Disidencia política bajo el nuevo régimen
Durante los primeros meses del mandato de Bashar como presidente, bullían en Siria las actividades de la disidencia, en lo que se conoció como la “Primavera de Damasco”. Crecieron las expectativas cuando el joven presidente, durante su discurso inaugural, trazó la necesidad de una reforma. Los sirios, que exigían el fortalecimiento de la sociedad civil, celebraron abiertamente reuniones por primera vez en años. Menos de un año después de la sucesión de Bashar, esta “Primavera” fue cortada de raíz. El movimiento disidente renació de nuevo entre 2003 y 2007. En octubre de 2005, los grupos de la oposición hicieron pública la “Declaración de Damasco para el Cambio Nacional Democrático”, que pedía una “transformación democrática global y completa” desde el Estado de la mujabarat (servicio secreto) a un Estado civil y democrático. En paralelo a estos acontecimientos, el 17 de marzo de 2006, los líderes de la oposición exiliados crearon una coalición, el Frente de Salvación Nacional, para conseguir un cambio de régimen. El Frente incluía al antiguo vicepresidente sirio Abdel Halim Jaddam, a los Hermanos Musulmanes, a los pequeños partidos kurdos, liberales y comunistas y a los independientes. Los miembros de la Declaración de Damasco crearon dos instituciones mediante elecciones, el Consejo Nacional y el Secretariado. Después se produjo la ofensiva del gobierno y los líderes electos fueron arrestados. Los disidentes continúan su lucha, aunque en circunstancias más difíciles; las figuras de la oposición están pagando un precio creciente por desafiar el statu quo.
Este artículo pone de relieve las actividades de los disidentes en la primera década del gobierno de Bashar, y analiza su relativo fracaso para lograr un cambio, en un contexto nacional e internacional desfavorable. Decae el régimen neo-Asad; ¿está listo para una reforma o el movimiento hacia un sistema político más representativo se ha visto obstaculizado por nuevas tácticas autoritarias?
EL SISTEMA POLÍTICO SIRIO
La reforma política nunca ha sido una prioridad para Bashar, que se ha centrado en modernizar la economía y el sistema administrativo
Cuatro rasgos caracterizan al sistema político que Bashar heredó de su padre. En primer lugar, se trata de un sistema de partido único dominado por el partido Baaz, compensando instituciones formales como el Consejo del Pueblo (parlamento) con instituciones informales de seguridad o militares dominadas por la comunidad alawí de Asad. En segundo lugar, la estructura de la política económica baazista, a menudo descrita como “autoritarismo populista”, que favorece a los empleados del sector público, los campesinos y empresarios selectos del sector privado. En tercer lugar, el régimen utiliza la represión contra los oponentes internos. Finalmente, Asad padre dio prioridad a la política exterior por encima de los asuntos internos, como la economía, y se le conocía por su manipulación autoritaria del entorno interno, mientras que Bashar ha demostrado su preferencia por la política interna antes que por la política exterior, y su nula capacidad para ambas.
La reforma política nunca ha sido una prioridad para Bashar. En su lugar, el nuevo presidente se ha centrado en modernizar la economía y el sistema administrativo, creando la esperanza de que podría surgir una gradual y limitada liberalización política. Los funcionarios del régimen hablan de seguir el “modelo chino” de reforma. Según ellos, esto significa mejorar los niveles de vida, lo que puede ser utilizado para legitimar el régimen. El resultado ha sido, citando el título del libro de Alan George, que Bashar no ha logrado “ni pan ni libertad” (Neither Bread nor Freedom). El cambio político tomó inicialmente la forma de sustituir a muchos de los antiguos funcionarios en las estructuras formales e informales del régimen por una generación más joven. Según una estimación, tres cuartas partes de los sesenta altos funcionarios políticos, administrativos y militares fueron sustituidos durante los dos primeros años del gobierno de Bashar. Los observadores especulan que los tecnócratas recientemente designados, en concreto, podrían conducir al país en una nueva dirección.
Los resultados oficiales del Ministerio del Interior dieron a Bashar el 97,62% de los votos en el referéndum presidencial de 2007
Otros procesos políticos formales incluyen dos elecciones legislativas, en 2003 y 2007, seguidas de un referéndum presidencial. Las primeras elecciones parlamentarias con Bashar se celebraron los días 2 y 3 de marzo de 2003. Según todas las opiniones, estas elecciones estuvieron controladas por el régimen. El Baaz y sus aliados en el Frente Progresista Nacional recibieron 169 escaños; los candidatos denominados “independientes” ganaron los 81 restantes. El gobierno introdujo cambios superficiales en el proceso electoral antes de las elecciones de 2007, incluidos topes en el gasto de las campañas electorales (en torno a 58.000 dólares), urnas transparentes y funcionarios que supervisaran los colegios electorales. En la práctica, estos cambios ni mejoraron la justicia ni la libertad del proceso, ni convencieron a más gente para que participara en un ritual que les resultaba demasiado familiar. Los resultados oficiales, hechos públicos el 26 de abril de 2007, mostraron que el Frente Progresista Nacional había ganado 169 escaños, mientras que los independientes consiguieron los restantes 81 escaños, dos menos que en las anteriores elecciones. La participación oficial fue del 56,12% de los 11,96 millones de personas con derecho a voto; fueron elegidas treinta candidatas mujeres, exactamente el mismo número que en 2003.
