Sumbul Ali-Karamali
Autora de “The Muslim Next Door: the Qur’an, the Media, and that Veil Thing”. Ganadora de la medalla de bronce del Premio de Editores Independientes 2009. [+ DEL AUTOR]

¿Están oprimidas las mujeres musulmanas?

El año pasado le hablaba a un pariente de mi marido sobre el libro que acababan de publicarme, una introducción al islam cargada de anécdotas e historias sobre la experiencia de crecer en Estados Unidos siendo musulmana y mujer. Se puso blanco por la sorpresa y me preguntó: “¿Quieres decir que eres musulmana practicante?” Aunque nos conocíamos desde hacía una década, y él (ateo) se había casado con una mujer de una familia mitad musulmana mitad cristiana, me di cuenta de que le costaba conciliar la idea que tenía de “mujer musulmana practicante” conmigo, una abogada de apariencia norteamericana, que siempre lleva pantalones vaqueros y que nunca cubre su pelo, excepto cuando el sol abrasa. ¿Qué aspecto tiene entonces una musulmana practicante?

En Estados Unidos y en los países en los que los musulmanes son minoría, la imagen que se tiene de ellos proviene en gran parte de los medios de comunicación. En EEUU menos de un 3% de la población es musulmana (las cifras reales son difíciles de determinar), así que es comprensible que la mayoría de las personas no conozca a ningún musulmán. Los colegios norteamericanos raras veces, si es que lo hacen, enseñan el islam como la segunda religión más importante del mundo. Durante todos mis años de colegio solo conté dos ocasiones en las que se mencionara al islam, las dos por casualidad y en un contexto negativo. Sin conocimiento personal y con la escasa información que se da en la escuela, ¿de dónde puede la gente obtener información sobre los musulmanes que no sea de los medios de comunicación? Desgraciadamente, éstos solo tienden a mostrar lo extremo y extraño. Como mujer norteamericana musulmana que se ocupa de sus asuntos, trabaja, lleva a sus hijos al colegio y hace la compra, yo no tengo ningún interés para los periodistas. Por tanto, para una población que nunca ha estado en contacto con musulmanes, las imágenes que ofrecen los medios de comunicación de mujeres musulmanas oprimidas, cubiertas completamente por un velo y recluidas, se convierten en todo lo que percibe del islam. Hace poco me encontré con un ejemplo de esto. Hablando con escolares de 11 años sobre el ramadán, el mes musulmán del ayuno, un niño levantó la mano y dijo, claramente confundido por mi apariencia: “Yo pensaba que las mujeres musulmanas tenían que ir cubiertas y no podían conducir ni salir sin sus maridos o sus padres”. Le dije que esas eran las mujeres saudíes, no las mujeres musulmanas. Solo un 1,5% de los musulmanes de todo el mundo son saudíes. Sin embargo, la imagen de la mujer musulmana que llega con más facilidad a las mentes de los norteamericanos es precisamente la imagen sobre la que este niño me preguntó: las mujeres saudíes o las mujeres bajo autoridad talibán.

Mujeres musulmanas consultan un mapa frente al Madison Square Garden

Mujeres musulmanas consultan un mapa frente al Madison Square Garden. Nueva York, › Estados Unidos, 24 de agosto de 2004.
/ Jim Hollander /EFE

Los medios de comunicación occidentales describen con frecuencia a los saudíes como “los líderes del mundo musulmán” o como “la auténtica forma del islam”. Pero el islam saudí no es representativo del islam mayoritario. Arabia Saudí se ha visto desproporcionadamente representada y su influencia ha sido exagerada debido a su riqueza, a sus aliados occidentales y a su control sobre los lugares sagrados musulmanes. Los saudíes son wahabíes y, a diferencia de la creencia popular, el islam wahabí no es la forma “originaria” del islam, sino un movimiento extremista y rígido que se originó en el siglo XVIII en la península Arábiga. Combina la cultura conservadora patriarcal de esa región con el islam. Arabia Saudí está sometida en gran parte a leyes tribales. Solo alrededor de un 2% de todo el mundo musulmán es wahabí. Por tanto, los medios de comunicación muestran una imagen muy poco representativa del islam y de los musulmanes: el islam oprime a las mujeres, las mujeres musulmanas tienen que llevar velo, el islam de Arabia Saudí es la forma “verdadera y central”. A menudo he visto en los medios de comunicación imágenes de mujeres con su negra vestimenta de los pies a la cabeza ondeando al viento, mostrando solo los ojos, acompañadas de un pie de foto que nada tiene que ver con la imagen como: “¿Es el islam compatible con la democracia?”. Los medios de comunicación continuamente mezclan las prácticas tribales con las culturales, así como los crímenes de honor y la mutilación de los genitales femeninos con el islam.

