Michael Dillon
Autor de “Xinjiang: China’s Muslim Far Northwest” y profesor visitante en la Universidad de Tsinghua, Beijing, China. [+ DEL AUTOR]

Desarrollo y conflicto en Xinjiang y la violencia de julio de 2009 en Urumqi

Las violentas manifestaciones que estallaron el 5 de julio de 2009 en Urumqi, la capital de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, costaron la vida de al menos 200 personas, produjeron más de 1.000 heridos, causaron considerables daños y llamaron la atención de los medios de comunicación mundiales sobre un conflicto étnico y político que ha sido ignorado durante décadas. Tras esta violencia se encuentra una larga historia de disputas territoriales y la lucha por el derecho a la independencia (o al menos a una auténtica autonomía) del pueblo uigur, musulmanes de habla túrquica, que constituyen la mayor comunidad de Xinjiang.

Este tema se ha visto exacerbado por otros dos factores, la ubicación de Xinjiang y el desarrollo económico de China. Aunque está situada en una parte alejada al noroeste de China, Xinjiang debe considerarse también una parte integrante de Asia Central. Debido a su entorno y ubicación física y a la cultura de la gente, tiene mucho más en común con las comunidades de Kirguistán, Kazajistán y Uzbekistán que con el resto de China. Cuando cayó la Unión Soviética en 1991 y los Estados musulmanes de Asia Central consiguieron su independencia, esto estimuló un resurgimiento del movimiento de independencia existente en Xinjiang. Al mismo tiempo, la economía de China ha estado experimentando un constante desarrollo y crecimiento a una escala nunca vista con anterioridad en tiempos modernos y este desarrollo ha afectado también a los territorios fronterizos de la periferia de Asia Central de Mongolia, el Tíbet y Xinjiang. Este último ha recibido una inversión considerable del Estado en proyectos industriales y energéticos que posiblemente ha beneficiado a toda la región, pero también ha recibido inmigración a una gran escala: la mayoría de estos inmigrantes son trabajadores chinos han del este que trabajan en puestos de trabajo que los uigures podrían haber cogido si no hubieran llegado ellos.

Quioscos en un bazar de Kuche

Quioscos en un bazar de Kuche, en el noroeste de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, China, 4 de diciembre de 2004. /Hou Wei /EFE

FUEGOS SUBTERRÁNEOS EN XINJIANG: LOS ANTECEDENTES DE LA VIOLENCIA

La violencia étnica en Urumqi, capital de Xinjiang, es una indicación clara de que han fracasado las políticas del gobierno chino en la región. La política de dura represión de las actividades culturales y religiosas de la población uigur de Xinjiang empezó, no en septiembre de 2001, como siguen diciendo los comentaristas orientados a Occidente, sino a finales de los 90. En 1995 se produjeron disturbios graves en Ghulja, una pequeña ciudad del noroeste de Xinjiang cerca de la frontera con Kazajstán. Ghulja, que los chinos llaman Yining, es una ubicación sensible. Está en la región Ili, que era la sede de la República del Turkestán Oriental independiente en los años 40 y de la que se produjo una migración masiva en 1962 a la entonces Unión Soviética. Las rigurosas medidas para apagar la violencia en Ghulja fueron formalizadas en una campaña de mano dura por parte del gobierno local y el ejército: la reacción inmediata de los habitantes locales fue un nuevo estallido de manifestaciones en febrero de 1997. Estas protestas también fueron reprimidas con considerable fuerza. La campaña de mano dura se convirtió en una característica permanente de la vida de los uigures en Xinjiang. Miles de ciudadanos fueron arrestados y detenidos durante periodos más o menos largos, algunos fueron acusados de delitos relacionados con la violencia, condenados y encarcelados, y otros fueron acusados de actividad separatista y ejecutados. Se restringieron las actividades religiosas, que se habían vuelto mucho más libres en el resto de China; y se prohibió que los niños menores de 18 años y los funcionarios del gobierno y del Partido Comunista entraran incluso en una mezquita a rezar. Esta represión, bajo el liderazgo de Wang Lequan, el secretario del Partido Comunista Chino (PCC) en Xinjiang, ha acabado eficazmente con las protestas y la disconformidad en Xinjiang, pero lo ha hecho cerrando una olla a presión. En Xinjiang: China’s Muslim Far Northwest (2009) argumenté que la represión creó “fuegos subterráneos”, por analogía con los fuegos naturales que siguen ardiendo bajo el yacimiento de carbón del norte de China, fuegos políticos que “es imposible extinguir y que estallan de vez en cuando en lugares inesperados”.