Sin embargo, por primera vez en la historia del Baaz, un grupo independiente de la sociedad civil, la Comunidad Tharwa, supervisó las elecciones y elaboró informes grabados y escritos. Los informes de Tharwa indican que los que boicotearon las elecciones lo hicieron por una decisión consciente, y no por apatía. Este boicot condujo, según los datos oficiales, a la mínima participación en la historia parlamentaria siria, menos del 4,5%.
La Primavera de Damasco fue testigo de una proliferación de salones literarios y foros cívicos celebrados en los hogares de los ciudadanos
Como parte de la preparación para el referéndum presidencial, el régimen se movilizó para evitar las vergonzosas cifras de participación de las elecciones parlamentarias. Los burócratas organizaron espectáculos llamados urs dimuqrati (boda democrática), celebraciones forzadas en las que la gente expresaba su lealtad y júbilo ante los medios. Las agencias de seguridad reforzaron la supervisión en los colegios electorales. No obstante, los medios de comunicación internacionales y las organizaciones de derechos humanos observaron violaciones generalizadas de las propias normas fijadas por el régimen (Comunidad Tharwa, segundo informe). Los resultados oficiales del Ministerio del Interior dieron a Bashar el 97,62% de los votos.
ACTIVISMO DISIDENTE BAJO EL GOBIERNO DE BASHAR
La oposición bajo el gobierno de Bashar ha pasado por resurgimientos y declives, expresando varias reivindicaciones de larga duración, pero no consiguiendo al final producir los cambios deseados. Se puede dividir la actividad de la oposición en tres fases. La primera fase fue la Primavera de Damasco, durante el primer año del gobierno de Bashar (2000-2001). La segunda fase (2003-2007) alcanzó su clímax con la Declaración de Damasco en octubre de 2005 y la formación del Frente de Salvación Nacional en marzo de 2006. La última fase (2008-hasta la actualidad) se caracteriza por una incrementada represión de los disidentes y la rehabilitación de la postura del régimen en la comunidad internacional.
Menos de un año después del inicio de la “Primavera de Damasco”, el régimen empezó a dar marcha atrás, advirtiendo a los disidentes de las consecuencias. Éstos siguieron adelante
Primera fase: Primavera de Damasco (2000-2001)
Con la muerte de Asad padre, la mayoría de los sirios sintió que había empezado una nueva era, y el discurso inaugural de Bashar aumentó las esperanzas en una auténtica reforma. Las exigencias de cambio provenían de dos lados: los movimientos de oposición disidentes exiliados y los de dentro de Siria, especialmente los Hermanos Musulmanes (abreviado en lo sucesivo como “HM”).
Noventa y nueve importantes intelectuales en Siria hicieron pública, el 27 de septiembre de 2000, una carta abierta pidiendo que se pusiera fin a la ley marcial, en vigor desde 1963. El “Manifiesto de los 99” pedía la liberación de los presos políticos, que se permitiera a los exiliados volver al país y que se concediera libertad de expresión y de prensa. A continuación, un grupo mayor, que se denominaba a sí mismo Amigos de la Sociedad Civil, hizo circular una petición que pasó a ser conocida como el “Manifiesto de los Mil”, reiterando las reivindicaciones de “los 99” y añadiendo una petición de pluralismo político. Una figura de este movimiento, el parlamentario independiente Riad Seif, creó un nuevo partido, el Movimiento por la Paz Social, abogando por los principios del libre mercado y la democracia.
La Primavera de Damasco fue testigo de una proliferación de salones literarios y foros cívicos en los que se discutían los derechos humanos, celebrados en los hogares privados de los ciudadanos. El gobierno tomó dos medidas positivas en esta fase. El 16 de noviembre de 2000, el gobierno liberó a seiscientos presos políticos. A principios de 2001, autorizó el primer periódico en manos privadas de Siria (que sería clausurado en 2003). Los ansiosos lectores no dejaron escapar la primera edición de 75.000 copias de al-Dumari (El Farolero).