Cuesta conciliar la idea de “mujer musulmana practicante” con una abogada que siempre lleva pantalones vaqueros y que nunca cubre su pelo

Sin duda, muchas mujeres musulmanas sufren en todo el mundo, pero también las no musulmanas sufren. La religión generalmente no es la que oprime a estas mujeres, sino que son la cultura, las condiciones socioeconómicas, la política y las interpretaciones patriarcales de la religión las que lo hacen. Cada religión cuenta con múltiples manifestaciones e interpretaciones. No hay una única respuesta cuando hablamos del islam, como tampoco existe una única manera para interpretar el judaísmo o el cristianismo. Durante mi infancia en los años 70, la mayoría de las mujeres musulmanas no se cubría el pelo. Pero ahora ha aumentado el número de mujeres que se lo cubren, de modo que las cifras deben ser aproximadamente mitad y mitad. Sin embargo, los medios de comunicación occidentales siguen centrándose no solo ya en el pañuelo como definitorio del islam, sino en el relativamente poco usado velo para el rostro, de modo que las imágenes públicas de musulmanes, sobre todo de mujeres musulmanas, siguen siendo monolíticas y superficiales.

Así que, ¿cuál es la diferencia entre el islam y las imágenes que nos ofrecen los medios de comunicación sobre el islam? Quizá la mejor ilustración, o al menos la más visible, es la de la vestimenta de las mujeres musulmanas.

LA VESTIMENTA MUSULMANA O EL TEMA DEL “HIYAB”

Una de las razones por las que mi familiar no pensaba que yo era musulmana practicante era que no me cubro el pelo. Hoy en día el pañuelo –al menos cuando adorna la cabeza de una mujer musulmana– se asocia en Occidente, casi sin pensar, a la opresión. Pero, ¿realmente representa un acto de opresión el ponerse voluntariamente un trozo de tela en la cabeza?

Vamos a considerar este ejemplo. Hace algunos años escuché en la radio a una profesora de instituto que explicaba que les había enseñado a sus alumnos la foto de una monja. A continuación, les preguntó qué pensaban que representaba la monja. Los estudiantes emplearon expresiones como “pura”, “fiel a Dios”, “casta” y “religiosa”. Después la profesora cambió la foto por la de una mujer con un pañuelo como se lleva en Oriente Próximo, cubriendo la cabeza y dejando la cara al descubierto (un hiyab). La profesora volvió a pedir a sus alumnos que describieran lo que pensaban que esa mujer representaba. Para ello usaron adjetivos como “subdesarrollada”, “estúpida” y “oprimida”. ¿Por qué se considera recatada a una monja que lleva el pelo cubierto y a una musulmana que se cubre el pelo se la considera oprimida y estúpida? Éste es realmente el quid de la cuestión: el tema de cubrirse la cabeza no es el mismo que el de la opresión. Si no damos por supuesto que las monjas están oprimidas por cómo van vestidas, entonces no tiene ningún sentido condenar a las mujeres musulmanas basándonos solo en que ellas decidan voluntariamente cubrir su pelo. Sin embargo, los medios de comunicación comparan continuamente al pañuelo con la opresión. Además, identifican siempre a las musulmanas con el pañuelo en la cabeza. En los libros de texto siempre aparecen con pañuelo, incluso a veces directamente con burka.

Pero, ¿exige el islam que las mujeres se cubran la cabeza? Los estudiosos del islam nunca se han puesto de acuerdo en esto. La ley islámica sobre el asunto se compone de algunos versículos del Corán, a veces una cita del profeta Mahoma y las interpretaciones religiosas de los primeros estudiosos islámicos, fundamentalmente entre los siglos VII y XIII, que forzosamente tuvieron que interpretar los textos religiosos a través de su cultura y desde una visión medieval del mundo. El primer versículo coránico relevante es uno que exige modestia por parte de hombres y mujeres:

“Di a los creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad: esto conviene más a la pureza, y ciertamente, Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y que no muestren sus atractivos en público sino lo que de ellos sea aparente con decencia (sura 24, aleyas 30-31).

Este versículo especifica que las mujeres no deben mostrar más encantos en público de lo que sea decente. La interpretación de “lo que de ellos sea aparente con decencia” se deja deliberadamente abierta. Deja lugar a cambios en lo que forma parte de la decencia en un lugar y en una época determinados. Pero no menciona nada sobre cubrirse la cabeza o usar velo. El versículo continúa:

“Así pues, que se cubran el escote con el pañuelo que les cubre la cabeza. Y que no muestren nada más de sus atractivos a nadie salvo a sus maridos, sus padres… (sura 24, aleya 31).