A pesar de esta historia de conflicto, las revueltas de Urumqi a la escala de julio de 2009 no tenían precedente. Hubo manifestaciones en la ciudad en 1989 contra la publicación de difamaciones racistas contra los uigures, y se produjeron ataques con bombas a autobuses y otros ataques aislados en los años 90, pero no hubo manifestaciones masivas. Esto no era del todo sorprendente, ya que Urumqi tiene una amplia guarnición residente de tropas y de la Policía Armada Popular y, al menos en gran parte de la zona central, es una ciudad china han. De modo que ha sido una sorpresa para muchos de sus ciudadanos que haya sido el escenario de tanto derramamiento de sangre, aunque el Presidente del Congreso del Pueblo de Xinjiang (de hecho el Gobernador), Nur Bekri, él mismo de la etnia uigur, advirtió en marzo de 2009 que el mantenimiento de la estabilidad en Xinjiang sería un problema. En una reunión paralela durante el Congreso Nacional del Pueblo que tuvo lugar en Pekín, planteó sus preocupaciones de que los disturbios y la actividad combativa de los vecinos de China podrían extenderse a Xinjiang. “No creemos que las fuerzas hostiles del interior y del extranjero se den por vencidas… Me temo que tendremos que enfrentarnos a una situación más grave en el mantenimiento de la estabilidad que el año pasado, nuestra labor será probablemente más dura, y la lucha será probablemente más intensa”.

El islam es una parte integrante de la vida y la identidad de los uigures de Xinjiang, y uno de sus mayores motivos de queja contra el gobierno chino es el nivel de restricción impuesto a sus prácticas religiosas

Antes del estallido de la violencia del 5 de julio, el incidente que atrajo más la atención de los medios de comunicación internacionales fue el ataque en agosto de 2008 a un grupo de policías que estaban haciendo footing cerca de su puesto en Kashgar, una importante ciudad uigur en el suroeste de Xinjiang. Se afirmó que dos uigures de la ciudad habían atropellado al grupo de policías con un camión y habían detonado explosivos, matando a 17 de ellos. En abril de 2009, la agencia de noticias Xinhua anunció que esos hombres habían sido ejecutados y que sus nombres eran Abdrahman Azat y Kurbanjan Hemit. Este anuncio se hizo en el estadio deportivo de Kashgar, donde se había reunido especialmente a una multitud de 4.000 residentes locales y funcionarios del gobierno y del partido para escuchar la noticia. Se dieron pocos detalles del juicio y las ejecuciones.

Unos documentos del Tribunal Intermedio de Yining/Ghulja en la región de Ili al noroeste de Xinjiang que fueron pasados a activistas en Hong Kong han permitido acceder a una rara visión del funcionamiento hermético de los tribunales en Xinjiang. Los documentos relatan el juicio de doce hombres uigures locales que fueron arrestados en noviembre de 2008 dentro de la campaña de mano dura del gobierno y fueron acusados de actividades separatistas. Los familiares declararon que no eran terroristas ni estaban implicados en organizaciones antigubernamentales, sino que “enseñaban moralidad y religión a jóvenes que habían estado en la calle y les enseñaban a hacer buenas acciones”. Muy probablemente eran miembros de una organización islámica no registrada vinculada con una de las órdenes sufíes. En China, todas las organizaciones religiosas están proscritas, excepto si están registradas en la Oficina Local de Asuntos Religiosos y los funcionarios chinos presuponen que todas las organizaciones no registradas en Xinjiang son simpatizantes del separatismo, incluso si no están activamente implicadas en acciones separatistas. Los doce detenidos, de unos 20 y 30 años, fueron sometidos a juicio y en marzo de 2009 fueron condenados a penas de encarcelamiento que iban de tres años a cadena perpetua: no había más detalles de las razones de estos cargos. No obstante, se puede asumir que se han llevado a cabo muchos juicios similares en todo Xinjiang durante la campaña de mano dura, pero que no se han hecho públicos.