En febrero de 2001, los miembros del régimen, incluido Bashar, empezaron a dar marcha atrás, advirtiendo a los disidentes de las consecuencias. Éstos siguieron adelante. El 16 de abril de 2001, los Comités de la Sociedad Civil que estaban tras el “Manifiesto de los Mil” publicaron un nuevo “Pacto Social”, presentando criterios de ciudadanía con igualdad de derechos y fijando la democracia como una condición necesaria para la reforma económica, tan prioritaria como la liberación del Golán ocupado. La democracia, afirmaban, incluía “transparencia, pluralismo político y de medios de comunicación, la sociedad civil, el imperio de la ley, la separación de poderes y elecciones libres celebradas bajo supervisión independiente”. Poco después, los HM hicieron público un Pacto en el que se comprometían a trabajar utilizando medios democráticos y denunciando el uso de la violencia. La represión llegó cuando una figura de la Primavera de Damasco fue un paso más allá. El diputado independiente Mamun al-Homsi empezó una huelga de hambre en su oficina de Damasco para protestar contra lo que él llamaba arbitrarias prácticas de las autoridades y la campaña de difamación contra él. Hizo circular una declaración en la que pedía el imperio de la ley, la independencia del poder judicial, el cese de la mujabarat y la formación de un comité de derechos humanos en el Parlamento. Homsi fue arrestado y acusado de evasión de impuestos, de atacar a la Constitución y de difamar al Estado. Otros nueve líderes de la Primavera de Damasco fueron entonces arrestados y condenados a penas de prisión de entre 2 años y medio y 10 años; entre ellos estaban Riad Seif, Riad al-Turk, Kamal Labwani y Aref Dalila. Otros activistas fueron sometidos a vigilancia y acoso.
Segunda fase: Resurgimiento (2003-2007)
Varios acontecimientos que tuvieron lugar entre 2003 y 2007 infundieron un nuevo vigor al movimiento de disidencia. Sacudidos por la caída del régimen baazista de Iraq, los disidentes sirios se movilizaron. El 17 de mayo de 2003, más de 250 activistas y sindicalistas, incluidos algunos baazistas, presentaron una petición a Asad solicitando la liberación de los presos políticos, el fin de la ley marcial y la reducción del papel de las agencias de seguridad, todo para anticiparse a la presión americana contra Siria. El 8 de marzo de 2004, la fecha del aniversario del golpe baazista de 1963, varios activistas de los derechos humanos y disidentes se manifestaron frente al Parlamento pidiendo el fin del estado de emergencia. Las fuerzas de seguridad detuvieron a noventa y nueve participantes. El Departamento de Estado estadounidense protestó por la detención durante unas horas de uno de los funcionarios de su embajada, que estaba mirando la manifestación. Días después, durante los disturbios producidos tras un partido de fútbol, la policía intentó reprimir a manifestantes kurdos en la ciudad de Qamishli, en el norte; murieron unas veinticuatro personas y cientos de sirios de etnia kurda fueron arrestados. Entonces llegó el asesinato del antiguo primer ministro libanés, Rafiq Hariri, el 14 de febrero de 2005. El consiguiente movimiento de protesta libanés, o “Revolución del Cedro”, exigía la retirada de las tropas sirias de Líbano. Los activistas sirios pidieron a Bashar que se retirara del país vecino para salvar la relación histórica entre los dos países.
Los Hermanos Musulmanes crearon una nueva plataforma en esta fase: “Proyecto Político para el Futuro de Siria”. Aunque afirma que el islam sigue siendo un marco de referencia religioso y de civilización para el pueblo sirio, el documento, más que exigir un Estado islámico, reclama “un Estado moderno” (al-dawlah al-hadizah), definiéndolo como un Estado contractual que respeta las convenciones internacionales de derechos humanos, institucionaliza la separación de poderes, transfiere el poder mediante elecciones libres y justas y exhibe pluralismo. Este hecho facilitó la construcción de coaliciones entre los HM y los grupos laicos de la oposición en Siria. El 4 de abril de 2005, los HM hicieron pública una petición de una conferencia nacional en un plazo de tres meses, con los objetivos de levantar la ley marcial, resolver los casos de derechos humanos pendientes y preparar una nueva Constitución que pusiera fin al monopolio de poder por parte de un único partido. Un mes más tarde, Ali al-Abdullah, miembro del consejo del Foro al-Atassi, el único foro de la sociedad civil que quedaba de los días de la Primavera de Damasco, leyó una declaración de Ali al-Bayanuni, líder exiliado de los HM, reiterando la renuncia de éstos a la violencia y su apoyo al Estado democrático moderno. Las fuerzas de seguridad arrestaron a Abdulla y anularon el Foro al-Atassi.
Los activistas de dentro y de fuera de Siria comunicaron cinco reivindicaciones al 10º Congreso General del partido Baaz el 6 de junio de 2005: 1) el levantamiento de la ley marcial; 2) la liberación de los presos políticos; 3) la autorización para la formación libre de partidos políticos; 4) la modificación de la Constitución para poner fin al monopolio del Baaz; y 5) la celebración de elecciones libres y justas en las que participaran todas las fuerzas políticas. La respuesta del Congreso del Baaz fue un rotundo “no”. No se promulgó la largamente esperada ley para ampliar el número de partidos políticos autorizados. El único acontecimiento inusual en el Congreso fue la dimisión del vicepresidente Jaddam.
