rashid Ghannouchi declaró que no impondrán el velo, ni impedirán la venta de alcohol, ni se opondrán al turismo. También criticó a la sociedad saudí y la llamó sociedad religiosamente hipócrita, ya que el Estado impone el velo y prohíbe la venta de alcohol, y aunque la gente no lo hace abiertamente, sí lo hace en secreto. También insistió en que respetarán los logros de las mujeres en Túnez, logros que otras mujeres árabes nunca han alcanzado, como por ejemplo la prohibición de la poligamia.
Además, el Movimiento al-Nahda ha unido sus fuerzas en la política nacional con dos partidos políticos que son el Congreso por la República, un partido nacionalista de izquierdas, y el partido Foro Democrático por el Trabajo y las Libertades, un partido liberal. Al-Nahda también ha ofrecido un cargo ministerial a Hamma Hammami, líder del Partido Comunista de los Obreros Tunecinos, que rechazó la oferta. También nombró a Tarek Diab, un famoso futbolista, Ministro de Deportes.
En cualquier caso, el movimiento islamista ya no sufre represión, una represión que atraía la simpatía del público
En cuanto a la política exterior, Ghannouchi ha visitado Argelia y se ha reunido con el presidente Abdelaziz Bouteflika para darle garantías en lo referente al conflicto entre el régimen argelino y un partido disuelto, el Frente Islámico de Salvación (FIS). Ghannouchi también ha viajado a Estados Unidos, se ha reunido con altos funcionarios y ha visitado institutos de investigación, donde se ha presentado como un líder islamista moderno que no tiene nada que ver con el terrorismo islámico y el salafismo. Además, atacó en uno de sus discursos a Arabia Saudí y advirtió que una revolución popular es inminente si el país no lleva a cabo reformas democráticas, lo que provocó una respuesta violenta contra él en los medios de comunicación saudíes.
En conclusión, los resultados de las elecciones tunecinas no fueron una gran sorpresa para los expertos en los movimientos islamistas. Por primera vez desde su creación a principios de los 70, el Movimiento al-Nahda se enfrentará a las dificultades de ejercer el poder. Tendrá que resolver el peliagudo problema del desempleo y el empeoramiento de la crisis económica, así como enfrentarse a las fuerzas de la izquierda que lo están vigilando de cerca, especialmente la Unión General de Trabajadores Tunecinos, el mayor sindicato de Túnez y el más poderoso del mundo árabe, liderado por élites de la izquierda. En la actualidad, Túnez está experimentando muchas huelgas en varios sectores. El movimiento será probado seriamente, para ver si realmente tiene un doble discurso interno que rechaza a los demás y pretende crear un Estado totalitario que aplique una ley al estilo saudí y un discurso público externo para los medios de comunicación que hace un llamamiento a la democracia, la convivencia entre los diferentes grupos políticos y la necesidad de acuerdo entre las contradicciones. Se trata de retos reales a los que el movimiento podría lograr enfrentarse, pero también podría fracasar. En cualquier caso, el movimiento islamista ya no sufre represión, una represión que atraía la simpatía del público, sino que en la actualidad es un partido político como cualquier otro. Ejerce el poder y será considerado responsable de cualquier error que cometa, y ese es el auténtico cambio.