URUMQI, JULIO DE 2009

La construcción de una narrativa y una cronología de los eventos del 5 de julio no es tarea fácil: incluso los hechos más elementales sobre la manifestación se discuten, en particular si la violencia empezó cuando la policía atacó a los manifestantes desarmados o cuando uigures armados atacaron a residentes han. La versión más coherente es la dada por las autoridades chinas, aunque esto no tiene por qué significar que sea la más fiable o la más desinteresada. El gobierno central y local y el Partido Comunista tienen los recursos necesarios para compilar, organizar y divulgar información a una velocidad impresionante.

Las primeras noticias de Urumqi hablaban de un grupo de 300 manifestantes, la mayoría de ellos uigures, que organizaron una sentada en la Plaza del Pueblo en el centro de la ciudad a las 17 horas aproximadamente del domingo 5 de julio para reclamar la investigación de la muerte de unos uigures en Guangdong y para llorar su muerte. Se fue uniendo gente hasta convertirse en una multitud de unos 1.000, y cuando la policía llegó los manifestantes se negaron a dispersarse. Las fuentes uigures sostuvieron que los antidisturbios (unidades de la Policía Armada Popular o Wujing) habían pegado a los manifestantes con porras y picanas eléctricas para ganado y habían disparado en el área e inmovilizado a varias personas en el suelo antes de llevarse a al menos 40 de ellos en vehículos de la policía. Xinhua, la agencia de noticias oficial china, informó de que los manifestantes habían “atacado a transeúntes, incendiado vehículos e interrumpido el tráfico en algunas calles”, pero no dejaron claro si esto ocurrió antes o después de la intervención de la policía. Hubo varios heridos, incluidas probablemente dos muertes, y los manifestantes se dispersaron de la policía pero se reagruparon después.

Debido a su entorno y ubicación física y a la cultura de la gente, Xinjiang tiene mucho más en común con las comunidades de Kirguistán, Kazajistán y Uzbekistán que con el resto de China

Al día siguiente las noticias, incluso las de las fuentes oficiales chinas que suelen quitarle importancia a los disturbios, dejaban claro que la manifestación había sido mucho más seria y que el número de heridos era mucho mayor. Las informaciones de la agencia de noticias China, no tan fidedigna como Xinhua, pero considerada semioficial, citó a Li Zhi, el secretario del partido comunista de la ciudad de Urumqi, hablando en una conferencia de prensa que dio en la mañana del lunes 6 de julio diciendo que el recuento de muertos era de 140. Xinhua informó de un recuento de muertos de 129 y dijo que el número de heridos era de 816, y las fuentes gubernamentales declararon que en las manifestaciones habían participado entre 300 y 500 personas, mientras que las fuentes de la comunidad uigur en China y en el exilio sugerían que habían sido del orden de 3.000 manifestantes. Se aplicó un estricto toque de queda para la noche y Xinhua también informó de que “la situación estaba bajo control”, que en realidad quería decir que la mayor parte de Urumqi estaba bajo la ley marcial y muchas de las principales calles de la ciudad cortadas al tráfico. Los informativos de la televisión mostraron secuencias de alborotadores lanzando piedras a la policía y dándole la vuelta a un coche de policía y de nubes de humo saliendo de vehículos ardiendo. La televisión en China está totalmente controlada por el Estado y los grupos de uigures declararon que la imagen dibujada por noticias como ésta era una tergiversación de su manifestación pacífica, que había sido objeto de un violento ataque de las autoridades chinas y que la violencia posterior fue una respuesta a este ataque.