Sacudidos por la caída del régimen “baazista” de Iraq, los disidentes sirios se movilizaron
Poco después de este 10º Congreso General, los disidentes decidieron que Bashar no iba en serio con la reforma y subieron la apuesta. El 16 de octubre de 2005, varios grupos de la oposición hicieron pública la “Declaración de Damasco por el Cambio Nacional Democrático”, exigiendo una “transformación democrática global y completa” desde el Estado de la mujabarat a un Estado civil y democrático. La Declaración reiteró las anteriores demandas de la oposición, incluidas la revocación de la ley marcial, la liberación de todos los presos políticos y la vuelta de los exiliados. La Declaración insistía en el papel del islam como marco de referencia “cultural y de las civilizaciones” para todos los sirios, musulmanes y no musulmanes por igual, y afirmaba los derechos culturales y políticos de los kurdos. Ningún otro documento desde el principio del gobierno baazista en 1963 ha recibido tanto apoyo de tantas fuerzas políticas diferentes, incluidas las de izquierdas, las nacionalistas, los partidos kurdos, los artistas y los Hermanos Musulmanes. El último acontecimiento de 2005 fue el anuncio de deserción del antiguo vicepresidente Jaddam a través del canal de televisión Al-Arabiya el 30 de diciembre desde su casa de París. Confirmaba así los resultados del Informe Detlev Mehlis de la Comisión de Investigación Independiente de la ONU, que implicaba a agentes de los servicios de inteligencia sirio y libanés en el asesinato de Hariri. El 17 de marzo de 2006, Jaddam creó un grupo paraguas de oposición, el Frente de Salvación Nacional Sirio (FSN), con los HM y disidentes de izquierdas, liberales, kurdos e independientes. La carta del FSN reiteraba la Declaración de Damasco, exigiendo un Estado democrático que sustituyera el régimen “autoritario y corrupto” de Bashar al-Asad.
La “Declaración de Damasco” exigía una transformación democrática global y completa. Ningún otro documento ha recibido tanto apoyo de tantas fuerzas políticas diferentes
El régimen siguió respondiendo utilizando la represión durante los años 2005-2008. Uno de los diez líderes de la Primavera de Damasco, Kamal Labwani, que había pasado 4 años en prisión, fue arrestado en noviembre de 2005 y condenado a otros 12 años. Otro grupo de activistas fue detenido en mayo de 2006 por haber firmado la “Declaración Damasco-Beirut”, que pedía relaciones normales y en pie de igualdad entre Siria y Líbano. Entre ellos, Michel Kilo fue condenado a 3 años de prisión por debilitar la moral nacional. Las autoridades destituyeron a la mayoría de los firmantes de la Declaración de sus cargos en el gobierno. Los días 11 y 12 de diciembre de 2007, varios miembros de la Declaración de Damasco celebraron un congreso al que asistieron 163 activistas de toda Siria. Eligieron un consejo nacional liderado por Fida al-Hurani, hija del antiguo líder del Baaz Akram al-Hurani, y un secretariado liderado por Riad Seif.
Tercera fase: Represión y retirada (2008-hasta la actualidad)
Las agencias de inteligencia lanzaron una campaña contra los miembros del consejo y el secretariado. Veintitrés miembros electos de la Declaración fueron arrestados a principios de 2008. Doce de ellos fueron condenados a 2 años y medio de prisión por debilitar la moral nacional. Entre otras violaciones de los derechos humanos por parte del régimen en 2008, se incluyen la ejecución de un número desconocido de internos de la prisión de Sednaya, continuos arrestos y tortura de islamistas y activistas kurdos, el acoso a las instituciones de la sociedad civil y a las organizaciones benéficas y una fuerte censura a la prensa e internet.
La actividad disidente fuera de Siria se debilitó cuando los HM suspendieron su oposición al régimen durante el ataque israelí a Gaza en enero de 2009, lo que sorprendió a otros grupos de la oposición. Cuando los miembros del FSN criticaron públicamente la acción de los HM, éstos se retiraron de la coalición. Esta retirada dañó a la disidencia en la oposición tanto dentro como fuera del país, y estuvo acompañada de un sentimiento de confianza en sí mismo por parte del régimen y la continuación de su salida del aislamiento regional e internacional.
Hay varias cuestiones que tratar con respecto al activismo disidente en la primera década del gobierno de Bashar. En primer lugar, la duradera y unificadora causa de los disidentes es la reivindicación del respeto a los derechos humanos, una constante desde el “Manifiesto de los 99” en 2000 hasta las manifestaciones de activistas sirios en varias capitales europeas y americanas el 17 de abril de 2010, protestando contra el silencio internacional ante las violaciones de los derechos humanos en Siria. Las organizaciones de derechos humanos, ninguna de ellas autorizada por el gobierno, “se han vuelto muy hábiles con las comunicaciones, facilitando un flujo constante de información a Organizaciones No Gubernamentales internacionales, y disuadiendo así los abusos más atroces” (Pace y Landis, 2009).