Es esta referencia al pañuelo lo que lleva a algunos musulmanes a decir que las mujeres deben cubrirse el pelo. Pero hay que tener en cuenta el contexto histórico a la hora de leer el Corán. En la época pre-islámica, las mujeres de Arabia llevaban un jimar, un pañuelo ornamental que les cubría la cabeza y caía sobre la espalda (Asad, El Mensaje del Qur’an, pp. 538-539, nota al pie 38). La parte superior de la prenda era abierta y dejaba ver la zona de los pechos. Este versículo dice claramente que las mujeres cubran sus pechos o su escote y que pueden usar lo que llevan (el pañuelo que les cubre la cabeza) para hacerlo. Lo que no queda claro es si las mujeres deben ponerse el pañuelo para cubrir el escote si no llevan la cabeza cubierta en primer lugar.
Además hay otro versículo del Corán que dice:

“¡Oh Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las (demás) mujeres creyentes, que deben echarse por encima sus vestiduras externas (cuando estén en público): esto ayudará a que sean reconocidas (como mujeres decentes) y no sean importunadas (sura 33, aleya 59).

El término hiyab no se menciona aquí, sino que las palabras que se usan para “vestiduras” describen ropa que cubría el cuello y el escote, pero no la cabeza, el rostro, las manos, ni los pies. Según algunos estudiosos, estos versículos del Corán no quieren decir necesariamente que la mujer que no lleve el pañuelo para cubrir la cabeza tenga que buscar uno. Más bien se trata de directrices para practicar la modestia y acercar a su cuerpo la ropa que ya llevan; la intención del versículo es ordenar a las mujeres que cubran sus pechos. Otros estudiosos no están de acuerdo. Aducen que ya que en el versículo se menciona de alguna manera que la cabeza va cubierta, esto significa que las mujeres tienen que usar algo para cubrirla.

Solo un 1,5% de los musulmanes de todo el mundo son saudíes. Sin embargo, la imagen de la mujer musulmana que llega con más facilidad es la de las mujeres saudíes o bajo autoridad talibán

Los primeros estudiosos islámicos, de hace más de mil años, ya debatieron sobre este tema. Jaled Abu el-Fadl, un estudioso religioso (shaij), abogado y doctor en Estudios Islámicos, describe este debate de la siguiente manera. Los primeros estudiosos del islam estaban todos de acuerdo en que se tenía que cubrir el pecho y también había que taparse por encima de las rodillas. La mayoría decían que el cabello tenía que cubrirse, aunque algunos no estaban de acuerdo, y que se podía mostrar solo el rostro, las manos y los pies; pero tampoco se ponían de acuerdo en la definición de “manos”, “rostro” y “pies”. Por ejemplo, algunos decían que “mano” incluía tanto la mano como el antebrazo; otros decían que “pies” se refería a los pies pero también a la parte inferior de las pantorrillas. Tampoco estaban de acuerdo en dónde se debía colocar el pañuelo para la cabeza, ¿en el nacimiento del pelo o más hacia atrás? También discutían sobre la definición de “pecho”, ¿empezaba en el escote o justo debajo del cuello?
Además, los estudiosos medievales tuvieron en cuenta los aspectos prácticos y las dificultades a las que hacían frente las mujeres. Por ejemplo, no se esperaba de las que trabajaban que se cubriesen tanto como las mujeres de clase social alta, porque sencillamente no era tan práctico para las primeras llevar velo mientras trabajaban. Estos estudiosos del islam siempre reconocieron las costumbres culturales como un factor que afectaba al desarrollo de la ley islámica. Esto era evidente puesto que tanto hombres como mujeres musulmanes se cubrían la cabeza dependiendo del área geográfica donde habitaban. Además, hace cientos de años en muchas culturas las mujeres se cubrían la cabeza o usaban velo para cubrirse el rostro. En el Imperio Persa, llevar velo era un símbolo de estatus y de riqueza. La Iglesia cristiana “corporativamente emitió comunicados canónicos en los que se exigía a las mujeres que llevaran velo” hasta el siglo IX, pero no tanto después de esa época, aunque las mujeres continuaron llevándolo. Cubrirse la cabeza se hacía también por motivos prácticos, para protegerse del despiadado calor del desierto.