El informe de Xinhua del 6 de julio citaba a un hombre han local que había sido atacado por grupos de uigures armados con armas improvisadas, pero que había sido rescatado después por otro grupo de uigures. Un taxista han relató cómo había sido atacado por unos 20 “jóvenes”, le habían robado el dinero y el teléfono móvil y habían roto las ventanas de su taxi. Otra víctima de la violencia de la muchedumbre, Wang Kunding, pudo decir que lo habían atacado sobre las 21 horas. Le preguntaron a qué etnia pertenecía, se identificó como han y en la paliza que le dieron a continuación sufrió fracturas en las piernas y los brazos tan graves que no podía moverse y finalmente fue llevado al Hospital del Pueblo por un reportero de Xinhua en su propio coche a aproximadamente la 1:30 de la madrugada del lunes. Otro periodista de Xinhua informó haber visto a “grupos de alborotadores” en las calles del centro de Urumqi a aproximadamente las 20:20 horas. Se tiraron a la carretera barandillas, los peatones eran atacados si pertenecían a la etnia han y también los autobuses eran dañados por alborotadores usando palos y piedras. Un transeúnte herido yacía sangrando bajo un viaducto en la calle Tuanjie y en otra calle cercana había una mujer, obviamente muerta. En la calle Xinhua Sur, un coche y un camión habían sido volcados, y ambos estaban muy dañados con las ventanas rotas. Un hotel cerca de las oficinas del Comité de Comercio Exterior de la Región Autónoma de Xinjiang fue incendiado y varios coches y autobuses en la cercanía sufrieron muchos daños. Algunos uigures ayudaron a sacar a las víctimas han de la violencia y evitaron que otros entraran en áreas peligrosas. A las 22:45 horas del domingo, el Hospital de Medicina Tradicional había atendido a 37 heridos, tanto han como uigures, según su director. Se informó de que uno de los heridos había estado en estado crítico y otros dos tenían heridas menos graves, pero las ambulancias seguían trayendo heridos al hospital.

Estos informes detallados y sorprendentemente imparciales se unieron en un análisis de las causas del conflicto que condujeron rápidamente a culpar a Rebiya Kadeer y al Congreso Mundial Uigur en el exilio de incitar la violencia. El sábado por la tarde, según Xinhua, “empezó a circular por internet una información convocando manifestaciones en la Plaza del Pueblo y en la Puerta Sur de la ciudad de Urumqi”. El domingo, “Rebiya llamó a sus cómplices en China para instigarlos aún más”. Después de esto, “los alborotadores salieron a la calle aproximadamente a las 19 horas del domingo. Se reunieron, avanzaron y se manifestaron, lo que dio lugar a actos violentos como palizas, destrozos, pillaje e incendios en algunos lugares”. En las primeras horas de la mañana del lunes la policía de Urumqi emitió un “aviso urgente” que decía: “Desde la 1 de la madrugada hasta las 8 horas del 6 de julio, la policía impondrá un control de tráfico en algunas zonas de la ciudad de Urumqi. El paso por estas áreas no está permitido para ningún vehículo”. La característica más significativa de la versión oficial es la laguna entre las 17 horas y las 19 horas, que no está incluida en absoluto en las noticias de los medios de comunicación. Esto sugiere con fuerza que debería tomarse seriamente la información anterior de las fuentes uigures que alegaban la disolución violenta de una manifestación pacífica. Si esto es correcto, explicaría la repentina escalada de la violencia después de las 19 horas.