Un segundo tema en el discurso de los disidentes es que la reforma política es un requisito previo para la reforma económica y administrativa denominada “del modelo chino” que defiende el régimen. El enfoque de los disidentes ante la reforma política ha defendido el cambio desde el interior, ha hecho hincapié en los medios pacíficos y ha suscrito el gradualismo en el cambio. Durante los primeros cinco años, algunos disidentes aún percibían a Bashar como un reformista en secreto. Esto cambiaría tras el congreso del Baaz en junio de 2005, cuando el régimen rechazó todas las demandas de la oposición. Aunque ésta no ha podido articular un programa detallado para el cambio político, todas las versiones y fases de la disidencia dicen que debe ponerse fin a la ley marcial. Todas están de acuerdo en que debe terminar el monopolio del partido Baaz en el poder. Todas apoyan un sistema multipartidista. En pocas palabras, la visión es la de una política más pluralista y más representativa.
Las autoridades destituyeron a la mayoría de los firmantes de la Declaración de sus cargos en el gobierno
La tercera característica significativa del activismo de la oposición ha sido la unión de alianzas por encima de divisiones ideológicas, sectarias y entre la disidencia del interior y la exiliada. Dos ejemplos claros son la Declaración de Damasco para el Cambio Democrático y el Frente de Salvación Nacional. Merece la pena mencionar aquí la inclusión de dos elementos muy diferentes de la oposición en estas dos coaliciones recientes, los movimientos kurdos y los Hermanos Musulmanes. La vuelta de los HM al activismo general de oposición fue posible por su apoyo al Estado democrático moderno en lugar de al Estado islámico, así como por el hecho de que los HM son percibidos por otros grupos de la oposición con cierta simpatía de la parte sunní de la población de Siria. Mientras tanto, el reconocimiento por parte de otros grupos de la difícil situación de los kurdos hizo posible que varios grupos disidentes kurdos respaldaran estas alianzas formadas porque destacados grupos de la oposición son conscientes del poco poder que tiene cada uno por separado, en comparación con el poder que ejerce el régimen. Se han formado porque los disidentes sirios quieren rebatir la afirmación del régimen de que no hay alternativa viable en caso de que se aflojara el control del Baaz sobre el poder, excepto un extremismo islámico aún más temible o un insoportable caos como el que ha destruido la vida cotidiana en Iraq desde la invasión estadounidense. Aunque el activismo disidente consiguió mucho durante la primera década del gobierno de Bashar, el hecho sigue siendo que el movimiento de oposición no ha logrado llevar a cabo la consecuente reforma, ni crear un movimiento de masas capaz de producir el cambio. ¿Por qué?
LOS LÍMITES DE LA OPOSICIÓN
Una mezcla de tres factores explica el éxito limitado de la oposición durante la primera década del gobierno de Bashar. En primer lugar, los constantes esfuerzos del régimen por mejorar y por poner un tope a la sociedad civil, mediante la represión y la intimidación, fueron efectivos. La naturaleza de la oposición y sus recursos disponibles, o falta de ellos, constituyen un segundo factor. En tercer lugar, la lucha entre el régimen y la oposición se desarrolla en un entorno regional e internacional no favorable a un cambio democrático en Siria.
1. Mejora autoritaria
El mayor determinante de oportunidad política para cualquier movimiento de la oposición es el régimen. El régimen sirio consolidó su poder inmediatamente después de la Primavera de Damasco de una manera similar a lo que Steven Heydemann denomina “la mejora autoritaria”, que implica la reconfiguración del gobierno autoritario para dominar las cambiantes circunstancias sociales, políticas y económicas. Los cinco aspectos identificados por Heydemann que caracterizan la mejora autoritaria incluyen la apropiación de la sociedad civil; la gestión de la contestación política; la captura de las ventajas de reformas económicas parciales; el control de las nuevas tecnologías de la comunicación; y la diversificación de las conexiones internacionales. Cada uno de estos aspectos describe las respuestas del régimen sirio a la oposición.
El primer análisis de la Primavera de Damasco se centró en la dinámica de la transición del régimen de Asad padre a Asad hijo. Los analistas que no estaban dispuestos a perder la fe en Bashar como reformista secreto culparon a la línea dura del régimen, que percibía las agresivas críticas de los disidentes como amenazas. Cuando Bashar se unió a la vieja guardia en las críticas a las actividades de la oposición, reveló que su mentalidad era la de los reformistas internos del régimen engendrados en el seno de las estructuras autoritarias. El procedimiento de funcionamiento estándar de quienes están integrados en el enfoque autoritario es privar a los demás de la capacidad de llevarse el crédito de dar lugar a reformas.
Las relaciones del régimen con la oposición muestran tanto continuidad como innovación. Las tácticas innovadoras utilizadas para reprimir a la oposición incluyen: 1) la negativa a autorizar los nuevos foros de la sociedad civil y organizaciones de derechos humanos; 2) la infiltración en las asambleas de la oposición; 3) la prohibición de viajar para ciertos activistas, mientras que se les permite a otros, a fin de crear sospechas de que los segundos están colaborando con el régimen; 4) ordenar a los activistas que informen a los jefes de las agencias de inteligencia; 5) la difamación de la reputación de los activistas y la divulgación de rumores sobre su colaboración con la mujabarat; y 6) ceñir las normas sobre los activistas. Un ejemplo de una nueva táctica para restringir las asambleas políticas, antes de que estuvieran totalmente prohibidas en 2005, era que se permitían las reuniones con la condición de que los convocantes obtuvieran un permiso del aparato de seguridad quince días antes de la fecha de la reunión, facilitando el nombre del conferenciante, una copia de la conferencia, la lista con los nombres de los participantes, el nombre del organizador y el lugar y la hora de la reunión.