Con el paso del tiempo, estos versículos coránicos se interpretaron a la luz de las normas sobre el uso del pañuelo para cubrirse la cabeza. De modo gradual, a lo largo de los siglos, se acabó llegando a la conclusión de que las mujeres tenían que llevar velo. Una experta en la materia señala que las mujeres rezaron con la cabeza descubierta hasta finales del siglo IX. Otro punto que tenemos que recordar es que el profeta Mahoma nunca obligó a sus esposas a cubrirse la cabeza o el rostro, así que es ridículo que el gobierno saudí o el iraní obligue a las mujeres a hacerlo.

De los primeros estudiosos islámicos muy pocos dijeron que se tenían que cubrir el rostro. Pero cuando lo hicieron el propósito era diferenciar a las esclavas de las mujeres libres. Otra de las razones que dieron fue que usar un velo para cubrir el rostro, el niqab, evitaba que las mujeres fueran acosadas. Estos eran los argumentos relevantes en las circunstancias históricas específicas que existían en los siglos VII y VIII, pero estas circunstancias ya no existen hoy día. De hecho, uno podría argumentar que, en determinadas sociedades, los velos que cubren el rostro o el hiyab hacen que las mujeres llamen más la atención y las hacen más vulnerables al acoso. Si algunos musulmanes justifican el uso del pañuelo para protegerse de la lascivia de los hombres, entonces tengo que darle la razón a una profesora musulmana que señala que ahora contamos con leyes que nos protegen contra esto.
Curiosamente, las mujeres no pueden peregrinar a la Meca con sus rostros cubiertos. Y recientemente, la Universidad al-Azhar prohibió el niqab entre sus estudiantes, diciendo que no era un requisito religioso, sino cultural, y que no había ninguna razón para llevarlo si todas las estudiantes y profesoras eran mujeres. Esta decisión fue criticada, pero no por motivos religiosos, sino en base a los derechos civiles.

La definición de modestia siempre ha sido subjetiva, y lo sigue siendo. En la película El rey y yo, la institutriz inglesa mira sorprendida los indecentes pantalones que llevan las esposas del rey de Siam. Pero las esposas la observan a su vez, muy sorprendidas también por la parte de cuello, hombros y pecho que deja al descubierto el vestido de la institutriz. Además, la definición de modestia siempre ha dependido de la geografía. Algunas mujeres turcas cubren su pelo pero llevan faldas que dejan al descubierto los tobillos. ¿Es más provocativo el pelo o los tobillos? En la India, el trocito de abdomen que permite ver el sari no produce tantas miradas de asombro como una minifalda. La ropa ajustada puede ser indecente aunque cubra todo el cuerpo. Depende mucho de lo que la gente está acostumbrada a ver; por este motivo el versículo del Corán es abierto.

¿Qué comprende la modestia hoy en día? Una mujer musulmana que vive en un país occidental justificaba su decisión de no llevar velo así: “¿Dónde esconderías un grano de arena? ¡En el desierto! ¿Dónde esconderías un árbol? ¡En el bosque!”. Para esta mujer la modestia –la utilidad del velo– se conseguía camuflándose, mezclándose con los demás, más que llamando la atención llevando el pañuelo. De modo similar, una conocida mía que recientemente ha dejado de usar el pañuelo refiere que es un alivio que la hayan dejado de mirar tanto.

En Egipto, Muhammad Said Ashmawi, profesor de sharía en la Universidad de El Cairo y presidente del Tribunal Penal egipcio, publicó un artículo en el que decía que llevar hiyab no era un deber religioso, sino una costumbre regional de la Arabia pre-islámica que más tarde se asoció al islam. Oponiéndose a él estaba el entonces gran muftí de la Universidad al-Azhar, Sayyid Tantawi, que insistía en que el hiyab era obligatorio. Su enfrentamiento quedó recogido en una serie de artículos que tuvieron gran relevancia debido al alto nivel de respetabilidad de ambos individuos. Jaled Abu el-Fadl también dice que aunque algunos estudiosos a lo largo de la historia dijesen que cubrirse la cabeza era una obligación, no es algo que se encuentre en el nivel de obligación más alto, como sucede por ejemplo con la oración.

Activistas de partidos políticos y organizaciones civiles

Activistas de partidos políticos y organizaciones civiles protestan contra los “crímenes de honor”. › Multan, Paquistán, 29 de
noviembre de 2003. /EFE

La mayoría de las musulmanas que cubren su pelo lo hacen porque sienten que es un deber religioso. Sin embargo, existen otras razones para hacerlo, pero ninguna de ellas es la “opresión”. Aparte de por razones culturales, la modestia o los dos versículos del Corán, el velo ha sobrevivido en algunas culturas por motivos prácticos. Por ejemplo, una amiga mía musulmana que vivió un año en Yemen vio que muchas mujeres yemeníes llevaban burka porque era una costumbre cultural, más que por devoción religiosa. Mi amiga además decía que, si vives en el desierto bajo un sol devastador, es una buena idea llevar siempre algo para cubrir la cabeza. Por eso, los hombres en Oriente Próximo, desde Yemen a Arabia Saudí, también se cubren.