El 7 de julio el recuento de muertos había llegado a 156 (129 hombres y 27 mujeres), según Li Yi, el director del departamento de relaciones públicas del Comité del PCC de la Región Autónoma de Xinjiang. La policía antidisturbios seguía patrullando las calles Xinhua Sur y Renmin que continuaban cerradas al tráfico. Al mismo tiempo, empezaban a emerger noticias de disturbios similares en otras partes de Xinjiang, incluidas Kashgar (Kashi), Yining (Ghulja) y Dawan, en el distrito Tianshan y Aksu. Xinhua afirmó que los intentos de fomentar los disturbios habían sido frustrados en todos estos lugares y se conocen muy pocos detalles de estas ciudades excepto de Kashgar, donde la policía dispersó una multitud de más de 200 personas que se reunieron en la mezquita Id Gah el lunes 6 de julio a aproximadamente las 18 horas. Tiendas que normalmente habrían abierto estaban cerradas y sólo estaban abiertos algunos de los restaurantes que normalmente lo habrían estado a las 22 horas, la hora tradicional de una cena ligera. Se establecieron puntos de control policiales en varios accesos a la carretera entre el aeropuerto de Kashgar y el centro de la ciudad.

Como respuesta a los disturbios, las autoridades llevaron tropas y policías a los barrios predominantemente uigures de Urumqi, arrestando a un total de 1.434 sospechosos durante el primer día después de las revueltas. Muchos uigures protestaron por arrestos indiscriminados y arbitrarios y esta actividad policial condujo a su vez a mayores manifestaciones y enfrentamientos entre uigures y las brigadas antidisturbios de la Policía Armada Popular. Incluso durante una visita a Urumqi organizada para periodistas extranjeros por la Oficina de Información del Consejo de Estado, grupos de uigures, muchos de ellos mujeres acompañadas por sus hijos o mujeres mayores, se manifestaron en las calles en protesta contra el arresto de sus familiares e hicieron una sentada delante de una carga de policías antidisturbios armados y con máscaras de gas. Los disturbios pasaron a lo peor cuando grupos de chinos han armados con palos y cuchillos salieron a protestar contra lo que decían era violencia étnica de los uigures contra ellos y para vengarse. Las tiendas y puestos de mercado de los uigures fueron destruidos en la confrontación que siguió, grupos de han y uigures se tiraron piedras los unos a los otros y la policía utilizó gas lacrimógeno tanto contra los han como contra los uigures. Al final del 7 de julio las fuentes oficiales informaban de que 156 personas habían muerto y más de 1.000 habían resultado heridas. Wang Lequan, el Secretario del Comité de Xinjiang del PCC, anunció un toque de queda nocturno desde las 21 horas del martes hasta las 8 horas del miércoles y se mantuvieron muchos de los bloqueos de calles.

A pesar de esta historia de conflicto, las revueltas de Urumqi a la escala de julio de 2009 no tenían precedente

Se hizo hincapié en el nivel de preocupación del gobierno chino por los disturbios en Xinjiang cuando el Presidente Hu Jintao canceló la visita prevista a la cumbre del G8 en Italia y voló de vuelta a China para encargarse de la crisis, dejando a Dai Bingguo, un miembro del Consejo de Estado, para que lo representara. No sólo fue esto una molestia, sino que además significó un considerable desprestigio para el Presidente Jintao y para China. El gobierno central no hizo ninguna declaración inmediata sobre la violencia, pero después de una reunión especial del Politburó que se convocó para hablar de la crisis cuando el Presidente volvió a China, Xinhua emitió una declaración amenazando con el castigo más severo a quien hubiera planificado, organizado o jugado un papel importante en las acciones violentas.

El jueves 9 de julio, cuatro días después de las manifestaciones iniciales, Urumqi estaba ya realmente bajo el control del ejército: miles de tropas patrullaban las calles y había “helicópteros que tiraban panfletos y camiones que emitían mensajes a todo volumen, haciendo un llamamiento a la calma y culpando a los extremistas de [la] violencia”. Algunas tiendas y mezquitas estaban abiertas, pero la presencia de las tropas en las calles que rodeaban los barrios uigures y han impedía que tuvieran lugar muchas actividades normales.