Entre otras violaciones de los derechos humanos en 2008, se incluye la ejecución de un número desconocido de internos de la prisión de Sednaya
La continuidad con el régimen de Hafez al-Asad es evidente en el constante programa de arrestos, detenciones prolongadas, tortura recurrente y largas condenas de prisión. Aún así la represión es diferente bajo el gobierno de Bashar. Los presos ya no se pudren en prisión sin un juicio o sin que ni siquiera se reconozca que están encarcelados. El régimen del nuevo Asad utiliza el sistema legal para los llamativos juicios de los activistas. Durante la primera década del gobierno de Bashar, los activistas han recibido condenas de prisión de entre 2 años y medio (para los miembros del consejo de la Declaración de Damasco) y 12 años en el caso de Kamal Labwani. Los cargos típicos son “el debilitamiento de la moral nacional” (violación del artículo 285 de la Constitución), “la incitación a las luchas sectarias” (artículo 307) y “la comunicación de noticias falsas que podrían debilitar la moral de la nación” (artículo 278). Dos casos de represión excesiva recordaron a los sirios la buena disposición de la mujabarat para ejercer la brutalidad. Uno fue el secuestro y asesinato del jeque Mohamed Mashuq Jaznawi, un erudito islámico kurdo, en mayo de 2005, y el otro la ejecución de un número desconocido de internos en la prisión de Sednaya el 4 de julio de 2008.
En sus dos primeros años, el régimen estuvo torpe con la era de la televisión por satélite, mientras que las figuras de la oposición utilizaban hábilmente este nuevo medio. Finalmente se puso al día, y afrontó de diversas maneras la proliferación de los canales de televisión de la oposición, incrementando la visibilidad de los apologistas del régimen en la programación, imponiendo nuevas y restrictivas reglas para conceder a los medios de comunicación el acceso a oficinas en Damasco, intimidando a las emisoras “no amigas”, como algunos de los canales libaneses, y bloqueando completamente los dos canales creados por la oposición en Europa. El modus operandi para internet ha consistido en restringir el acceso y castigar a los infractores. Sitios como Facebook y Youtube fueron prohibidos y otros 244 estaban bloqueados a finales de 2009.
Las nuevas políticas económicas que reforman el sector privado han beneficiado a un pequeño número de individuos dentro del círculo gobernante, especialmente a Rami Makhluf, primo hermano materno de Bashar. Rami controla un importante banco estatal, el Real Estate Bank, es propietario de las recientemente creadas zonas de comercio libre por todo el país y posee la mayor parte del más importante proveedor de servicios de telefonía móvil de Siria, Syriatel. Se cree que la familia de Makhluf, la más rica de Siria, gestiona la riqueza de Bashar, a cambio de un porcentaje. El valor neto de Makhluf se ha multiplicado, y “la extensión del imperio de Makhluf es impresionante, tanto en su riqueza como en la capacidad de la familia para conseguir vínculos políticos para obtener ganancias personales”. La riqueza ha sido redistribuida a costa de la burguesía tradicional damasquina, que solía recibir una mayor parte del pastel con el padre. Los principales perdedores de la falta de una auténtica reforma económica son las clases más bajas, que tienen que soportar la inflación de la liberalización del sector privado.