El profeta Mahoma nunca obligó a sus esposas a cubrirse la cabeza o el rostro

Una de mis amigas usa un pañuelo para cubrirse la cabeza porque dice que esto le recuerda que tiene que hacer cosas buenas. “Quizá otras personas ya hacen cosas buenas sin que nada se lo tenga que recordar”, dice riendo, “pero a mí me gusta tener algo que me lo recuerde. El hiyab me recuerda que soy musulmana, que la gente ve que soy musulmana y por tanto tengo que comportarme de la mejor manera”. Otra mujer que conozco, una americano-indonesia, nunca se había puesto pañuelo, pero comenzó a ponérselo después de los atentados del 11 de septiembre. Decía que quería que la gente supiese que era musulmana para poder enviar el mensaje de que una mujer podía trabajar en marketing, ser madre, una estadounidense totalmente integrada en la sociedad y musulmana. En Egipto está aumentando el número de mujeres que llevan el hiyab. Algunas creen que es un deber religioso, pero otras se han dado cuenta de que les facilita el acceso al mundo laboral. Cada vez hay más mujeres que van a la universidad y que trabajan. Se han dado cuenta de que las acosan menos y las respetan más por su preparación si llevan el pañuelo. Para estas mujeres, llevar el pañuelo no significa opresión, sino libertad e independencia.

Por supuesto que en un mundo perfecto una mujer debería poder asistir a la universidad y conseguir trabajo sin tener que preocuparse por cómo va vestida. Se le debería respetar por su mente, no por su cuerpo. Debería poder vestir como quisiera sin tener que preocuparse de que los hombres la acosen y no tendría que vestir con más recato para no llamar la atención de los hombres. Pero no es un mundo perfecto. Mis compañeras de universidad (ninguna de ellas musulmana) solían bromear sobre cómo los hombres les prestaban más atención si llevaban minifalda, camisetas ajustadas u otro tipo de ropa atrevida. Algunas mujeres se ponen el hiyab para no ser tratadas como objetos sexuales. Muchas madres de la clase de párvulos de mi hija les ponían a sus hijas shorts debajo del vestido:

“Así te aseguras de enviar el mensaje adecuado”, me dijo una mujer blanca no musulmana.

El hiyab transmite el mensaje de que la apariencia y la imagen corporal no son la suma total de nuestro valor como seres humanos. A las mujeres se les trata como objetos sexuales mucho más que a los hombres. En las sociedades musulmanas a menudo molesta que los periodistas occidentales acusen al hiyab de ser algo opresivo, cuando allí les parece que en los países occidentales los anunciantes no son capaces de vender ni una caja de cerillas si no aparece en la publicidad una mujer semidesnuda. Una vez escuché a una judía norteamericana que se había convertido al islam llamar a un programa de radio para decir que ir a comprar un biquini era mucho más degradante que llevar un hiyab. Otra mujer también convertida al islam, ex esposa de un pastor, escribió que su familia la acusaba de haberse convertido a una religión dirigida por hombres. Ella respondió:

“Si estuviera dirigida por los hombres, ¡las mujeres se desnudarían en lugar de cubrirse!”.

En Irán, muchas de las mujeres que llevan pañuelo para cubrirse el pelo (voluntaria o involuntariamente) también tienen una carrera profesional. Las iraníes ocupan cargos políticos, como gobernadoras y vicepresidentas. Irán cuenta con más universitarias que universitarios, y las mujeres ya son miembros del Parlamento. Puede que en el mundo musulmán las mujeres se cubran el pelo, pero son profesoras, médicos y activistas.

La opresión solo aparece cuando la cuestión de la vestimenta deja de ser una opción personal. Sin embargo, casi nada en la vida, incluida la elección de la ropa que nos ponemos, es una elección completa e incondicionalmente libre. Por ejemplo, en Estados Unidos y en Europa no dejamos que la gente vaya a ninguna parte completamente desnuda. Trazamos una línea donde creemos que comienza la exposición indecente y acaba la libertad personal. Cada cultura traza unas líneas diferentes. Viendo la otra cara de la moneda, la prohibición de llevar el pañuelo puede ser tan opresiva como obligar a que se lleve. Turquía, con un población musulmana del 95%, ha aprobado una ley que prohíbe que se lleve el hiyab en las aulas y permite que el personal de seguridad lo quite de la cabeza a la fuerza. La gran tragedia es que a muchas mujeres que creen que su religión les exige llevar pañuelo se les ha negado la educación y un puesto de trabajo.