Musulmanes uigures protestan

Musulmanes uigures protestan por las muertes ocurridas durante los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad chinas durante la manifestación del 5 de julio. Urumqi, Xinjiang, China, 7 de julio de 2009. / Oliver Weiken /EFE

El viernes es el día más importante de la semana en las comunidades musulmanas, ya que la oración del viernes (salat al-yumua) atrae a la mayoría de los creyentes a la mezquita, que es un centro social y de la comunidad, además de ser un lugar de oración y estudio. En Urumqi, el viernes 10 de julio empezó con la reimposición del toque de queda nocturno y una instrucción de que todas las mezquitas deberían permanecer cerradas. Sin embargo, las multitudes de creyentes consiguieron abrir al menos dos y se informó de que la policía permitió el desarrollo de las oraciones por temor a provocar otro incidente. Las autoridades estaban confundidas y eran incoherentes, y la policía antidisturbios dispersó a un grupo de manifestantes que salían de las oraciones en la Mezquita Blanca, arrestando a algunos de ellos. El ambiente en Urumqi seguía tenso y se informó de que muchos estudiantes y trabajadores inmigrantes intentaban salir de la ciudad.

inmigración y tensiones étnicas

Como se ha comentado, el desencadenante inmediato de la manifestación del 5 de julio fue la noticia de una reyerta en la ciudad de Shaoguan de la provincia de Guangdong, donde según parece dos hombres uigures fueron asesinados por trabajadores han después de que corriera el rumor en internet de que habían atacado y violado a “dos niñas inocentes” de la comunidad han local. Parece ser que estos rumores no tenían ninguna base, pero fueron suficiente para provocar graves enfrentamientos inter-étnicos en Shaoguan, durante los cuales, además de las muertes de estos dos uigures, 118 personas resultaron heridas.

La migración a gran escala de trabajadores han del este de China a Xinjiang ha sido la causa de gran desasosiego entre los uigures que vivían en la región desde hacía décadas, pero la emigración de uigures (es decir, la migración a otras partes de China) también ha producido cierta preocupación, especialmente un programa para animar a jóvenes mujeres uigures a ir hacia el este para buscar trabajo. Los uigures dentro de Xinjiang y representantes de organizaciones de refugiados políticos han expresado temor por el tratamiento que estas mujeres recibirían en áreas predominantemente chinas han, y algunos han expresado el temor de que serían contratadas como bailadoras en hoteles, restaurantes o clubes nocturnos o más directamente en la industria del sexo. Esto también refleja el conflicto entre las actitudes tradicionales hacia las mujeres en una sociedad islámica y la variedad de modernidad que se ofrece a los uigures cuando migran hacia el este a una sociedad sin los mismos límites religiosos y culturales.

La migración a gran escala de trabajadores “han” del este de China a Xinjiang ha sido la causa de gran desasosiego entre los uigures que vivían en la región desde hacía décadas

Este tema destaca importantes diferencias culturales, no sólo entre los chinos han y los uigures, sino también entre los propios uigures que viven en Xinjiang y en particular las diferencias entre generaciones. La vida infradesarrollada en Xinjiang, especialmente en las áreas rurales, ofrece pocas oportunidades de empleo distintas a la agricultura y el comercio y la atracción de las grandes ciudades allí no es distinta a otras partes de China. Los jóvenes uigures no tienen necesariamente la misma visión de los peligros del mundo exterior a Xinjiang que tienen los mayores y es probable que les entusiasme la oportunidad de escapar de un entorno que tiene tantos límites culturales y religiosos y un modo de vida restringido y limitado.

CAMBIO ECONÓMICO Y SOCIAL EN XINJIANG

Antes de 1949, la economía de Xinjiang era muy autónoma y tenía muy poca conexión con el resto de la economía china: una gran distancia separa esta región de la China Central y las comunicaciones en la época eran pobres. En Kashgaria, la región del suroeste de Xinjiang, en torno a la ciudad de Kashgar, el comercio con lo que entonces era la India británica era más significativo que el comercio con China. Desde 1949, e incluso más desde la introducción de las reformas que siguieron al Tercer Pleno del Décimo Primer Comité Central del Partido Comunista Chino en 1978, la economía de Xinjiang ha ido integrándose gradualmente en la economía nacional de la República Popular de China.