2. La naturaleza de la oposición y sus recursos
Las alianzas de opositores se han formado para rebatir la afirmación del régimen de que no hay alternativa viable excepto el extremismo islámico
Aunque el activismo disidente ha conseguido mucho, no ha logrado llevar a cabo la consecuente reforma
La oposición que sobrevivió a la “Gran Depresión” de mediados de los años 80 está formada por simpatizantes de los exiliados HM; la Reunión Democrática Nacional, que incluía a comunistas, baazistas y nasseristas que se negaron a unirse al Frente Progresista Nacional; los artistas e intelectuales laicos y de izquierdas, algunos de los cuales fueron liberados de prisión a finales de los 90; y unos pocos activistas por los derechos humanos. Estos sobrevivieron al régimen de Hafez manteniendo su activismo extremadamente secreto y limitado. Después de una derrota masiva de la oposición de los HM a mediados de los 80, todos estos elementos disidentes decidieron que el derrocamiento del régimen con medios violentos fracasaría y que un sistema democrático era la única alternativa viable al régimen baazista autoritario. Por tanto, cuando el poder pasó de padre a hijo, los intelectuales, los artistas y los antiguos activistas utilizaron la breve ventana de oportunidad para empezar a dar forma a nuevas vías de participación política. Este contexto dio lugar a la Primavera de Damasco, los Amigos de la Sociedad Civil y la Declaración de Damasco, además de a un renovado activismo por parte de la oposición en el extranjero. Los activistas en los primeros años aprovecharon los nuevos medios globales para ayudar a articular sus objetivos y a formar mayores alianzas. Un sitio Web que se convirtió en un foro para el intercambio de ideas entre los activistas sirios fue “thisissyria.net,” gestionado desde Londres por el Levant Institute. Otros medios de comunicación que dieron a la oposición un lugar para expresar sus opiniones incluían el diario libanés al-Nahar y el canal de televisión por satélite Al-Yazira. A pesar de lo significativos que eran estos medios para los disidentes sirios, el margen que incluso ellos ofrecían era limitado, y el régimen aprendió rápidamente a luchar contra ellos con las mismas armas. Cuando las relaciones entre Bashar y el emir de Qatar mejoraron en la segunda mitad de la década, el margen permitido por al-Yazira se restringió aún más. En 2009, los disidentes sirios en Bruselas y Londres lanzaron dos canales de televisión por satélite, Zanoubia y Barada, patrocinados por el FSN y simpatizantes de la Declaración de Damasco respectivamente. Ambos canales cerraron por dificultades financieras y técnicas, incluido el bloqueo del régimen.
La represión es diferente bajo el gobierno de Bashar. Los presos ya no se pudren en prisión sin un juicio o sin que se reconozca que están encarcelados
Además de recursos limitados, también se aplican aquí los factores típicos de cualquier movimiento de oposición que emerge de décadas de gobierno opresivo, incluidos los desacuerdos internos. La falta de confianza circula entre los activistas dentro de Siria debido a la carencia de medios ordinarios de comunicación y asamblea. Los disidentes están fragmentados por intereses regionales, divisiones sectarias y animosidades personales. De los partidos políticos de la Reunión Nacional Democrática, la Oficina Política del Partido Comunista, bajo la dirección de Riad al-Turk, que se transformó en Partido Democrático del Pueblo, tiene el potencial de convertirse en un moderno partido político inclusivo. Se está produciendo un obvio resurgimiento islámico bajo el gobierno de Bashar, pero no está claro qué cantidad de este resurgimiento se traducirá en un movimiento político islamista o en apoyo a los antiguos HM. En resumen, mientras que los grupos de la oposición intentan aprovechar los nuevos medios de comunicación y formar mayores coaliciones superando los desacuerdos, la escasez de recursos, el limitado acceso a los medios de comunicación y las divisiones regionales, sectarias e ideológicas dificultan su capacidad de crear grupos masivos capaces de presionar al régimen para que se produzca la deseada reforma.
3. El entorno regional e internacional
Los disidentes sirios han estado luchando contra los regímenes de Hafez y Bashar en un contexto regional que no ha sido favorable a la democratización. Durante la primera década del gobierno de Bashar hubo tres periodos diferenciados en la posición regional e internacional del régimen. La fase de luna de miel coincidió con la Primavera de Damasco; había altas esperanzas puestas en el nuevo Asad y su buena voluntad. Entonces la segunda Intifada se intensificó y Estados Unidos invadió Iraq; el régimen utilizó estos hechos para desviar la opinión pública de la reforma democrática, de un modo que recordaba el famoso lema de Nasser “ninguna voz es tan alta como la voz de la batalla”.
Durante la segunda fase (2003-2007) el régimen sirio se enfrentó al aislamiento de Estados Unidos, Francia y otros países europeos y países moderados árabes, liderados por Arabia Saudí, debido al asesinato de Hariri, la presunta intromisión siria en Iraq y la siempre creciente alianza con Irán. Durante este periodo, la oposición sintió el empuje psicológico de la caída de Saddam y de la Revolución del Cedro en Líbano. El discurso de la oposición oscilaba entre la condena de la ocupación estadounidense de Iraq y la reivindicación de que el régimen limpiara su propia casa mediante un proceso democrático. La respuesta del régimen fue una campaña de propaganda masiva que equiparaba las demandas de los disidentes con el apoyo a la postura agresiva estadounidense-sionista en la región y su amenaza velada a la soberanía nacional. Según la narrativa del régimen, Siria estaba siendo criticada por su acérrima postura nacionalista árabe en Iraq, Palestina y Líbano. Los activistas que firmaron la Declaración de Beirut-Damasco fueron acusados de traición por ayudar al bando antisirio en Líbano, lo que equivalía a estar aliado con los propósitos americano-sionistas de producir en Siria una anarquía similar a la de Iraq.
En la cúspide de la presión internacional sobre el régimen de Asad, liderada por Estados Unidos, era obvio que el cambio democrático en Siria no estaba en la agenda de la Administración Bush ni de Europa. El Congreso de EEUU aprobó en 2004 la Ley de responsabilidad siria y de restablecimiento de la soberanía libanesa sin una sola mención a los derechos humanos en Siria. La Administración Bush dejó claro que lo que quería de Bashar era “un cambio de comportamiento” en Iraq, Líbano y Palestina, no un cambio a un régimen democrático. Por su parte, Israel señaló durante los últimos meses de 2005 que no apoyaría un cambio de régimen en Damasco.