Las estudiantes musulmanas en Francia también tienen prohibido llevar el hiyab, basándose aparentemente en que todos los pañuelos son “símbolos religiosos”. Pero yo no puedo evitar sentir que los franceses han interpretado enormemente mal las motivaciones que hay detrás de llevar pañuelo. El pañuelo no es un símbolo del islam en el sentido que el crucifijo es un símbolo del cristianismo, sino que es una forma de ser modesta, igual que quien decide llevar manga larga en lugar de corta. Si una musulmana francesa sintiese que su religión le exige llevar manga larga, ¿se le exigiría que llevase en cambio manga corta, basándose en que la manga larga es islámica? Entonces, ¿la manga larga constituye opresión? De hecho, ¿prohibirían los franceses los sombreros si cubriesen todo el pelo? y ¿un turbante?, ¿una felpa?, ¿una peluca? Igual que sucedió con el burka, Sarkozy dijo que no era un símbolo religioso, sino un signo de sumisión. La mayoría de los estudiosos musulmanes no consideran “islámico” al burka, y yo opino que no debería llevarse por motivos de seguridad pública. Pero afirmar automáticamente, como hicieron Sarkozy y los medios de comunicación, que es un signo de “sumisión” es dar una opinión occidentalizada y sentenciosa. Después de todo, muchas mujeres que llevan niqab también cuentan con una carrera profesional.

Espero que nosotros en Occidente no estemos tan acostumbrados a considerar tan opresivo al hiyab que las leyes turcas o francesas nos parezcan menos opresivas que las de Irán o Arabia Saudí en las que se exige a las mujeres que lo lleven. Todas son formas que restringen la libertad personal. El islam no prohíbe que las mujeres participen activamente en la sociedad, comoquiera que vistan, con o sin velo. Algunos musulmanes consideran que la segregación de la mujer forma parte de la modestia y esa misma justificación se usa para recluir a las mujeres, pero todo esto es cultural. Si los musulmanes toman al profeta Mahoma como el ejemplo a seguir, entonces deben recordar que él animaba a las mujeres a participar activamente en la sociedad. La segregación y la reclusión son normas culturales, no religiosas.

Los medios de comunicación y la conciencia occidental dan tan por sentado la opresión de las mujeres musulmanas que responder a preguntas sobre mujeres se hace muy difícil para musulmanas como yo, que habitualmente doy clases sobre el islam. Cada pregunta que me hacen contiene muchas capas de supuestos, como las capas de una cebolla, cada uno de los cuales debe tratarse separadamente. Pero no se puede llegar a comprender a los musulmanes si los medios de comunicación no empiezan a dar una imagen más equilibrada y distinta de ellos. La diversidad de opiniones sobre el hiyab que hemos tratado aquí, por ejemplo, nunca la muestran. Los medios de comunicación, al empezar con el supuesto de que el islam trata mal a las mujeres, ignoran a las mujeres musulmanas que no sufren, ignoran a las mujeres musulmanas que pueden estar sufriendo por motivos no religiosos, como culturales, socioeconómicos o políticos e ignoran a las mujeres no musulmanas que sufren en todo el mundo por las mismas razones.

CRÍMENES POR HONOR

El asesinato de una mujer a manos de un miembro varón de su familia no es, desgraciadamente, algo insólito, independientemente de la religión y de la geografía. En Estados Unidos una media de tres mujeres al día mueren asesinadas por sus maridos o novios. En América Latina, los delitos en los que una mujer es asesinada por alguna ofensa al honor de la familia se tratan con más indulgencia que otra cosa. Y en la India, alrededor de 5.000 mujeres al año son asesinadas en “incendios en la cocina” intencionados, para que el marido pueda casarse por una dote mejor. Sin embargo, cuando esta clase de asesinatos ocurre en países musulmanes, los medios de comunicación occidentales los llaman “crímenes por honor”, dando por supuesto que el islam permite que se asesine a las mujeres por el honor de la familia. Es casi imposible explicar qué lejos se encuentra esto de la verdad: nadie puede ser asesinado en el islam.