Sin embargo, las características tradicionales y las modernas permanecen juntas. Los estilos de vida urbano y rural son muy distintos, con una gran dependencia de la agricultura y en especial de la cría de ovejas en el campo. También hay diferencias entre el norte y el sur de Xinjiang: la industria pesada y la del petróleo se han desarrollado en el norte, mientras que al sur del desierto de Taklamakán hay agricultura tradicional de los oasis y pequeñas ciudades que se van modernizando gradualmente, pero en un estilo que parece más chino que uigur. No obstante, es la industria moderna, incluida la extracción y el procesamiento de petróleo y gas, lo que a Pekín más le importa proteger y desarrollar.

TRES FUERZAS EXTERNAS

La visión oficial china, que también es la de muchos chinos bien informados, es que en general la gente en Xinjiang está satisfecha con las políticas gubernamentales y que todos los problemas son provocados por una minoría de descontentos, exhortados por grupos de refugiados políticos con el apoyo de algunos gobiernos occidentales hostiles. Pekín culpa del conflicto a tres fuerzas externas: el separatismo, el extremismo religioso y el terrorismo. No hay duda de que existen, aunque la influencia del islam político no es grande y ha habido relativamente pocas actividades terroristas dentro de Xinjiang. Es cierto que las comunidades uigures de refugiados políticos en Kazajistán y Kirguistán y en Estambul y Múnich han mantenido vivo el espíritu del nacionalismo del Turkestán Oriental, pero no hay ninguna prueba que indique que hayan organizado activamente grupos terroristas en Xinjiang. Más recientemente, China ha criticado al Congreso Mundial Uigur, con sede en Estados Unidos y que ha cogido un nuevo ímpetu con la llegada de Rebiya Kadeer para organizar manifestaciones y otras actividades antichinas. De nuevo, aunque no hay duda de que el Congreso Mundial Uigur (WUC en sus siglas en inglés) apoya activamente la idea de la independencia de Xinjiang, no hay pruebas de que controle grupos dentro de Xinjiang y, de hecho, la dificultad de comunicación con las organizaciones políticas clandestinas contradice este argumento. En el pasado, Pekín también culpó al Movimiento Islámico del Turkestán Oriental de provocar disturbios: no hay pruebas de que algo así haya existido alguna vez en Xinjiang aunque un pequeño grupo con ese nombre estaba activo en Waziristán del Sur en las Áreas Tribales Administradas Federalmente de Pakistán.

Musulmanes uigures danzan a las puertas de la mezquita Idhka

Musulmanes uigures danzan a las puertas de la mezquita Idhka en Kashgar tras las oraciones matinales durante el primer día del Id al-Fitr, festividad que marca el final del mes de Ramadán. Región Autónoma Uigur de Xinjiang, China, 2 de octubre de 2008. / Diego Azubel /EFE

La política de los refugiados políticos tiende a generar movimientos e ideas que, en el mejor de los casos, se sienten apasionadamente, pero que están separados de las luchas reales del país de origen. Y en el peor de los casos, pueden convertirse en grupos desorganizados que alimentan el resentimiento y el odio en el exilio. La política de los refugiados políticos suele ser negativa y no genera programas positivos de cambio en el país de origen. La generación mayor que estaba asociada con el régimen independiente del Turkestán Oriental de los años 40 está dando paso a un grupo más joven de activistas que se sienten más cómodos con las estructuras políticas occidentales e internacionales, pero posiblemente aún más alejados de la vida diaria de Xinjiang y mancillados (en lo referente al gobierno chino) por su asociación con organizaciones que son hostiles a China.