Tristemente para el movimiento de oposición, los actores internacionales en la región van a bajar aún más las reformas democráticas y los derechos humanos en su lista de prioridades
Varios factores condujeron a la tercera fase, la de la rehabilitación del régimen sirio desde 2007 en adelante. En primer lugar, el régimen creyó que había esquivado una bala en la forma de un tribunal internacional para el asesinato de Hariri. Esto encajaba bien con la demostrable debilidad del bando antisirio en Líbano. En segundo lugar, el régimen se envalentonó con el fracaso de Israel en su intento de desarmar a Hizbullah. Al final del ataque israelí en 2006, Bashar dio un desafiante discurso en el que llamó “medio hombres” a los líderes de los países árabes moderados. En tercer lugar, el fracaso del proyecto de democracia de Bush en Iraq refuerza el statu quo en la región. Finalmente, la ofensiva de Israel contra Gaza en 2008 desvió la presión del régimen sirio y puso de relieve sus credenciales nacionalistas e islamistas por apoyar a Hamas. La alianza Siria-Irán-Hizbullah-Hamas coloca a Siria en el centro del bando de la “mumanaa wa sumud” (resistencia y resolución). El régimen renovó su antigua / nueva retórica sobre la confrontación con Israel y Estados Unidos, que ha servido para evitar las reivindicaciones internas de democratización, (no obstante, Bashar había renovado indirectas conversaciones de paz secretas con Israel a través de la mediación de Turquía, que se interrumpieron con el ataque israelí a Gaza). A finales de 2007, Bashar resultó fundamental en la estabilización de Iraq y en la creación de un nuevo gobierno viable en Líbano. Esta indispensabilidad hizo que la comunidad internacional, empezando por el presidente francés Sarkozy, dejara de hacerle el vacío a Siria, una cálida tendencia que es probable que sea continuada por la Administración Obama, a pesar de las advertencias. Tristemente para el movimiento de oposición, los actores internacionales en la región van a bajar aún más las reformas democráticas y de los derechos humanos en su lista de prioridades.
CONCLUSIÓN Y PERSPECTIVAS
A pesar de las circunstancias represivas, los disidentes sirios han conseguido resistir. Cuando el régimen arrestó a disidentes dentro de Siria, incluidos Fida Hurani y Riad Seif, los que estaban fuera del país intervinieron, presionando vigorosamente por el cambio democrático. En 2010, la situación de la disidencia política en Siria es desoladora. Bashar ha sobrevivido, un logro en sí mismo, durante más de diez años. El retroceso del tribunal del asesinato de Hariri, el ataque de los israelíes contra Líbano en 2006 y Gaza en 2008-2009 y, ante todo, el pusilánime fracaso del proyecto de Estados Unidos de democratizar Iraq, restableció la confianza del régimen en sí mismo. El régimen sirio ya no está aislado. Tanto los líderes europeos como los árabes han reanudado sus relaciones con Siria después de años de boicot diplomático. Los políticos libaneses, incluidos los enemigos de ayer, Saad Hariri y Walid Yunblat, están reanudando sus peregrinaciones a Damasco. La Administración Obama envía de vuelta un embajador estadounidense. Entablar relaciones con Siria sin poner encima de la mesa el tema de los derechos humanos, según Sara Leah Whitson de Human Rights Watch, “envalentona al gobierno para creer que puede hacer lo que quiera a su pueblo, sin consecuencias”, añadiendo que un “mensaje a Siria que dice ‘Solo nos importan vuestros asuntos exteriores’ equivale a dar luz verde a la represión”.
Cerrando puertas a las demandas de su oposición, Bashar podría estar incrementando la posibilidad de cambios mucho menos deseables
Aunque se espera que las figuras de la Declaración de Damasco encarceladas sean liberadas después de que hayan cumplido sus condenas completas este verano, nuevos activistas están siendo juzgados o han sido condenados recientemente. Hayzam al-Maleh, un veterano activista de los derechos humanos, se enfrenta a un juicio militar, a la vez que otro activista, Muhannad al-Hassani, ha sido encarcelado en junio de 2010 por 3 años. Aunque el régimen está intentando silenciar a sus opositores poniéndolos entre rejas, les está concediendo más credibilidad y publicidad. Al negarse a hacer ninguna concesión, el régimen sigue dando a los disidentes la munición necesaria para continuar su lucha. El depósito de municiones incluye una población joven que anhela mejores oportunidades, un incrementado resurgimiento islámico entre la población sunní, crecientes tensiones sectarias y étnicas, y una economía ineficiente y una burocracia obsoleta con corrupción endémica. Cerrando puerta tras puerta a las demandas de su oposición, el régimen de Bashar podría estar incrementando la posibilidad de cambios mucho menos deseables, del tipo que el régimen mismo no se puede permitir.