En Estados Unidos una media de tres mujeres al día mueren asesinadas por sus maridos o novios. Sin embargo, cuando esto curre en países musulmanes, los medios occidentales los llaman “crímenes por honor”

En muchas culturas, el honor de una familia estaba ligado de alguna manera a la castidad de la mujer. ¿Se acuerdan de los cinturones de castidad? Durante muchos años, en Europa, que la mujer cometiera adulterio era motivo suficiente de divorcio, pero no sucedía lo mismo si era el hombre el que lo cometía. Recuerdo haber leído una novela inglesa sobre un hombre que mata en secreto a su hija y al bebé de ésta por haber llevado la vergüenza a la familia. Se trataba de una historia ficticia, pero la idea de que el comportamiento indecente de una mujer deshonra a toda su familia transciende culturas y países. Incluso actualmente no es raro oír que unos padres han renegado de una hija que se haya quedado embarazada sin estar casada, sin importar la cultura o la religión.

Pero los medios de comunicación estadounidenses se aferran a la idea de que los “crímenes por honor” son de alguna manera “islámicos”. Cuando un americano-paquistaní fue arrestado en Nueva York por decapitar a su mujer, de la que estaba a punto de divorciarse, los medios de comunicación inmediatamente dieron por supuestas dos cosas: que se trataba de un crimen por honor porque él era musulmán y que los crímenes por honor son islámicos. Los periodistas incluso comenzaron a buscar en el Corán referencias sobre la decapitación. ¡Como si la decapitación fuese prerrogativa de los musulmanes! (¿Acaso nos hemos olvidado de la guillotina?). Aunque los imanes y otros musulmanes emitieron comunicados de prensa y participaron en entrevistas para declarar que dicho crimen eran una violación del islam y un caso de violencia doméstica, nunca consiguieron contrarrestar completamente la caracterización del crimen como “islámico”. Los medios de comunicación occidentales emplean una doble moral. Cuando un hombre no musulmán mata a su mujer o a su novia o a toda su familia, los periodistas no se apresuran hacia la Biblia o la Torá en busca de un pasaje que respalde el crimen. La venta de cientos de niñas hindúes para ser usadas como esclavas domésticas en Nepal o la venta de miles de mujeres para el tráfico sexual en Guatemala son delitos similares. Pero nosotros nunca pensamos de ellos, y con razón, que son delitos hinduistas o cristianos. Deberíamos emplear el mismo estándar para los musulmanes.

MUTILACIÓN DE LOS GENITALES FEMENINOS

Esta es una práctica que se sigue confundiendo con el islam, a pesar de los muchos intentos para que no sea así. La mutilación de los genitales femeninos consiste en cortar todo o parte del clítoris. Es una costumbre que se practica sobre todo en Egipto, donde se remonta a la época de los faraones. Apareció miles de años antes que el islam y, además de por los musulmanes, ha sido practicada también por los cristianos egipcios. Últimamente se ha extendido también a otras zonas del norte de África. Desgraciadamente, muchos musulmanes en áreas rurales de Egipto siguen malinterpretando que esta práctica es un mandato religioso. Pero la mutilación de los genitales es una práctica cultural y regional. No solo no es islámica, sino que la mayoría de los musulmanes de todo el mundo no han oído hablar de ella.

Hace poco estuve en una conferencia en Malasia a la que asistían algo más de 200 mujeres musulmanas de todo el mundo. Cuando una de las ponentes, la directora de una ONG egipcia, habló de la mutilación de los genitales femeninos y de los intentos de su ONG para erradicarla, la mayoría de las mujeres en la sala no tenían ni idea de lo que estaba hablando. Las saudíes no lo sabían y las paquistaníes nunca habían oído hablar de aquello. Se tuvo que explicar el concepto expresamente a la mayoría de las mujeres que asistían a la conferencia. ¿Por qué? Porque se trata de una práctica cultural regional. La mutilación ya es ilegal en Egipto, y se han emitido muchas fetuas para afirmar que no se trata de una práctica islámica. En 2006, muchos clérigos musulmanes de alto rango se reunieron en una conferencia y todos estuvieron de acuerdo en que la mutilación femenina era incompatible con el islam. La clave es convencer a las personas sin educación de las zonas rurales de que esto es verdad. Los medios de comunicación y los grupos que están en contra del islam nos presentan la mutilación femenina como una práctica islámica. Pero esta actitud mina el esfuerzo de los musulmanes que tratan de erradicar esta práctica cultural, y legitima la mutilación como algo religioso fomentando que se perpetúe. Demonizar al islam como una religión que aprueba la mutilación no solo está mal, sino que es una actitud que daña a las mujeres.