Las autoridades en Pekín no son capaces de aceptar que sus propias políticas en Xinjiang puedan ser la causa del conflicto, e intentan culpar a actores externos de incitar a la violencia

El apoyo del exterior puede potenciar la moral de los uigures proindependentistas dentro de Xinjiang, pero es el conflicto interno lo que ha creado la resistencia al control de Pekín. La dura represión desde el lanzamiento de una campaña de “mano dura” en 1996 ha incluido controles más severos sobre la actividad religiosa, restricciones en los desplazamientos, la denegación de pasaportes y la detención de individuos sospechosos de apoyar a los separatistas. Esto ha creado un clima de miedo y mucho resentimiento contra las autoridades y los chinos han. Es sorprendente que este resentimiento no haya estallado en ira pública y manifestaciones hasta ahora, pero eso en sí muestra el nivel del estricto control que Pekín ha sido capaz de ejercer sobre Xinjiang. Las autoridades en Pekín no son capaces de aceptar que sus propias políticas puedan ser la causa del conflicto, e intentan culpar a actores externos de incitar a la violencia, como hacen con el caso del Dalai Lama y el Tíbet.

RESOLVER EL CONFLICTO

Dentro de Xinjiang hay muchas organizaciones de base no oficiales que representan los intereses religiosos y de bienestar de las comunidades uigures. En mi obra, Xinjiang: China’s Muslim Far Northwest, indiqué al menos una docena de ellas que habían sido identificadas por el gobierno local. Algunas de estas organizaciones habrán desaparecido y otras nuevas habrán surgido. No obstante, dichas organizaciones son objeto de estrictos controles de las autoridades, la mayoría sólo pueden funcionar clandestinamente y no hay ninguna oportunidad de que los uigures puedan desarrollar grupos políticos independientes abiertamente. Los habitantes de Xinjiang no pueden llevar a cabo un debate político abierto que podría generar ideas sobre futuros alternativos para el pueblo uigur, aunque dichas ideas se debaten en privado. En este tipo de ambiente, no es sorprendente que grupos militantes, aunque estén fuera de la ley y sean perseguidos por el Estado chino, sigan manteniendo una existencia clandestina.

Por lo tanto, es virtualmente imposible que haya una negociación entre el Estado local en Xinjiang y los que han participado en las manifestaciones y otras actividades “separatistas”. En otras situaciones en las que es necesaria la resolución de conflictos, los contactos indirectos entre las organizaciones y los organismos del Estado pueden tener un papel importante. En el caso de Xinjiang, los grupos uigures independientes no pueden presentarse a la negociación con las autoridades locales por miedo a que los representantes individuales sean arrestados y posiblemente ejecutados por pertenecer a organizaciones separatistas. Las autoridades no pueden negociar en ningún caso con grupos cuya mera existencia consideran ilegítima y desfavorable a los intereses del Estado chino. Los recursos disponibles para las autoridades chinas están limitados por sus propias políticas. En situaciones similares en otras partes del mundo, las autoridades combinarían el trabajo policial y la restauración del orden con un intento de negociar con los manifestantes esperando encontrar un modo de reparar los motivos de sus quejas. Esto es virtualmente imposible en Xinjiang. La mayoría de los uigures no tiene ninguna confianza en las organizaciones financiadas por el gobierno como las Oficinas de Asuntos Religiosos locales a las que el Consejo de Estado ha encargado la responsabilidad de regular la actividad religiosa a nivel de las bases. El gobierno no permite la creación de organizaciones comunitarias o políticas de base independiente que podrían representar a los uigures de a pie y permitir un diálogo entre la gente y el gobierno local.

El gobierno chino no se toma nada bien las interferencias exteriores en sus asuntos internos y hará su propio juicio sobre cómo seguir, pero los políticos más experimentados en Pekín deben estar preguntándose si se pueden permitir continuar con las políticas de línea dura asociadas con Wang Lequan, que en el momento de la redacción del presente artículo incluyen sentencias de muerte a varios individuos condenados en secreto por haber participado en los disturbios de julio de 2009. Si no se producen cambios en la política, los fuegos subterráneos “seguirán ardiendo en Xinjiang, ya que la represión alimenta el resentimiento y el encarcelamiento y las ejecuciones crean una nueva generación de mártires”. •

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