CONCLUSIÓN

A veces, lo que los medios de comunicación no cuentan tiene tanta influencia sobre nuestra opinión del mundo como lo que cuentan. En un sondeo sobre fotografías de musulmanes aparecidas en los medios de comunicación, el 73% representaba a la mujer musulmana en actividades pasivas9. Sin embargo, lo que 9 John Esposito y Dalia Mogahed, Who Speaks for Islam? What a Billion Muslims Really Think, Gallup Press, 2007, p. 101. no sabe la gente en Occidente es que cinco mujeres han sido presidentas o primeras ministras en países musulmanes durante las últimas décadas. Los medios de comunicación no hacen hincapié en que Irán cuenta con más universitarias que universitarios, o que hay tantas mujeres como hombres recibiendo educación secundaria en Jordania, Argelia, Líbano, Kuwait, Libia, Emiratos Árabes, Indonesia, Malasia y Bangladesh. En Marruecos, las mujeres también son profesoras de religión y predicadoras (murchidat). Las mujeres son profesoras, médicos, ingenieras, abogadas, políticas y con una carrera profesional en todo el mundo musulmán. Los movimientos de mujeres musulmanas trabajan por conseguir la justicia de género no solo desde una perspectiva laica, sino también desde una perspectiva islámica. Cada vez que los medios de comunicación insisten en mostrar una imagen unidimensional de las mujeres musulmanas, esto las daña. ¿Cómo? Primero, legitimando determinadas prácticas culturales y no separándolas del islam. Segundo, fomentando el resentimiento en las sociedades musulmanas hacia accidente –los musulmanes se conectan a internet, ven películas occidentales y ven cómo en Occidente no se les respeta–. En tercer lugar, mostrando opiniones extremistas como representativas del islam y, por tanto, dificultando que se oigan las voces de los musulmanes moderados. Y por último, fomentando el miedo hacia los musulmanes y promoviendo la xenofobia. El mundo es demasiado pequeño para vivir escondidos. Nuestras acciones tienen una repercusión global y la imagen que ofrecen los medios de comunicación es un factor poderoso. Un camino que promueva el “choque de civilizaciones”, que fomente los malentendidos y la xenofobia, no es un camino que debamos seguir, independientemente de cuál sea nuestra religión o nuestra cultura.

5 comentarios en “¿Están oprimidas las mujeres musulmanas?

  1. […] El artículo de Sumbul Ali-Karamali, ‘¿Están oprimidas las mujeres musulmanas? Malentendidos, realidad y medios de comunicación’,  analiza aspectos tales como la imagen de la mujer musulmana en los medios de comunicación occidentales; la vestimenta musulmana; el tema del hiyab o los crímenes por honor. Para esta autora “las imágenes públicas de musulmanes, sobre todo de mujeres musulmanas, siguen siendo monolíticas y superficiales”.  Sumbul Ali-Karamali es autora de la obra The Muslim Next Door: the Qur’an, the Medina, and the Veil Thing’ y ganadora de la medulla de bronce del Premio de Editores Independientes 2009. El artículo completo puede encontrarse en el siguiente enlace: http://revistaculturas.org/estan-oprimidas-las-mujeres-musulmanas/ […]

  2. Drake O'donell dice:

    Todo el articulo es una alabanza al islam, es una mentira desde la primera litera. Claro que Arabia Saudí tiene dinero para pagar chorradas como esta.

    • tresculturas dice:

      Estimado Sr. O’Donell

      permítanos comentarle, al hilo de su crítica al artículo, que en la Fundación Tres Culturas, desde donde editamos culturas, no recibimos ninguna financiación de Arabia Saudí; igualmente, no creemos que el artículo sea complaciente con la interpretación del Islam que hacen los saudíes, más bien todo lo contrario.

      Reciba un saludo.

      Gracias por su aportación.

      El equipo editorial.

  3. CAROLINA ISABELLA OBREGON OSORIO dice:

    La verdad este articulo me dejo intrigada y muy agradecida, estoy escribiendo un libro sobre diferentes religiones y razas,si he de decir la verdad empece tratando de buscar religiones árabes que no fueran la musulmana porque creía lo ruin y duro que era con el genero femenino. Me avergüenza decir que yo era una de esas personas que creían todo lo que los medios de comunicación decían, ahora mismo no puedo creer lo ignorante que era y lo poco que en verdad me había tomado el tiempo de investigar y tratar de entender la forma en que ven la vida, no pienso cometer ese error otra vez. puede que este no sea un comentario demasiado importante pero quiero felicitar este articulo que sin ser alabador de la propia religión solo entrego su punto de vista de forma elegante y sincera.
    Muchas gracias de parte de una joven que debe aprender a callar y escuchar cada lado de la moneda.
    cordiales saludos.

    • tresculturas dice:

      Gracias por tu comentario, Carolina. Nos alegra saber que el artículo te ha sido útil para tu libro, y que tu visión sobre el islam se ha enriquecido.

      Un saludo,

      El equipo editorial.

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